TRIBUNA: JOSE PRAT
Andrés Saborit
JOSE PRAT 30/01/1980
A los noventa años de su edad, en Valencia, ha muerto Andrés Saborit, socialista admirable, encarnación viva del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores, en los que ha luchado más de tres cuartas partes de siglo. Historia austera y ejemplar la suya, servidor íntegro de las ideas, hombre de acción firme y elevada, maestro del socialismo como síntesis profunda de conducta e ideal. En su respetada veteranía ha sido el testimonio más completo del pasado y de las esperanzas del movimiento obrero socialista español.Tipógrafo, como Iglesias
Aprendiz de tipógrafo, Saborit, muchacho alcalaíno huérfano de padre bien pronto, se destacó por su laboriosidad, inteligencia y honradez y por su sentimiento de solidaridad con los compañeros. En la Asociación del Arte de Imprimir se reveló precozmente como luchador obrero, con ansia de saber y ansia de ideal. Tras las penosas jornadas del tipógrafo escribía sus primeras cuartillas de asuntos sindicales y políticos. Muy estimado por Pablo Iglesias, muy exigente con su propia conciencia, su pluma fustigaba con veracidad y valentía toda injusticia.
Destacó en seguida en la Agrupación Socialista Madrileña y no tardó en sufrir la denuncia de un fiscal, que le acusaba de delito de prensa. Era costumbre de los periodistas de oposición que tenían correligionarios en el Parlamento y no firmaban los artículos atribuir la paternidad de los mismos a algún diputado amigo. Pablo Iglesias era ya diputado por Madrid, elegido en la conjunción republicano-socialista en 1910. A Saborit no se le ocurrió acudir a tal recurso. Y fue condenado a unos meses de prisión, que extinguió día por día. Iglesias le dijo que aplaudía su actitud, única decorosa. En ningún caso él hubiera faltado a la verdad.
Episodio capital en la historia contemporánea de España es la huelga de agosto de 1917, insertada en el proceso de crisis política del país, que, con la primera guerra mundial por fondo, se exterioriza en los efectos económicos de aquélla, las Juntas Militares de Defensa, la Asamblea de Parlamentarios y la debilidad de los partidos políticos tradicionales. El empeño de enfrentarse a fondo con los problemas del país alienta a la huelga de agosto, que suscita en el Gobierno actitudes de dura represión, ya que sus causas no fueron tratadas a tiempo y con visión profunda. El más joven de los miembros del comité de huelga es Andrés Saborit. Con sus compañeros Besteiro, Largo Caballero y Anguiano es condenado por el consejo de guerra a reclusión perpetua -treinta años-, que pasaron a cumplir al penal de Cartagena.
Diputado por Asturias
La derrota de agosto de 1917 significó el triunfo político de las elecciones generales de 1918, en cuanto a la libertad de los miembros del comité de huelga y las perspectivas que abría al partido en la vida parlamentaria. Félix Azzati, el político valenciano, amigo de Blasco Ibáñez, lanzó desde las columnas de El Pueblo de aquella ciudad la idea de presentar como candidatos a diputados a los cuatro socialistas presos en Cartagena. La conjunción republicano-socialista triunfó en los distritos en que fueron candidatos: así, Besteiro salió diputado por Madrid; Largo Caballero, por Barcelona; Anguiano, por Valencia, y Saborit. por Asturias. Desde entonces, hasta que renunció a ello, en 1931, por luchar en Madrid, por mandato del partido, fue sin interrupción diputado por Asturias en todos los Parlamentos de la monarquía de Alfonso XIII, sin más excepción que la Asamblea no democrática que creó el general Primo de Rivera. en la que los socialistas se negaron a participar.
Famosos y memorables son los discursos de estos y entonces noveles diputados, en los que se presentaron los hechos de la huelga revolucionaria y los problemas políticos y sociales de España. Saborit se reveló como formidable parlamentario con sus discursos en dos sesiones, muy documentado y certero con la crítica implacable del Gobierno.
