sábado, 21 de enero de 2012

La socialdemocracia europea se hunde - Benoit Hamon - Pagina 12 - 2011

BENOÎT HAMON, LIDER DEL ALA MAS RADICAL DEL PS FRANCES

“La socialdemocracia europea se hunde”

Recuperar la marcha del progreso social es la consigna del libro Dar vuelta la página, cuyo autor señala críticamente los años en que la socialdemocracia era aliada del liberalismo.

Por Eduardo Febbro

Desde París

No hay nada mejor que una travesía por la verdad y la responsabilidad para entender el colapso mundial que desembocó en la crisis actual y la parte de responsabilidad que le incumbe a la izquierda europea en ese desastre. Benoît Hamon ofrece ese doble componente. Este dirigente socialista de la nueva generación, hoy portavoz del PS, líder de la corriente más radical del Partido Socialista francés, hizo una síntesis lúcida y responsable no sólo de los estragos del librecambismo liberal sin freno sino, sobre todo, de la forma en que la izquierda europea renunció a sus valores históricos y colaboró con el mercado. “Recuperemos la marcha del progreso social” es la consigna del libro que Benoît Hamon acaba de publicar, Tourner la page (Dar vuelta la página), y cuyo eje es precisamente la idea de dejar atrás los años en que la socialdemocracia fue aliada del liberalismo para construir ahora otra sociedad. Benoît Hamon constata el abismo a donde los mercados financieros arrojaron a la humanidad, la forma en que el neoliberalismo paraliza el progreso social, el consenso que impera en las elites para que sean los pueblos los que paguen la cuenta y la manera en que se pone en tela de juicio el sufragio universal en beneficio de una tecnocracia impune. Tourner la page es una suerte de hoja de ruta, una estrategia hacia la recuperación del progreso social y, sobre todo, una lúcida radiografía de la socialdemocracia y sus años de estrecha colaboración con su enemigo histórico. Frente a una ideología basada en la depredación, el socialismo no fue capaz de defender sus propias alternativas. Hoy, asegura Benoît Hamon, ha llegado la hora de romper el consenso y salir de un sistema económico, social y monetario que sólo acarrea pobreza, destruye empleos y extrae del presente las conquistas sociales obtenidas a lo largo de décadas de lucha.

–Usted apunta en su libro una de las novedades más emblemáticas de la crisis actual: la pérdida de soberanía de los pueblos. El liberalismo tiene miedo del voto, es decir, de la columna vertebral de la democracia.

–Durante mucho tiempo el liberalismo vivió mediante un compromiso entre liberales y socialdemócratas. Pero en el antagonismo entre los socialdemócratas y liberales lo que hoy está claro es que, para los liberales, el sufragio universal es un obstáculo a la idea que estos últimos se hacen de un mundo perfecto, sin trabas, gobernado por los mercados y en el cual los instrumentos de regulación deben estar en manos de agencias independientes, supervisores supranacionales y de aparatos tecnocráticos. Los liberales rehúsan la supervisión política porque tienen la íntima convicción de que el sufragio universal es la dictadura del débil sobre los fuertes, la dictadura de los indigentes cuyas condiciones de vida no les permiten entender la complejidad de las cosas. Yo estoy convencido de que hay que actuar de una forma radicalmente opuesta. Debemos recuperar las bases y los fundamentos de la democracia en las sociedades occidentales y europeas. Esos fundamentos están hoy ampliamente amenazados por 30 años de liberalismo.

–Hoy, en Europa, hay un intento claro de transferir la soberanía nacional, o sea, las políticas decididas por mayorías electas, a instancias tecnocráticas, supranacionales.

–En efecto, entre otras cosas están defendiendo la idea de someter los presupuestos de los Estados europeos a un régimen de sanciones decididas por una instancia tecnocrática como la Comisión Europea o la Corte de Justicia Europea. No. Si yo decido que en mi presupuesto nacional haya diez mil millones de dólares destinados a la educación porque mi pueblo lo necesita y después viene la Corte de Justicia Europea a decirme que no, esto es un absurdo.

