Caldera aboga por un reparto de los recursos con más justicia social, mejorando "la provisión de bienes públicos y explicando a la ciudadanía que la teoría de que lo mejor es reducir impuestos está empobreciendo a las sociedades". También anticipa que el partido está revisando el modelo productivo y el modelo fiscal "con valentía" y trabajando sobre la profundización de la democracia.
Con estos pasos, sostiene el vicepresidente de la Fundación Ideas, los socialistas estarán en disposición de encarar la nueva etapa. El profesor de Sociología de la UCM Ignacio Urquizu sostiene que la música del programa electoral le gusta. Pero "hay que tocar un poco la letra". Sobre todo en el capítulo de "la capacidad redistributiva del Estado. El objetivo de la izquierda es generar igualdad de oportunidades", remacha, advirtiendo de que hay que afinar mucho más en cómo nos gastamos el dinero.
Otros expertos, sin embargo, son mucho más cautos y fían la recuperación a una reflexión más profunda. "Hay que hacer la adaptación del PSOE al siglo XXI, que es de mucha envergadura", señala José Félix Tezanos, recordando que "el conflicto principal hoy no es en las fábricas sino en la calle con los jóvenes y los empleos precarios".
Para recuperar la confianza, Tezanos cree que el proyecto socialista debería responder a cuestiones sobre "cómo tiene que organizarse el trabajo, el sistema económico, qué papel tienen que desempeñar los ancianos o cómo distribuir la riqueza, entre otros temas". Todo ello acompañado de nuevas fórmulas de participación. "Aquí está todo muy anquilosado", sentencia.
Renovación absoluta
Este proceso ha de hacerse, estiman expertos consultados, sin precipitación. En este sentido, Fernando Vallespín aboga por "crear una especie de gestora que podía estar presidida por Alfredo Pérez Rubalcaba o Carme Chacón que ponga en marcha una reflexión profunda y sin prisa". En su opinión, el partido necesita una "renovación absoluta, que tenga una visión más europeista, más cosmopolita y menos localista".
Con el objetivo de recuperar credibilidad, Vallespín plantea la necesidad de que en el Congreso se hable con claridad. Por su parte, Julián Santamaría asegura que el cónclave "no resolverá todo", pero debe servir de punto de arranque del cambio, en el que haya varias propuestas alternativas. Pero, advierte, el debate político no debe confundirse con enfrentamientos personales.