Indalecio Prieto, socialista y español
Octavio Cabezas
Algaba. Madrid, 2005. 765 páginas, 27 euros
Lytton Strachey dijo que escribir una biografía sobresaliente era, probablemente, tan difícil como vivirla. Toda biografía tiene un componente de ficción que se resiste a la afición de los historiadores por ofrecer modelos explicativos de la realidad social y, mientras la historia vivió empeñada en presentarse como una ciencia, a la biografía no le cupo otra posibilidad que la de escaparse por la puerta falsa. Quizá por eso, el género aparece, en algunas sociedades, en un terreno de nadie que tiene límites imprecisos con la historia, con la literatura, o con la simple crónica. Y como suele ocurrir tantas veces, estos “géneros de frontera” suelen tener un atractivo irresistible para los lectores.También es verdad que no todas las biografías tienen el mismo grado de dificultad y, al margen del número y accesibilidad de los documentos que existan para realizarla, hay vidas que exigen un esfuerzo devastador de quienes intentan abordarlas con la idea de atender a todas las facetas que a veces concurren en una experiencia humana y, a veces, obligan a truncar el relato. Es lo que le pasó a Isabel Burdiel, en su excelente aproximación a Isabel II, o el caso de José álvarez Junco, en su excelente biografía de Lerroux, ejemplar por tantos motivos. También Santos Juliá tuvo que acotar su biografía sobre Manuel Azaña.Un personaje que no cede en complejidad ante cualquiera de los antes citados es Indalecio Prieto que, en sus casi ochenta años de vida, fue lo que ahora se denomina -siempre con admiración- un verdadero “animal político”, de extraordinaria magnitud y complejidad. Incorporado a la vida política en 1899, con dieciséis años, como militante del PSOE, inició inmediatamente su participación en la prensa, para terminar siendo el propietario de “El Liberal” de Bilbao. Fue representante político en Vizcaya desde el año 1911 y obtuvo su primer puesto de diputado a Cortes en 1918. Desde entonces fue una figura clave de su partido en el que se consideraba “socialista a fuer de liberal”. Sus batallas fueron contra el régimen monárquico de la Restauración, pero también contra los nacionalismos, especialmente el vasco, que pretendían minar la solidaridad de las clases trabajadoras. Su apuesta por la vía parlamentaria y por el entendimiento con los partidos republicanos le convirtieron en una opción muy definida dentro del socialismo español, a distancia de la rigidez doctrinal marxista de Julián Besteiro o del tacticismo obrerista de Francisco Largo Caballero. Durante la segunda República desempeñó varias carteras ministeriales y, durante la guerra, fue un personaje clave por su actuación como ministro de Defensa Nacional.Indalecio Prieto fue un político y un periodista de raza que ha dejado tras de sí una enorme obra escrita, aunque muy dispersa, y ha atraído la atención de algunos historiadores (Sáez, Gibaja) con resultados estimables pero que han quedado siempre algo por debajo de la talla del personaje. Es el desafío que ha abordado ahora con éxito Octavio Cabezas, apoyándose en la literatura histórica ya existente y con un apoyo documental muy limitado y sin grandes novedades. El resultado es una obra muy estimable, algo desequilibrada a favor del Prieto del exilio, al que se dedica casi la mitad de la extensión total del libro. Es posible que no estemos aún ante un Prieto definitivo, especialmente en lo que se refiere a los treinta años iniciales de la vida política del personaje, que permitirían un tratamiento más pormenorizado, pero no hay duda de que estamos en el buen camino.
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