sábado, 1 de mayo de 2010

China ta camina hacia la socialdemocracia - Eugenio Bregolat - 2007

ASIA RED

Eugenio Bregolat: “China ya camina hacia la socialdemocracia”
Dani Triadó
24-04-2007


© Casa Asia
El ex embajador español en Pekín Eugenio Bregolat revive en “La Segunda Revolución China” (Destino) uno de los periodos más importantes de la historia reciente de China, el de las reformas económicas. Testigo de excepción, el ex embajador analiza para asiared las claves de esa etapa así como sus consecuencias para el país más poblado del mundo.
Con la llegada al poder de Deng Xiaoping, el pequeño timonel, el país inicia las reformas económicas que permitirán a China experimentar el mayor crecimiento económico de la historia. En “La Segunda Revolución China”, Eugenio Bregolat ofrece un profundo análisis sobre la revolución que ha situado el país en el camino de convertirse en una potencia mundial.

“Cuando me dicen que he sido embajador dos veces en el mismo país contesto que no es así, porque la China de 1987 y la de 1999 realmente parecían dos países distintos”. De este modo expresa el autor lo que significó para China la apertura económica, que conllevó no sólo un crecimiento económico espectacular, sino que trajo consigo un cambio de mentalidad en la sociedad y en el propio Partido Comunista.

En 2007 China se ha convertido en la cuarta economía mundial. ¿Es el escenario que había previsto Deng Xiaoping cuando inició las reformas económicas o la realidad se ha adelantado a sus previsiones?

No hay duda de que la realidad ha superado todas sus previsiones. Deng Xiaoping previó que desde el año 1978, en que empezaron los cambios económicos, hasta el año 2.000 la economía china se cuadruplicaría, para nuevamente cuadriplicarse en el 2050. Al observar la buena marcha de la economía rebajó las previsiones hasta 2030. Pero Jiang Zemin, al acceder en 1989 a la secretaria general del Partido Comunista Chino (PCCh), aseguró que la economía volvería a cuadruplicarse en 2020, treinta años antes de lo que había anunciado Deng en un principio. La velocidad del cambio económico ha superado todas las expectativas. Si alguien, en el momento en que empezó la apertura hubiese sido capaz de anticiparse y anunciarlo, lo habrían tomado por loco.

Deng inició la apertura económica pero no la política, hecho que acabó derivando, junto a otros factores, en los sucesos de Tiananmen de 1989. ¿Ni siquiera después de aquella tragedia se planteó la evolución política?

Los hechos de Tiananmen en 1989 tuvieron dos grandes causas: las reclamaciones de democracia y el malestar económico, que fue el factor de fondo que llevó a millones de personas a las calles de Pekín, pero sólo en Pekín. La primera década del cambio económico, en los 80, las zonas que evolucionaron fueran las del campo. La renta media de los campesinos en 1978 era de 150 yuanes (unos seis dólares). En 1990 ya era de 1.000 yuanes. En 1989, cuando los estudiantes se rebelan, los 800 millones de campesinos no mueven ni un dedo. Eran felices, no necesitaban rebelarse.

Tiananmen supuso que las reformas políticas se ralentizaran y quedaran paradas en China durante al menos dos décadas. Después de aquello, los conservadores advirtieron a Deng Xiaoping que los cambios que llevaba a cabo eran muy peligrosos. “Lo que tienes que hacer es congelar la reforma económica. Ahora ha sido Pekín, pero dentro de unos años sucederá en toda China y no podremos detener la revuelta”, le dijeron. Pero lejos de aceptar aquellas advertencias, Deng intuyó que para evitar un nuevo Tiananmen y, sobre todo, para escapar de lo que sucedió en Rusia tras la caída del muro de Berlín, había que acelerar las reformas más que nunca.

Aquella revuelta sí conllevó un cambio de dirigentes…

En ese momento se inició, por ejemplo, el desarrollo de Shanghai y de la zona económica de Pudong. Shanghai es la gran herida que tiene marcada en la frente China. No sólo porque la inventaron los extranjeros sino porque el capitalismo entró en China por el puerto de Shanghai. Durante los primeros tiempos de la reforma, los dirigentes temían aquella ciudad. Después de Tianamen su visión cambió. Por aquel entonces se aprobó el desarrollo de Pudong; Deng destituyó al secretario general del PCCh, Zhao Ziyang, y lo sustituyó por Jiang Zemin, entonces jefe del PCCh en Shanghai; Puso China en manos de los dirigentes de Shanghai. Pekín reconoció a los líderes de Shanghai, que se mostraban dispuestos a aceptar la reforma económica pero no los cambios políticos. Agradeció a Shanghai, donde a penas hubo revueltas en 1989, recompensándola con el desarrollo de Pudong.

