Hace algunos meses que el analista Alfredo Barnechea transita por los medios hablando de la necesidad de crear un centro progresista. ¿Qué se esconde detrás de esta etiqueta y cómo encajarla en la realidad política? Una aproximación.
El centro progresista es, según el propio Barnechea, la síntesis de derecha e izquierda:
En el Perú hay dos posiciones. Una de derecha, que considera que el mercado lo resuelve todo. (…) Hay otro lado, que es la izquierda, que no se ha reinventado todavía, sigue arcaica, que cree que el Estado lo resuelve todo. Ambas posiciones están equivocadas porque la solución está en un centro progresista, que es una posición que combine ambas cosas.
El discurso de derecha nos dicen que el crecimiento y la estabilidad fiscal van por encima de todas las cosas. Por ello pide mano dura cuando protestas populares ponen en riesgo inversiones mineras o cuando un paro amenaza con obstaculizar el crecimiento económico.
El discurso de izquierda, en cambio, se concentra en las desigualdades sociales y reclama un Estado que redistribuya de arriba para abajo. Cuando Javier Diez Canseco - figura emblemática de la izquierda peruana - exige que las grandes empresas paguen mayores impuestos o cuando se opone a las privatizaciones se basa en el modelo del Estado redistribuidor.
El centro progresista que Barnechea propone no está dispuesto a sacrificar la estabilidad fiscal a favor de un Estado derrochador. Sabe que para distribuir riqueza hay que crearla primero. En otros países, este camino medio (llamado también tercera vía) es representado por la socialdemocracia: Está el Partido Laborista de Tony Blair en Gran Bretaña o el Partido Socialista Obrero de España (PSOE) con Zapatero en España. Sin ir muy lejos, el Partido por la Democracia Social (PDS), liderado por Susana Villarán, maneja este concepto en el Perú.
Hablar de un centro progresista es, en todo caso, una etiqueta vendedora. Nos sugiere que la socialdemocracia hace progresar a un país.
Como es de esperarse, el reproche que Barnechea hace al saliente gobierno de Alejandro Toledo es no haber visto el problema de la redistribución:
Se podrá duplicar las exportaciones, hacer los ajustes que se quiera, pero no vamos a ser un país desarrollado por eso, porque ahí no están los problemas. Lo que está faltando son las reformas en la política y en la Constitución. Qué hacer con la justicia, con la educación, con la gente.
Aquí hay una idea interesante. Cuando el APRA y buena parte de la izquierda hablan de justicia social, se refiere principalmente a la redistribución económica. En las elecciones del 2002, el rostro de Alan García aparecía en afiches acompañado de frases como: Vamos a reducir las tarifas abusivas. Por otro lado, el APRA maneja también un discurso de derecha. García tiene al crecimiento chino como referente explícito y defiende la firma del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU.
Barnechea, en cambio, hace hincapié en reformas estructurales y las pone por encima de la mera redistribución económica. Pespectiva interesante en tanto se trata de liberar potenciales de crecimiento autónomos en vez de forjar clientelismos.
Debemos, pues, entender el concepto de redistribución en un sentido amplio. El acceso de todos a la justicia y a la educación son dos bienes fundamentales para construir igualdad. La tarea del próximo gobierno deberá centrarse, entonces, en la redistribución de derechos y oportunidades en vez de ofertar subsidios y rebajas. Bajo qué rótulo se presenten estas ideas es lo de menos.
Por Evaristo Pentierra
Entrevista de Zenaida Solís a Alfredo Barnechea: El Dilema del Centro. Publicado en Caretas N° 1892.
El centro progresista es, según el propio Barnechea, la síntesis de derecha e izquierda:
En el Perú hay dos posiciones. Una de derecha, que considera que el mercado lo resuelve todo. (…) Hay otro lado, que es la izquierda, que no se ha reinventado todavía, sigue arcaica, que cree que el Estado lo resuelve todo. Ambas posiciones están equivocadas porque la solución está en un centro progresista, que es una posición que combine ambas cosas.
El discurso de derecha nos dicen que el crecimiento y la estabilidad fiscal van por encima de todas las cosas. Por ello pide mano dura cuando protestas populares ponen en riesgo inversiones mineras o cuando un paro amenaza con obstaculizar el crecimiento económico.
El discurso de izquierda, en cambio, se concentra en las desigualdades sociales y reclama un Estado que redistribuya de arriba para abajo. Cuando Javier Diez Canseco - figura emblemática de la izquierda peruana - exige que las grandes empresas paguen mayores impuestos o cuando se opone a las privatizaciones se basa en el modelo del Estado redistribuidor.
El centro progresista que Barnechea propone no está dispuesto a sacrificar la estabilidad fiscal a favor de un Estado derrochador. Sabe que para distribuir riqueza hay que crearla primero. En otros países, este camino medio (llamado también tercera vía) es representado por la socialdemocracia: Está el Partido Laborista de Tony Blair en Gran Bretaña o el Partido Socialista Obrero de España (PSOE) con Zapatero en España. Sin ir muy lejos, el Partido por la Democracia Social (PDS), liderado por Susana Villarán, maneja este concepto en el Perú.
Hablar de un centro progresista es, en todo caso, una etiqueta vendedora. Nos sugiere que la socialdemocracia hace progresar a un país.
Como es de esperarse, el reproche que Barnechea hace al saliente gobierno de Alejandro Toledo es no haber visto el problema de la redistribución:
Se podrá duplicar las exportaciones, hacer los ajustes que se quiera, pero no vamos a ser un país desarrollado por eso, porque ahí no están los problemas. Lo que está faltando son las reformas en la política y en la Constitución. Qué hacer con la justicia, con la educación, con la gente.
Aquí hay una idea interesante. Cuando el APRA y buena parte de la izquierda hablan de justicia social, se refiere principalmente a la redistribución económica. En las elecciones del 2002, el rostro de Alan García aparecía en afiches acompañado de frases como: Vamos a reducir las tarifas abusivas. Por otro lado, el APRA maneja también un discurso de derecha. García tiene al crecimiento chino como referente explícito y defiende la firma del Tratado de Libre Comercio con los EE.UU.
Barnechea, en cambio, hace hincapié en reformas estructurales y las pone por encima de la mera redistribución económica. Pespectiva interesante en tanto se trata de liberar potenciales de crecimiento autónomos en vez de forjar clientelismos.
Debemos, pues, entender el concepto de redistribución en un sentido amplio. El acceso de todos a la justicia y a la educación son dos bienes fundamentales para construir igualdad. La tarea del próximo gobierno deberá centrarse, entonces, en la redistribución de derechos y oportunidades en vez de ofertar subsidios y rebajas. Bajo qué rótulo se presenten estas ideas es lo de menos.
Por Evaristo Pentierra
Entrevista de Zenaida Solís a Alfredo Barnechea: El Dilema del Centro. Publicado en Caretas N° 1892.
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