–¿Acaso el liberalismo no perdió el miedo a la revolución?

–En este momento, en Europa se están plasmando características revolucionarias: crisis económica, desconexión de las elites, enriquecimiento de los más ricos, sentimiento de una suerte de fatalidad según la cual existe sólo una política posible que se traduce en más esfuerzos para las clases medias y populares, corrupción de las elites y un clima contrario a las mismas. Todo esto crea un contexto muy favorable para la extrema derecha. Para la izquierda, no hay nada peor que el debate se focalice entre, por un lado, la derecha garante de la perpetuación del sistema y, del otro, la extrema derecha que aparece como la única capaz de encarnar la transformación del sistema. La izquierda aparece en este contexto como una mezcla de todo, un poco de sal, un poco de aceite, un poco de pimienta. Estoy muy de acuerdo con el análisis que hace el filósofo Slavoj Zizek cuando dice que las diferencias entre la izquierda y la derecha se resumen en lo esencial a las cuestiones de sociedad, pero las cuestiones sociales y económicas aparecen como sustraídas del debate. La síntesis es que, poco a poco, la socialdemocracia se hunde y desaparece del paisaje político.

–Hay una lógica en ello: la socialdemocracia europea se alió con el capital, formó parte de la arquitectura del mundo actual y no como oposición, sino como socia del modelo actual.

–Así es. Pero la socialdemocracia es la gran perdedora de este pacto. A partir del momento en que el liberalismo económico y el liberalismo político se imponen, el acuerdo entre liberales y socialdemócratas se vuelve mortífero. Eso es lo que está por precipitar la caída de la socialdemocracia europea. Por eso mi libro se llama Dar vuelta la página. Si queremos que la gente vuelva a creer en nosotros, si queremos que se nos escuche cuando decimos que este modelo de desarrollo es un modelo agotado, que el modelo liberal ha fracasado, todo eso pasa por la voluntad de dar vuelta la página y también, sobre todo, por el reconocimiento de que nosotros estamos dentro de esa página que debemos dar vuelta. Cuando hagamos eso, cuando demos vuelta la página, con ello dejaremos atrás una página de nuestra historia marcada por la corresponsabilidad con el sistema actual. No creo que seamos tan responsables como los conservadores o los liberales, no. Nuestra responsabilidad no es equivalente. Ellos son hoy los arquitectos del desmantelamiento del Estado providencia en Europa, cosa que nosotros no queremos. Ello, no obstante, no nos exime del hecho de que, en un momento, creímos que podíamos construir un modelo con los liberales. Por consiguiente, los socialdemócratas europeos tienen una gran responsabilidad con la crisis actual.

–Para usted, entonces, dar vuelta la página significa qué exactamente. ¿Cuál es la dirección?

–Creo que hoy existen los medios de emprender una política radicalmente distinta, aunque más no sea por el hecho de que ya se pueden evocar temas de los que hace diez años no se podía hablar. Sin dudas, la rapidez de la crisis contribuye a ello. Los temas centrales de la transformación son los siguientes: el tema del libre cambio es esencial, o sea, la necesidad de ponerle límites al libre cambio, de regularlo. El segundo tema consiste en saber en qué condiciones se financia el Estado providencia, es decir, la política fiscal. Se trata de saber de qué medios se dispone para financiar la educación, la salud, los servicios públicos, la protección social, la jubilación. Evidentemente, el tema de la política económica y monetaria es central. Sin una política monetaria y económica constante nada se podrá cambiar. Es imposible decir que uno es de izquierda si no se cambia la política fiscal, la política monetaria, la política comercial y la doctrina de la política económica que hoy apuesta por el holocausto, es decir, por la competitividad a través del descenso del costo de la mano de obra, o sea, el trabajo. Hay que cambiar las tres doctrinas: la doctrina monetaria que apuesta por un euro fuerte para controlar la inflación, la doctrina comercial ultra librecambista y la doctrina económica que fundamenta el crecimiento sobre el bajo costo de la mano de obra.