El año 1989 usted era embajador de España en China. ¿Cómo vivió aquella revuelta?

Ni yo ni nadie esperábamos que sucediera aquello. Hacía dos años que residía en China como embajador. Esa era la cuarta vez que había demandas masivas de democracia. Pero en ese caso, naturalmente, fueron más fuertes y provocaron más ruido. En ese momento supuse que Deng haría lo mismo que ya había hecho con anterioridad, es decir, que iniciaría una campaña ideológica contra los estudiantes para luego volver a su gran prioridad, que era la apertura económica Y, efectivamente, así fue:

La campaña ideológica se prolongó dos años y medio durante los cuales los estudiantes eran enviados al ejército y los intelectuales eran trasladados al campo. Una vez detenidos y acallados todos los que reclamaban democracia, se volvieron a impulsar las reformas económicas. La obsesión del Pequeño Timonel era construir una China fuerte y rica, e hizo callar a los conservadores afirmando con rotundidad que esta vez vigilarían para que nadie pudiese iniciar revueltas.

Y las reformas en China no sólo no se pararon sino que han llegado al punto de aprobarse una ley que protege la propiedad privada…

En Occidente se ha saludado la decisión como una gran novedad, pero en realidad no lo es. Es un pequeño paso dentro de un largo proceso. La propiedad privada en China empieza en 1978 con la apertura económica. Primero se dio en la agricultura con el llamado sistema de responsabilidad familiar. Se eliminaron las comunas populares y se dieron parcelas de tierra a las familias. A cambio de la parcela, el campesino debía entregar cierta cantidad de productos alimentarios al Gobierno. En su tierra, podían hacer lo quisieran y vender sus alimentos en el mercado, quedándose con los beneficios.

El mismo año empezaron a crearse las pequeñas empresas individuales o familiares: pequeños restaurantes, barberías, tiendas de reparación de bicicletas, etc. El amo podía emplear a su mujer y a sus hijos. Hasta que, más adelante, las autoridades hallan un texto del economista Karl Marx en el que se describe a las empresas individuales como aquellas que tienen empleadas a hasta siete personas, por lo que autorizaron a poder emplear a siete trabajadores en empresas individuales. Por aquel entonces se considera propiedad privada toda aquella empresa con más de siete trabajadores.

Pero la evolución continúa…

Todos los congresos del Partido –la máxima instancia de gobierno del país que se realiza cada cinco años- han discutido sobre la propiedad privada, aumentando su espacio, aunque siempre han definido la propiedad pública como predominante que es lo que define el estado socialista. Pero es que incluso han cambiado la Constitución varias veces. Al principio, la Carta Magna china decía que la empresa individual era un complemento de la economía socialista. Más tarde se añadió que la economía privada era parte importante de la economía socialista. Y finalmente, el año 2004 se detalla que el estado dará protección a la propiedad privada legalmente adquirida y si hay expropiación se dará una compensación adecuada. Esta nueva ley, que es más concreta, sólo ha sido el resultado de estas decisiones y de los cambios en la Constitución. El hecho de que aquí en España se haya saludado esta ley como una gran innovación demuestra que no se sabe mucho lo que está ocurriendo en China. Es un texto legal muy importante, cierto, pero sólo es un paso más dentro del proceso iniciado en 1978.

¿Estos cambios llegarán al punto de que en China se reconozca la implantación del capitalismo?

China tiene una economía de mercado que cada vez es más difícil de distinguir del capitalismo. En China existe la propiedad privada, hay empresarios que tienen cientos de miles de trabajadores y que se quedan con los beneficios que generan sus empresas. Un observador occidental te describirá este sistema como capitalista. Sin embargo Deng Xiaoping te diría que para poder dar “a cada cual según sus necesidades”, síntesis del comunismo, es necesario un país muy rico.

Con el sistema de planificación soviética, China era un país muy pobre, por lo que el Pequeño Timonel pensó que cabía desarrollar las clases productivas. En la llamada fase inicial del socialismo, Deng defiende que todo lo que contribuya al desarrollo del país es válido. Sin el desarrollo económico jamás se podrá dar a cada cual según sus necesidades.

¿Todo es válido, incluso el capitalismo?