Secretario del partido
El 14 de abril de 1921, tras la separación de los partidarios de la III Internacional en el famoso Congreso Extraordinario que rechazó las veintiuna condiciones de Moscú, Saborit fue elegido secretario del partido. Constituían la ejecutiva: Pablo Iglesias, en la presidencia; Besteiro, vicepresidente; secretario-tesorero, Saborit; Francisco Núñez Tomás, vicesecretario; Fermín Blázquez, secretario de actas, y vocales: Largo Caballero, Prieto, Fernández Quer, Fernando de los Ríos, Toribio Pascual y Lucio Martínez Gil. Seguía Iglesias de director de El Socialista, con Fabra Ribas de subdirector. No mucho después, los quebrantos de salud de «el abuelo» llevaron a Saborit a la dirección del periódico.
En el gran debate que se hizo en aquel congreso sobre la aceptación o no de las «veintiuna condiciones», es decir, el ingreso en la Internacional Comunista, en el que fue decisivo el informe adverso de Fernando de los Ríos, comisionado con Anguiano para visitar Moscú, el de Saborit fue uno de los discursos decisivos. Apoyó con firmeza la carta de Iglesias en favor de la propuesta de De los Ríos, y sin renunciar en' nada a las ideas programáticas del partido encontró sólidas razones ideológicas y tácticas en la defensa de los intereses del proletariado para defender la no integración en el comunismo.
Década 1921-1930
Saborit, en la secretaría del partido; Largo Caballero, en la de UGT; Iglesias, en la presidencia, que su salud le impedía ejercer en plenitud, y Besteiro, en la vicepresidencia, y desde 1925, en que murió Iglesias, en la presidencia encabeza la política firme y perspicaz que fortalece y acrecíenta el,poder del movimiento obrero, estimula la formación política y cultural de los trabajadores, impone respeto a los Gobiernos y a la dictadura de Primo de Rivera, logra positivos avances acordes con la política de los socialistas europeos en la OIT (que regenta el socialista francés Albert Thomas, quien tiene de cercano colaborador a Antonio Fabra Ribas) y logra para la causa democrática apoyos crecientes de la opinión pública.
Lejos de comprometerse en la política del sistema dictatorial, lo somete a su crítica, que ejercen los socialistas en el Instituto de Reformas Sociales, convertido en el Consejo de Trabajo, en el propio Consejo de Estado, adonde acude Largo Caballero designado por la UGT, en la prensa y en la opinión pública.
Saborit, con singular tenacidad, fue uno de los principales artífices de aquella política.
Dos tácticas
Ante la crisis del Estado, Saborit no vacila en contribuir a la defensa de la libertad y del progreso. Regresa al Ayuntamiento de Madrid, en 1930, al ser restablecido en sus puestos los últimos concejales de elección popufar anteriores al 13 de septiembre de 1923, y a la vez que reanuda sutarea de gestor eminente e íntegro de los intereses de la ciudad, trabaja con ardor en la preparación de las elecciones municipales de abril de 1931, que, como había previsto Besteiro, significarían la caída del régimen. El mismo, con los concejales electos, proclamó la República en la plaza de la Villa en aquella famosa efeméride.
No quiso ser alcalde, pero trabajó como el mejor de todos
El partido pensaba en Saborit como alcalde indiscutible, pues grandes eran ya su experiencia y servicios como concejal. En 1931 fue elegido por el distrito de la Universidad y, designado primer teniente de alcalde, dirigió la política municipal con admiración y respeto de todos. El reciente libro escrito por José Manuel Flores y Joaquín García Murillo revela lo que fue la formidable tarea de dos años de administración democrática del Ayuntamiento de Madrid, que Saborit simboliza: «De hecho», dicen estos investigadores, «desarrolló una gran actividad en todos los campos, pudiendo calificarle de verdadero artífice de la política municipal socialista en Madrid.» Supera a toda ponderación lo que se hizo y se preparó en tan breve tiempo, antes de la absurda suspensión de concejales que dispuso el Gobierno de Lerroux, el plan de extrarradio y ensanche, la ordenación de espacios libres, la apertura de la Casa de Campo, donada al pueblo de Madrid, la municipalización de servicios directa o en consorcio con empresas privadas, la regulación de los mercados, la construcción y apertura de más de doscientas escuelas, el control y ampliación del Metro, la proposición de ley -llamada de Saborit- sobre sanidad urbana, la reforma tributaria local e impuesto de plusvalía del suelo, las casas baratas y cooperativas de viviendas, la reorganización de la Aldministración y servicios del Municipio, la colaboración con, Manuel Muiño, formidable con-
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Aprendiz de tipógrafo, Saborit, muchacho alcalaíno huérfano de padre bien pronto, se destacó por su laboriosidad, inteligencia y honradez y por su sentimiento de solidaridad con los compañeros. En la Asociación del Arte de Imprimir se reveló precozmente como luchador obrero, con ansia de saber y ansia de ideal. Tras las penosas jornadas del tipógrafo escribía sus primeras cuartillas de asuntos sindicales y políticos. Muy estimado por Pablo Iglesias, muy exigente con su propia conciencia, su pluma fustigaba con veracidad y valentía toda injusticia.