–Usted ha expresado varias veces su reconocimiento ante los cambios que la socialdemocracia supo hacer tangibles en América latina, sobre todo en Brasil, Argentina y, en otro contexto ideológico, Venezuela.

–Lo que me asombró e interpeló en América latina, y digo esto sin negar la dureza del combate, es el hecho de que las cosas se pueden cambiar. Desde luego, la relación de fuerzas que hubo que enfrentar fue poderosa: Lula, Chávez, Evo Morales, Correa, Kirchner, todos se enfrentaron a ello. No es fácil hacer política. Observo que, en lo que atañe a varias cuestiones, por ejemplo la movilización de instrumentos económicos independientes de las instituciones de Breton Woods, o la cuestión de las nacionalizaciones, o la cuestión de la reapropiación de los útiles de producción, en especial cuando se trata de recursos naturales, en todas esas cuestiones América latina demostró que en una economía globalizada es posible reapropiarse de los útiles de producción, redistribuir la riqueza, sin que ello arruine un país. En América latina está la última juventud de la izquierda mundial. Hubo un momento en que esa facultad estuvo en la izquierda europea, ahora no. La izquierda latinoamericana tiene una capacidad de poner en tela de juicio el orden económico mundial que la socialdemocracia europea ya no tiene.


La socialdemócrata Portia Simpson Miller gana las elecciones en Jamaica - ABC - 2011

Kingston, 30 dic (EFE).- La socialdemócrata Portia Simpson Miller, la política más veterana de Jamaica y líder del opositor Partido Nacional Popular (PNP), resultó hoy elegida primera ministra de la isla, con lo que desbancó al que hasta ahora era el dirigente más joven en la historia del país caribeño, Andrew Holness.

"Quiero agradecer al pueblo jamaicano su cariño, su apoyo y que haya concedido al PNP y a su líder su propio mandato", dijo Simpson Miller a los seguidores reunidos ante la sede de su partido.

Con todos los escaños ya adjudicados, y tras unos comicios que transcurrieron sin incidentes violentos destacados y con una participación que no superó el 50 %, el PNP se hizo con 41 de los 63 escaños que estaban en juego, mientras que el partido hasta ahora en el poder, el Partido Laborista de Jamaica (JLP), logró los 22 restantes.

Aunque el recuento oficial de todos los votos no se espera que esté disponible hasta el fin de semana, los resultados ya difundidos permiten afirmar que Simpson Miller volverá a ser la primera ministra de Jamaica (ya lo fue entre 2006 y 2007). Esta será la primera vez que ocupa ese cargo tras ser elegida en las urnas.

La única mujer que hasta el momento ha dirigido Jamaica, aunque tan solo ocupó ese cargo entre marzo de 2006 y septiembre de 2007, es licenciada en administraciones públicas y comenzó en política en 1974, lo que la convierte en la más veterana de su país.

Además, ha liderado su partido desde 2006, cuando dimitió su antecesor, Noel James Patterson.

En estos comicios, a los que estaban llamados a participar 1,64 millones de jamaicanos, estaban en juego 63 escaños (frente a los 60 de antes) y concurrían 150 candidatos, de los que sólo 24 eran independientes o de partidos minoritarios.

Ninguno de ellos logró hacerse con un solo escaño, algo habitual en un país en el que, desde su independencia en 1962, el poder siempre ha estado ejercido por uno de los dos partidos mayoritarios.

En estos comicios, los decimosextos de la historia de la isla, es la primera vez que un partido jamaicano pierde el poder sin encadenar dos mandatos consecutivos.

Con el resultado de hoy, el líder del JLP y actual primer ministro, Andrew Holness, queda como el mandatario que menos tiempo ha estado en el poder en la historia de Jamaica, sólo superado por Donald Sangster, quien no llegó a estar ni dos meses en el poder, al morir por una enfermedad en 1967 poco después de haber sido proclamado primer ministro.

"El pueblo de Jamaica ha hablado. Le deseo lo mejor al nuevo Gobierno. Tiene retos que afrontar, de los que estamos muy al corriente, y esperamos que, por el bien del país, haga un buen trabajo", dijo Holness tras darse a conocer los resultados.