Los dirigentes defienden que el desarrollo que vive China no se basa en el capitalismo sino en la fase inicial del socialismo, en la cual unos se enriquecen antes que otros para que luego los ricos hagan avanzar a los demás para conseguir así la prosperidad común. Conseguido este objetivo, al final cualquiera podrá ir a la tienda y coger lo que necesite, sólo lo que necesite, sin coste alguno. En esta primera fase todo lo que ayude al desarrollo económico es bien acogido. Cuando se aplica una medida que aporte al desarrollo de las fuerzas productivas no se pregunta si la iniciativa es socialista o no: “Da igual que el gato sea blanco o sea negro…

…lo que importa es que cace ratones” (Deng Xiaoping).

Todo lo demás es igual. La fase inicial del socialismo es una teoría que les permite rebautizar todo lo que nosotros llamamos capitalismo. La cuestión reside en si realmente una vez se supere esta primera fase, el país volverá a consolidar el socialismo puro. Pero son interrogantes que el futuro deberá responder.

Usted afirma en el libro que cuanto más se desarrolla la economía menos poder tiene el PCCh. ¿Se refiere a la teoría del economista Amartya Sen que cuánto más rica es la población más democracia y libertad política desea?

¡Es que eso es inevitable! El ciudadano medio de las grandes ciudades de la costa posee su propio teléfono móvil, tiene acceso a Internet, lee prensa de otros países, viaja al extranjero cada dos por tres, trabaja para una empresa privada china o incluso extranjera, es decir que no recibe su sueldo del Estado… a ver quién es capaz de hacerle un lavado de cerebro a este hombre.

Es cierto que tienen acceso a Internet, pero con una fuerte censura.

Puedes poner la censura que quieras en Internet, pero es como ponerle puertas al campo. Internet plantea el reto de fondo de China. El Gobierno querría poder disponer de todas las ventajas que supone el acceso a la red, lo que significa ser un país del siglo XXI, pero sin tener que pagar el precio del cambio político. Pero eso es imposible y no puedes evitar que la gente esté cada vez más enterada de lo que sucede en el mundo. La única alternativa es suprimir Internet y vivir, así, en un país del siglo XIX. El Gobierno desea, ante todo, que China sea un país rico y fuerte. Ya mirarán de controlar Internet a través de censores, pero si no pueden, qué se le hará. Pekín podía haber actuado tal como hicieron Pyongyang o Cuba, donde prácticamente no se tiene acceso a la red.

El caso de Internet es similar a lo que sucede con los jóvenes chinos que van a estudiar al extranjero. Las autoridades querrían que volviesen a China siendo médicos, abogados o economistas preparados pero sin ideas nuevas en la cabeza, pero eso no es posible y lo saben. Pero prefieren que vayan fuera a estudiar aunque luego traigan consigo nuevos valores que disgusten al Gobierno. Quieren construir un país moderno y eso, inevitablemente, les llevará al cambio político desde dentro del sistema en cuanto lleguen al poder las nuevas generaciones y haya más demandas de libertad política. De hecho están estudiando la democracia en países como Suecia, por ejemplo.

¿Entonces, cree que China vivirá un proceso democrático al estilo occidental aunque Pekín siempre hable de la democracia al estilo chino?

Todo indica que China acabará convirtiéndose en una socialdemocracia, adoptando un sistema mezcla de comunismo y capitalismo con un sector estatal muy fuerte. Ya hay teóricos chinos que lo anuncian abiertamente y el principal economista del país ya describe el socialismo como una economía de mercado con justicia social… Deng Xiaoping ya defendía que el impuesto sobre la renta ha de usarse para nivelar la sociedad y eso lo dicen aquí, no sólo los socialdemócratas sino los conservadores.

El hecho de que un hombre como Deng ya tuviera en su época la mente tan liberada es algo extraordinario. Cuando llegó al poder se dio cuenta de que el sistema no funcionaba. Él anhelaba un país rico y fuerte que no volviera a ser humillado por las potencias extranjeras como sucedió durante años.

¿Las disputas entre los aperturistas y los conservadores pueden provocar escisiones dentro del PCCh?

Hay algo contra lo que los más conservadores no pueden luchar: la edad. Los dirigentes más conservadores, que son los de edad más avanzada, poco a poco irán desapareciendo, dejando paso a la nueva generación de líderes, que estará formada por dirigentes que habrán estudiado en el extranjero y que habrán vivido toda su vida bajo Deng Xiaoping, y no bajo la dirección de Mao Tse-tung. Los ancianos tienen las de perder y los jóvenes, que no vivieron la revolución, ya lo ven todo de otra manera.

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