Hacia un pacto progresista global
JESÚS CALDERA JOHN PODESTA 02/10/2009
El mundo atraviesa un momento histórico, como quedó reflejado la pasada semana en la Asamblea de las Naciones Unidas en Nueva York y en la reunión del G-20 en Pittsburgh. Los líderes del G-20 han logrado con éxito evitar que la crisis financiera, así como la recesión económica que desencadenó, se convirtiera en una depresión global similar a la de 1930 y, se están enfrentando al desafío de abordar el fenómeno del cambio climático. Aun así, ciudadanos de todo el mundo todavía padecen las consecuencias negativas de estos problemas. Rico o pobre, residente en los polos o en las regiones más tropicales, heredero de la cultura latina o miembro de una tribu africana, cualquier habitante del planeta está siendo afectado por la crisis financiera y por el calentamiento global.
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Los principios de justicia social y sostenibilidad deben ser la base para salir de la crisis
El Estado será crucial para marcar las nuevas reglas de juego
Aunque se ha avanzado notablemente tanto en Nueva York como en Pittsburgh, ahora no es el momento de sentarnos a contemplar nuestros logros.
Y precisamente por esta razón, y desde una perspectiva progresista, la Fundación Ideas para el Progreso y el Center for American Progress nos reunimos el 1 y 2 de octubre en la Casa de América de Madrid, bajo el título Hacia un nuevo pacto progresista global, con los think-tanks progresistas más importantes del mundo. En una conferencia en la que participan más de 200 académicos, investigadores y políticos de 30 nacionalidades distintas con el propósito de intercambiar propuestas y ofrecer soluciones, globales y progresistas, a los grandes desafíos a los que se enfrenta hoy la Humanidad.
Lo hacemos después del G-20 y antes de la próxima presidencia española de la UE para asegurarnos de que España y Europa lideran los próximos pasos en la agenda mundial. Y lo hacemos desde una nueva perspectiva transatlántica porque estamos convencidos de que el impulso de Obama y Zapatero es fundamental para que esa agenda de futuro tenga un marcado carácter progresista.
Hace unos años, antes de la era neoconservadora de Bush y Aznar, los progresistas de ambos lados del Atlántico se reunían en torno al proyecto de la Tercera Vía. Eran tiempos de profundo optimismo, en los que se predijo el fin de la historia y se anticipó el fin de las diferencias ideológicas y el conflicto, esperando que la expansión del capitalismo de mercado facilitara un crecimiento sostenido y estable, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo.
Hoy el mundo es un lugar distinto. No somos pesimistas, pero nos enfrentamos a nuevos desafíos y estos desafíos necesitan una nueva agenda progresista. En nuestra opinión, la nueva agenda tiene que basarse en cua
-tro pilares: 1) la transición hacia una economía baja en carbono en la que el Estado dinamizador genere nuevos mercados para la energía renovable y los servicios que respeten el medio ambiente, y que, a su vez, creen trabajos de futuro; 2) la conformación de una nueva alianza mundial para el desarrollo y la lucha contra la pobreza; 3) el establecimiento de un nuevo esquema mundial de lucha contra el cambio climático y el calentamiento global; y 4) la aplicación de un nuevo concepto de seguridad sostenible en el que la ayuda humanitaria y el desarrollo institucional sean tan importantes como la acción militar en las zonas en conflicto.
El objetivo de nuestras discusiones en Madrid es debatir con las mejores mentes progresistas del mundo cómo desarrollar esta agenda, así como la manera de aplicarla.
Y lo haremos desde la esperanza y el optimismo, rechazando el miedo y la incertidumbre que caracteriza a los conservadores y los defensores del status quo. Porque la crisis económica actual no sólo nos plantea profundos desafíos, sino que también nos ofrece tremendas oportunidades para promover el cambio progresista.
También lo haremos desde la convicción de que cualquier salida a la crisis tiene que pasar por un proyecto colectivo, entre personas y entre países. La dependencia que tenemos los unos de los otros implica que las soluciones deben basarse en la cooperación entre los diferentes actores del mercado, del Estado y de la esfera internacional.
Además de compartir una agenda común en las cuatro áreas mencionadas anteriormente, los progresistas compartimos dos principios que guiarán las acciones que tomemos en todas ellas: los principios de justicia social y de sostenibilidad que nos definen y que nos hacen reconocernos como progresistas en todas las partes del planeta. En virtud del principio de justicia social, cualquier salida a la crisis planteada en los diferentes ámbitos mencionados debe realizarse sin dejar a nadie atrás e intentando maximizar el número de ciudadanos que se beneficien de la nueva realidad que construyamos. Y en virtud del principio de sostenibilidad nuestras reformas deben buscar que el mundo de mañana sea mejor que el de hoy.
Por eso, proponemos nuevas acciones políticas simultáneas, que se alimentan unas a otras. Por ejemplo, para salir de la crisis económica y la crisis climática al mismo tiempo debemos impulsar una nueva revolución industrial que genere empleos verdes. O para asegurar la paz y la cohesión social mundial a la vez, debemos establecer una nueva alianza internacional para el desarrollo que ponga en marcha nuevas estructuras mundiales y nuevos acuerdos comerciales y financieros. En todos los casos, estas acciones serán progresistas si logran avanzar y no retroceder. Si afrontan los retos y los convierten en oportunidades. Si abandonan la retórica de los derechos conseguidos y están motivadas por los nuevos derechos a conquistar. Y si aspiran a garantizar al mismo tiempo la sostenibilidad económica, social y medioambiental de la sociedad del futuro.
El modelo económico neoliberal en el que hemos vivido las últimas décadas ha mostrado su fracaso estrepitoso. Ahora nos toca sustituirlo por uno nuevo, más sostenible y más justo. Y para ello, el papel del Estado será crucial para marcar las nuevas reglas de juego, para aportar su visión estratégica de largo plazo y para jugar un papel dinamizador de los agentes económicos y sociales durante la fase de transición hacia el nuevo modelo.
Éstos serán los fundamentos del Nuevo Pacto Progresista Global, cuyos principios centrales aspiramos a esbozar durante estos días en Madrid.
Firman este artículo Jesús Caldera Sánchez Capitán, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Ideas, y John Podesta, presidente del Center for American Progress.
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