Holness, el primer ministro más joven de la historia de Jamaica a sus 39 años, accedió al poder el pasado octubre, después de la dimisión de su predecesor, Bruce Golding, quien alegó que con su retirada quería abrir el camino a las nuevas generaciones.

Conservador y de centroderecha, Holness, que hasta entonces era ministro de Educación, decidió adelantar las elecciones casi un año respecto al calendario previsto con el ánimo de legitimar su presencia en el cargo y ante el empeoramiento de la economía.

Simpson Miller tomará las riendas de un país cuya deuda ronda el 130 % del producto interior bruto, que tiene un desempleo del 12,9 % y que depende enormemente del turismo, una fuente de ingresos que se ve mermada también por su índice de violencia, uno de los más altos del mundo.

El año pasado, Jamaica ya solicitó un préstamo de 1.270 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI) y durante la campaña electoral la futura primera ministra se ha comprometido a continuar las negociaciones con ese organismo para flexibilizar los plazos de devolución de sus deudas.

Su objetivo es impulsar así la ahogada economía de un país con un nivel de pobreza que ha caído un 66 % en los últimos cuatro años, pero que aún se sitúa en el 19 %.

La líder del PNP, una agrupación que gobernó Jamaica entre 1989 y 2007, asegura que también impulsará la inversión extranjera en la nación e incorporará un programa de empleo de urgencia. EFE


La nueva campaña Roosevelt de Obama - Diario Siglo XXI - 2011

La nueva campaña Roosevelt de Obama


El Presidente Obama ha tomado la decisión de que tiene más probabilidades de ganar si las elecciones dependen de cosas importantes en lugar de minucias
E.J.Dionne

WASHINGTON -- Espera convertir la campaña de las presidenciales de plebiscito en torno a la actual situación de la economía a referendo en torno a la tradición progresista más generalizada que nos convirtió en un país de clase media. Por segunda vez, pretende atar su destino a una batalla por el futuro.

Esta elección tiene beneficios políticos evidentes para un presidente en ejercicio con una economía todavía en horas bajas, y confirma el cambio de Obama del enfoque defensivo de principios de este año a un ataque filosófico agresivo a un Partido Republicano que se ha escorado de forma acusada hacia la derecha. También es la maniobra más audaz que ha realizado el presidente desde que decidió sacar adelante a cualquier precio la reforma sanitaria después incluso de que los Demócratas perdieran su mayoría a prueba de vetos en el Senado a principios de 2010.

El discurso del presidente el martes en Osawatomie, Kansas, lugar del discurso legendario de Theodore Roosevelt "Nuevo Nacionalismo" hace 101 años, fue el discurso de investidura que Obama nunca pronunció. Fue excusa filosófica clara de su presidencia, narrativa evidente que explica las causas de la tesitura de la nación al mismo tiempo, y plan coherente de batalla contra un conservadurismo radicalizado que ahora define al Partido Republicano y que ha marcado el tono de su búsqueda de candidato presidencial.

Al apoyarse en Roosevelt, Obama se vincula sin paliativos a una defensa de la larga tradición progresista e izquierdista de América. El Republicano Roosevelt, después de todo, sacó su inspiración del escritor Herbert Croly, cuya obra "La promesa vital estadounidense" se puede considerar con justicia como manifiesto original del progresismo moderno. El radicalismo del movimiento de protesta fiscal tea party alentó así a un político muy diestro a ocuparse de una tarea que los Demócratas han sido reacios a desempeñar desde la llegada de Ronald Reagan.

Obama ha sido notablemente franco al afirmar que las ideas centrales del progresismo avanzado por Theodore y Franklin Roosevelt eran acertadas, y que los compromisos de la era Reagan con la teoría económica del reparto espontáneo de beneficios económicos entre la sociedad son erróneos directamente. Elogió a Roosevelt por saber que "el libre mercado nunca ha sido una carta blanca para coger lo que quieras de quien quieras" y por entender que "el libre mercado sólo funciona cuando hay reglamentos que garantizan que la competencia es justa y abierta y honesta".