Destacó en seguida en la Agrupación Socialista Madrileña y no tardó en sufrir la denuncia de un fiscal, que le acusaba de delito de prensa. Era costumbre de los periodistas de oposición que tenían correligionarios en el Parlamento y no firmaban los artículos atribuir la paternidad de los mismos a algún diputado amigo. Pablo Iglesias era ya diputado por Madrid, elegido en la conjunción republicano-socialista en 1910. A Saborit no se le ocurrió acudir a tal recurso. Y fue condenado a unos meses de prisión, que extinguió día por día. Iglesias le dijo que aplaudía su actitud, única decorosa. En ningún caso él hubiera faltado a la verdad.
Episodio capital en la historia contemporánea de España es la huelga de agosto de 1917, insertada en el proceso de crisis política del país, que, con la primera guerra mundial por fondo, se exterioriza en los efectos económicos de aquélla, las Juntas Militares de Defensa, la Asamblea de Parlamentarios y la debilidad de los partidos políticos tradicionales. El empeño de enfrentarse a fondo con los problemas del país alienta a la huelga de agosto, que suscita en el Gobierno actitudes de dura represión, ya que sus causas no fueron tratadas a tiempo y con visión profunda. El más joven de los miembros del comité de huelga es Andrés Saborit. Con sus compañeros Besteiro, Largo Caballero y Anguiano es condenado por el consejo de guerra a reclusión perpetua -treinta años-, que pasaron a cumplir al penal de Cartagena.
Diputado por Asturias
La derrota de agosto de 1917 significó el triunfo político de las elecciones generales de 1918, en cuanto a la libertad de los miembros del comité de huelga y las perspectivas que abría al partido en la vida parlamentaria. Félix Azzati, el político valenciano, amigo de Blasco Ibáñez, lanzó desde las columnas de El Pueblo de aquella ciudad la idea de presentar como candidatos a diputados a los cuatro socialistas presos en Cartagena. La conjunción republicano-socialista triunfó en los distritos en que fueron candidatos: así, Besteiro salió diputado por Madrid; Largo Caballero, por Barcelona; Anguiano, por Valencia, y Saborit. por Asturias. Desde entonces, hasta que renunció a ello, en 1931, por luchar en Madrid, por mandato del partido, fue sin interrupción diputado por Asturias en todos los Parlamentos de la monarquía de Alfonso XIII, sin más excepción que la Asamblea no democrática que creó el general Primo de Rivera. en la que los socialistas se negaron a participar.
Famosos y memorables son los discursos de estos y entonces noveles diputados, en los que se presentaron los hechos de la huelga revolucionaria y los problemas políticos y sociales de España. Saborit se reveló como formidable parlamentario con sus discursos en dos sesiones, muy documentado y certero con la crítica implacable del Gobierno.
Secretario del partido
El 14 de abril de 1921, tras la separación de los partidarios de la III Internacional en el famoso Congreso Extraordinario que rechazó las veintiuna condiciones de Moscú, Saborit fue elegido secretario del partido. Constituían la ejecutiva: Pablo Iglesias, en la presidencia; Besteiro, vicepresidente; secretario-tesorero, Saborit; Francisco Núñez Tomás, vicesecretario; Fermín Blázquez, secretario de actas, y vocales: Largo Caballero, Prieto, Fernández Quer, Fernando de los Ríos, Toribio Pascual y Lucio Martínez Gil. Seguía Iglesias de director de El Socialista, con Fabra Ribas de subdirector. No mucho después, los quebrantos de salud de «el abuelo» llevaron a Saborit a la dirección del periódico.
