Martes, 25 de mayo de 1999
OBITUARIO / RAMON RUBIAL
La nostalgia por aquella izquierda
CONSUELO ALVAREZ DE TOLEDO
Se ha muerto Ramón Rubial, compañero del alma, compañero, y deja a su partido, el PSOE, ayuno de presencia en donde buscar la identidad perdida. Era, indiscutidamente, un hombre bueno, un demócrata profundo. Y era, con la misma intensidad que todo esto, el guardián de las esencias de una izquierda que con él se muere.
Militante del PSOE hasta los tuétanos, aquejaba a Ramón Rubial un cierto patriotismo de partido que le llevaba, como a los padres les ocurre con los hijos, a encontrar siempre un asidero que le permitiera seguir presidiendo la centenaria formación política a la que se había afiliado allá por 1922, cuando el joven vizcaíno sólo tenía 16 años.
Más que por su cargo, presidente del PSOE; más que por su edad: 92 años; más que por su carisma -y tenía todo un carácter- Ramón Rubial era respetado por su vida jalonada de compromiso y coherencia, de honradez y autenticidad. Lo cual, en los tiempos que ahora corren, no abunda ni a izquierda ni a derecha. Ahora habrá quienes hablen de él como referente. Pero lo cierto es que Ramón Rubial simbolizaba la nostalgia por esa izquierda que fue y que ya no es sino el evanescente recuerdo de aquellos años que vivimos tan ardorosamente.
El fallecido presidente del PSOE es la historia misma del siglo que ahora acaba. Nacido en Erandio hace 92 años, Rubial es la encarnación perfecta de la España contemporánea que arranca en sus orígenes desde aquella en la que la pobreza y la injusticia que hacían imperativa la revolución, hasta desembocar en esta que hoy tenemos, más justa sí, más rica, pero también más pobre de principios y de ideas.
El padre de Ramón había llegado al País Vasco desde las altas tierras del Bierzo en busca del trabajo que allí no había. La madre, Leonor Cavia, provenía de Santander. El futuro presidente del PSOE estudia en Erandio, en la escuela de Artes y Oficios, para hacerse tornero. El destino ya está escrito pues, ¿podría haber sido Rubial, con esos mimbres, otra cosa distinta que miembro de la UGT o del PSOE?
«Yo entro a trabajar como aprendiz en unos talleres, donde caigo además con un oficial que también era miembro del Partido Socialista», recordaba Rubial en una entrevista con la agencia OTR Press, realizada hace pocos meses. «Además de la influencia de mi padre, también socialista, ese oficial tuvo una gran influencia en mí. A los 14 años pasé a formar parte de la organización de aprendices del Sindicato Metalúrgico de Vizcaya. A los 16 ya pertenecía a las Juventudes Socialistas».
Milita en la sección de aprendices del Sindicato Metalúrgico de Vizcaya de la UGT y llega a presidir las Juventudes Socialistas. Son los años 30 trepidantes, la hora de la lucha puño en alto, de las huelgas y de los manifiestos. Nombres que ya son historia de clase obrera marcan su vivir: tornero en Zorroza, en Barakaldo, en Reinosa y en 1926 en el Astillero de Sestao. Son palabras mayores para describir los primeros pasos de un hombre que al calor de las fraguas del metal templaba su carácter militante.
Ramón Rubial tiene 30 años cuando comienza la guerra. Se alista voluntario en defensa de la España de la República contra la rebelión iniciada por el general Franco y alcanza el grado de teniente ayudante en el Batallón Mateos.
Las dotes de mando del joven metalúrgico le llevan hasta el V Batallón como comandante. Intenta llegar a Zaragoza, pero el día de Todos los Santos le detienen en Bilbao. Es el 1 de noviembre de 1937 y para Ramón Rubial comienza una nueva guerra: tras ser condenado a muerte le conmutan la pena y le condenan a 30 años de prisión.
Pero Ramón Rubial ha adquirido el temple de los que no se rinden y, desde las cárceles por las que pasa, prosigue su inagotable militancia. Organiza a los socialistas dentro y fuera de prisión. Y así transcurren los días y las noches, a la espera de un futuro que nunca parecía llegar.
En los últimos años del franquismo, Rubial, que siempre apostó por trabajar a pie de obra, es decir, dentro de España, asiste al relevo generacional de su partido.
A partir del congreso de Suresnes ya no habrá tiempo para la nostalgia. La otra cara del socialismo, el felipismo, está todavía oculta pero Ramón Rubial ya ha cumplido su objetivo. Senador en 1977, lehendakari del Gobierno preautonómico, Ramón Rubial se convertirá más tarde en vértice de las distintas corrientes del PSOE cuando, instalados en el poder, llegan las horas de algunas amarguras.
Desde la presidencia Rubial quiere hacer cierta aquella fraternidad tan invocada en los congresos. La ruptura entre Felipe González y Alfonso Guerra le duele particularmente. Pero Rubial recuerda aquellos años de antes de la guerra y sabe que no es la primera vez que hay división en el PSOE.
Lo que lleva peor Rubial es esto de la corrupción; no entiende, o quizá prefiera no entender. Los roldanes, las filesas, el nuevorriquismo, la ostentación, el despilfarro, la España del fácil beneficio y mínimo esfuerzo no era la España por la que luchaba Rubial ni en las huelgas de la margen izquierda del Nervión, ni en el frente de Madrid, ni en el penal del Puerto de Santa María.
La izquierda de Ramón Rubial era otra cosa. Con él, digo, se nos va una parte de la vida. Llega la hora de la nostalgia por aquella izquierda perdida.
Ramón Rubial Cavia nació en Erandio (Vizcaya) el 28 de octubre de 1906 y falleció en Bilbao el 24 de mayo de 1999.
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