También desmontó la teoría económica de Reagan, teoría que promete que "si eliminamos los reglamentos suficientes y bajamos más impuestos -- a las rentas altas en especial -- nuestra economía será más fuerte".

"Pero el problema es éste", anunciaba Obama. "No funciona. Nunca ha funcionado. No funcionó cuando se intentó una década antes de la Gran Depresión. No es lo que condujo al increíble crecimiento de posguerra de las décadas de los 50 y los 60. Y no funcionó cuando se intentó durante la última década".

Una Casa Blanca que hace unos meses estaba obsesionada con el centro político no toma ahora ninguna precaución, en palabras de un asesor, al pregonar las virtudes de "una visión que a este país le ha funcionado". Pero este asesor también destaca que Obama compara de forma implícita la flexibilidad del progresismo de Roosevelt con la rigidez de la variante actual de conservadurismo. El funcionario apunta los compromisos firmes de Obama con la reforma de la educación, incluyendo su crítica en Osawatomie a "destinar dinero a la educación simplemente".

"Puede usted suscribir la tradición progresista si puede defender la idea de que las filosofías y las teorías políticas pueden evolucionar a medida que cambia la realidad sobre el terreno", decía el asesor. El progresismo defendido por Obama contiene así un núcleo de moderación que la ideología del movimiento fiscal tea party no tiene. Por último, Obama se ha dado cuenta de que el camino a la puerta del votante moderado pasa por una crítica integral a la falta de moderación de la derecha.

Durante meses, los progresistas han preguntado a Obama por el motivo de que no invocara el lenguaje populista de Franklin D. Roosevelt y sus ataques a "la realeza económica" y "los príncipes con privilegios" de "las nuevas dinastías económicas". Lo que los progresistas olvidan a menudo es que Roosevelt ofreció estas palabras una vez estuvo a punto de concluir su primera legislatura, en su discurso de aceptación de la candidatura en la Convención Demócrata Nacional de 1936. Roosevelt no se convirtió en un populista económico expreso hasta que las elecciones estaban encima -- y una vez se vio presionado por la izquierda y por un movimiento sindical que le exigía más.

Abocado a su propia reelección y presionado por un movimiento Occupy Wall Street que ha convertido la desigualdad en un motor de nuestra política, Barack Obama descubre sus dos Roosevelt interiores.

© 2011, The Washington Post Writers Group


López Aguilar: Negrín vivió con altura de miras el escarnio - La Provincia - 2011

López Aguilar: ´Negrín vivió con altura de miras el escarnio´

El eurodiputado da una conferencia sobre el político y científico grancanario, organizada por la Fundación Pablo Iglesias

CIRA MOROTE MEDINA
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA Lo primero que quiso reconocer Juan Fernando López Aguilar ayer en la mesa del Club La Provincia es que "la figura de Juan Negrín es inabarcable por su carácter poliédrico". Aun así, el eurodiputado socialista, invitado por la Fundación Pablo Iglesias a impartir una conferencia sobre el que fuera presidente del gobierno en la II República, hizo un recorrido por la vida y el ejemplo del político y científico grancanario, del que aseguró que "vivió con altura de miras el escarnio al que fue sometido".

López Aguilar estuvo arropado por una destacada asistencia de público y por Salvador Clotas, director de la Fundación Pablo Iglesias; y Ángel Tristán Pimienta, director del Club La Provincia. El portavoz del PSOE en el Parlamento Europeo destacó, precisamente, la universalidad de Negrín, que demostró ser un adelantado a su tiempo al dominar el difícil arte de "ser de España en Europa". Para el conferenciante, el fisiólogo fue un "hombre conectado con el mundo en todas las lenguas".

El también catedrático de Derecho Constitucional reconoció que celebra que en los últimos años se haya restituido la figura de Negrín, "tras décadas de ignominia. Durante mis años de formación, el nombre de Negrín fue orillado, el orgullo por su trayectoria no existía", agregó. Comenzando por Gabriel Jackson, y siguiendo por otros historiadores como Santos Juliá, Moradiellos o Ricardo Miralles, López Aguilar hizo un recorrido por los investigadores que han entrado de lleno en la vida y obra de Juan Negrín para aportar nuevos datos y documentación que han puesto, al fin, los puntos sobre las íes.