En el gran debate que se hizo en aquel congreso sobre la aceptación o no de las «veintiuna condiciones», es decir, el ingreso en la Internacional Comunista, en el que fue decisivo el informe adverso de Fernando de los Ríos, comisionado con Anguiano para visitar Moscú, el de Saborit fue uno de los discursos decisivos. Apoyó con firmeza la carta de Iglesias en favor de la propuesta de De los Ríos, y sin renunciar en' nada a las ideas programáticas del partido encontró sólidas razones ideológicas y tácticas en la defensa de los intereses del proletariado para defender la no integración en el comunismo.
Década 1921-1930
Saborit, en la secretaría del partido; Largo Caballero, en la de UGT; Iglesias, en la presidencia, que su salud le impedía ejercer en plenitud, y Besteiro, en la vicepresidencia, y desde 1925, en que murió Iglesias, en la presidencia encabeza la política firme y perspicaz que fortalece y acrecíenta el,poder del movimiento obrero, estimula la formación política y cultural de los trabajadores, impone respeto a los Gobiernos y a la dictadura de Primo de Rivera, logra positivos avances acordes con la política de los socialistas europeos en la OIT (que regenta el socialista francés Albert Thomas, quien tiene de cercano colaborador a Antonio Fabra Ribas) y logra para la causa democrática apoyos crecientes de la opinión pública.
Lejos de comprometerse en la política del sistema dictatorial, lo somete a su crítica, que ejercen los socialistas en el Instituto de Reformas Sociales, convertido en el Consejo de Trabajo, en el propio Consejo de Estado, adonde acude Largo Caballero designado por la UGT, en la prensa y en la opinión pública.
Saborit, con singular tenacidad, fue uno de los principales artífices de aquella política.
Dos tácticas
Ante la crisis del Estado, Saborit no vacila en contribuir a la defensa de la libertad y del progreso. Regresa al Ayuntamiento de Madrid, en 1930, al ser restablecido en sus puestos los últimos concejales de elección popufar anteriores al 13 de septiembre de 1923, y a la vez que reanuda sutarea de gestor eminente e íntegro de los intereses de la ciudad, trabaja con ardor en la preparación de las elecciones municipales de abril de 1931, que, como había previsto Besteiro, significarían la caída del régimen. El mismo, con los concejales electos, proclamó la República en la plaza de la Villa en aquella famosa efeméride.
No quiso ser alcalde, pero trabajó como el mejor de todos
El partido pensaba en Saborit como alcalde indiscutible, pues grandes eran ya su experiencia y servicios como concejal. En 1931 fue elegido por el distrito de la Universidad y, designado primer teniente de alcalde, dirigió la política municipal con admiración y respeto de todos. El reciente libro escrito por José Manuel Flores y Joaquín García Murillo revela lo que fue la formidable tarea de dos años de administración democrática del Ayuntamiento de Madrid, que Saborit simboliza: «De hecho», dicen estos investigadores, «desarrolló una gran actividad en todos los campos, pudiendo calificarle de verdadero artífice de la política municipal socialista en Madrid.» Supera a toda ponderación lo que se hizo y se preparó en tan breve tiempo, antes de la absurda suspensión de concejales que dispuso el Gobierno de Lerroux, el plan de extrarradio y ensanche, la ordenación de espacios libres, la apertura de la Casa de Campo, donada al pueblo de Madrid, la municipalización de servicios directa o en consorcio con empresas privadas, la regulación de los mercados, la construcción y apertura de más de doscientas escuelas, el control y ampliación del Metro, la proposición de ley -llamada de Saborit- sobre sanidad urbana, la reforma tributaria local e impuesto de plusvalía del suelo, las casas baratas y cooperativas de viviendas, la reorganización de la Aldministración y servicios del Municipio, la colaboración con, Manuel Muiño, formidable con-
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