Para ordenar su intervención, el jurista hizo un recorrido cronológico por la vida de su admirado colega de partido, deteniéndose en las tres facetas que cultivó. "Fue médico, fisiólogo, un científico pionero, pero también un socialista reformista y comprometido con los humildes, además de un hombre de Estado y un político con visión".

López Aguilar recordó que la familia del personaje protagonista de la conferencia hizo fortuna en el negocio inmobiliario, "que era muy rentable a principios del siglo XX... y también en el XXI", bromeó el ponente. "Su madre era profundamente religiosa, de hecho dos de sus hermanos lo fueron". Pero Negrín fue enviado pronto a estudiar fuera, "como muchos vástagos de las familias de la época con recursos en Gran Canaria", apostilló el conferenciante.

Alemania

Fue en Alemania donde Juan Negrín se hizo europeo, según López Aguilar. "Aprendió con voracidad varios idiomas". Allí se casó con su primera esposa y se formó como científico, pero a los ocho años de su estancia en Leipzig estalla la I Guerra Mundial y se ve obligado a volver a España. "Es entonces cuando crea su laboratorio de Fisiología, en la Residencia de Estudiantes, donde tiene como discípulos a nombres tan respetados después como Severo Ochoa", señaló.

Tras obtener la Cátedra de Fisiología, en 1922, con tan solo 30 años, comienza a interesarse por la política y la oposición a la monarquía de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera. "Se acercó a la política desde el republicanismo beligerante y eso quedó impregnado en su actitud posterior". Negrín fue elegido diputado por Las Palmas y por Madrid en distintas elecciones y su entrada en el Gobierno de Largo Caballero, con la cartera de Hacienda, coincidió con el Golpe de Estado de 1936. "Según Juan Marichal, en esta legislatura de signo trágico se hizo un hombre de Estado", añadió el catedrático.

De la Guerra Civil y el exilio, quizá habría que destacar tres aspectos que enunció López Aguilar en su ponencia. Por un lado, su decidida estrategia de la resistencia. "Resistir, resistir y resistir", dijo Aguilar citando al médico. Ese empeño le enfrentó a compañeros de partido y Gobierno como Indalecio Prieto. El segundo aspecto es el famoso oro de Moscú, "del que no quedó ni una sola onza en la URSS y que sirvió para costear la guerra al maltrecho bando republicano". El tercer tema fue el hecho de que defendiera, por ejemplo, el Plan Marshall para España, ya en el exilio, porque, según recordó el eurodiputado, "él dejó claro que, para el caudillismo, nada, pero para España, todo".

En la lápida de Negrín sólo figuran sus iniciales. Él quería que estuviera en blanco. Juan Fernando López asegura que "ya es hora de hablar de Negrín".

sábado, 24 de diciembre de 2011

Los bancos se pusieron contra la democracia - Stephane Hessel - Página 12 - 2011

STEPHANE HESSEL, AUTOR DE INDIGNENSE, LA BIBLIA DE LAS PROTESTAS GLOBALES
“Los bancos se pusieron contra la democracia”
A los 94 años, después de pelear en la Resistencia, sobrevivir a los campos nazis y escribir la Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicó un librito de 32 páginas que tuvo un eco global. Su visión de la democracia y el efecto de Argentina en su pensamiento.

Por Eduardo Febbro
Desde París
La revuelta no tiene edad ni condición. A sus afables, lúcidos y combativos 94 años Stéphane Hessel encarna un momento único de la historia política humana: haber logrado desencadenar un movimiento mundial de contestación democrática y ciudadana con un libro de escasas 32 páginas, Indígnense. El libro apareció en Francia en octubre de 2010 y en marzo de 2011 se convirtió en el zócalo del movimiento español de los indignados. El casi siglo de vida de Stéphane Hessel se conectó primero con la juventud española que ocupó la Puerta del Sol y luego con los demás protagonistas de la indignación que se volvió planetaria: París, Londres, Roma, México, Bruselas, Nueva York, Washington, Tel Aviv, Nueva Delhi, San Pablo. En cada rincón del mundo y bajo diferentes denominaciones, el mensaje de Hessel encontró un eco inimaginable.
Su libro, sin embargo, no contiene ningún alegato ideológico, menos aún algún llamado a la excitación revolucionaria. Indígnense es al mismo tiempo una invitación a tomar conciencia sobre la forma calamitosa en la que estamos gobernados, una restauración noble y humanista de los valores fundamentales de la democracia, un balde de agua fría sobre la adormecida conciencia de los europeos convertidos en consumidores obedientes y una dura defensa del papel del Estado como regulador. No debe existir en la historia editorial un libro tan corto con un alcance tan extenso.
Quien vea la movilización mundial de los indignados puede pensar que Hessel escribió una suerte de panfleto revolucionario, pero nada es más ajeno a esa idea. Indígnense y los indignados se inscriben en una corriente totalmente contraria a la que se desató en las revueltas de Mayo del ’68. Aquella generación estaba contra el Estado. Al revés, el libro de Hessel y sus adeptos reclaman el retorno del Estado, de su capacidad de regular. Nada refleja mejor ese objetivo que uno de los slogans más famosos que surgieron en la Puerta del Sol: “Nosotros no somos antisistema, el sistema es antinosotros”.
En su casa de París, Hessel habla con una convicción en la que la juventud y la energía explotan en cada frase. Hessel tiene una historia personal digna de una novela y es un hombre de dos siglos. Diplomático humanista, miembro de la Resistencia contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, sobreviviente de varios campos de concentración, activo protagonista de la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, descendiente de la lucha contra esas dos grandes calamidades del siglo XX que fueron el fascismo y el comunismo soviético. El naciente siglo XXI hizo de él un influyente ensayista.
Cuando su libro salió en Francia, las lenguas afiladas del sistema liberal le cayeron con un aluvión de burlas: “el abuelito Hessel”, el “Papá Noel de las buenas conciencias”, decían en radio y televisión las marionetas para descalificarlo. Muchos intelectuales franceses dijeron que esa obra era un catálogo de banalidades, criticaron su aparente simplismo, su chatura filosófica, lo acusaron de idiota y de antisemita. Hasta el primer ministro francés, François Fillon, descalificó la obra diciendo que “la indignación en sí no es un modo de pensamiento”. Pero el libro siguió otro camino. Más de dos millones de ejemplares vendidos en Francia, medio millón en España, traducciones en decenas de países y difusión masiva en Internet.
El ultraliberalismo predador, la corrupción, la impunidad, la servidumbre de la clase política al sistema financiero, la anexión de la política por la tecnocracia financiera, las industrias que destruyen el planeta, la ocupación israelí de Palestina, en suma, los grandes devastadores del planeta y de las sociedades humanas encontraron en las palabras de Hessel un enemigo inesperado, un argumentario de enunciados básicos, profundamente humanista y de una eficacia inmediata. Sin otra armadura que un pasado político de socialdemócrata reformista y un libro de 32 páginas, Hessel les opuso al pensamiento liberal consumista y al consenso uno de los antídotos que más teme, es decir, la acción.
No se trata de una obra de reflexión política o filosófica sino de una radiografía de la desarticulación de los Estados, de un llamado a la acción para que el Estado y la democracia vuelvan a ser lo que fueron. El libro de Hessel se articula en torno de la acción, que es precisamente a lo que conduce la indignación: respuesta y acción contra una situación, contra el otro. Lo que Hessel califica como mon petit livre es una obra curiosa: no hay nada novedoso en ella, pero todo lo que dice es una suerte de síntesis de lo que la mayor parte del planeta piensa y siente cada mañana cuando se levanta: exasperación e indignación.
–Usted ha sido de alguna manera el hombre del año. Su libro tuvo un éxito mundial y terminó convirtiéndose en el foco del movimiento planetario de los indignados. Hubo, de hecho, dos revoluciones casi simultáneas en el mundo, una en los países árabes y la que usted desencadenó a escala planetaria.
–Nunca preví que el libro tuviera un éxito semejante. Al escribirlo, había pensado en mis compatriotas para decirles que la manera en la que están gobernados plantea interrogantes y que era preciso indignarse ante los problemas mal solucionados. Pero no esperaba que el libro se viera propulsado en más de cuarenta países en los cuatro puntos cardinales. Pero yo no me atribuyo ninguna responsabilidad en el movimiento mundial de los indignados. Fue una coincidencia que mi libro haya aparecido en el mismo momento en que la indignación se expandía por el mundo. Yo sólo llamé a la gente a reflexionar sobre lo que les parece inaceptable. Creo que la circulación tan amplia del libro se debe al hecho de que vivimos un momento muy particular de la historia de nuestras sociedades y, en particular, de esta sociedad global en la que estamos inmersos desde hace diez años. Hoy vivimos en sociedades interdependientes, interconectadas. Esto cambia la perspectiva. Los problemas a los que estamos confrontados son mundiales.
–Las reacciones que desencadenó su libro prueban que existe siempre una pureza moral intacta en la humanidad.
–Lo que permanece intacto son los valores de la democracia. Después de la Segunda Guerra Mundial resolvimos problemas fundamentales de los valores humanos. Ya sabemos cuáles son esos valores fundamentales que debemos tratar de preservar. Pero cuando esto deja de tener vigencia, cuando hay rupturas en la forma de resolver los problemas, como ocurrió luego de los atentados del 11 de septiembre, de la guerra en Afganistán y en Irak, y la crisis económica y financiera de los últimos cuatro años, tomamos conciencia de que las cosas no pueden continuar así. Debemos indignarnos y comprometernos para que la sociedad mundial adopte un nuevo curso.
–¿Quién es responsable de todo este desastre? ¿El liberalismo ultrajante, la tecnocracia, la ceguera de las elites?
–Los gobiernos, en particular los gobiernos democráticos, sufren una presión por parte de las fuerzas del mercado a la cual no supieron resistir. Esas fuerzas económicas y financieras son muy egoístas, sólo buscan el beneficio en todas las formas posibles sin tener en cuenta el impacto que esa búsqueda desenfrenada del provecho tiene en las sociedades. No les importa ni la deuda de los gobiernos, ni las ganancias escuetas de la gente. Yo le atribuyo la responsabilidad de todo esto a las fuerzas financieras. Su egoísmo y su especulación exacerbada son también responsables del deterioro de nuestro planeta. Las fuerzas que están detrás del petróleo, las fuerzas de las energías no renovables nos conducen hacia una dirección muy peligrosa. El socialismo democrático tuvo su momento de gloria después de la Segunda Guerra Mundial. Durante muchos años tuvimos lo que se llama Estados de providencia. Esto derivó en una buena fórmula para regular las relaciones entre los ciudadanos y el Estado. Pero luego nos apartamos de ese camino bajo la influencia de la ideología neoliberal. Milton Friedman y la Escuela de Chicago dijeron: “déjenle las manos libres a la economía, no dejen que el Estado intervenga”. Fue un camino equivocado y hoy nos damos cuenta de que nos encerramos en un camino sin salida. Lo que ocurrió en Grecia, Italia, Portugal y España nos prueba que no es dándole cada vez más fuerza al mercado que se llega a una solución. No. Esa tarea les corresponde a los gobiernos, son ellos quienes deben imponerles reglas a los bancos y a las fuerzas financieras para limitar la sobreexplotación de las riquezas que detentan y la acumulación de beneficios inmensos mientras los Estados se endeudan. Debemos reconocer que los bancos se pusieron en contra de la democracia. Eso no es aceptable.
–Resulta chocante comprobar la indiferencia de la clase política ante la revuelta de los indignados. Los dirigentes de París, Londres, Estados Unidos, en suma, allí donde estalló este movimiento, hicieron caso omiso ante los reclamos de los indignados.
–Sí, es cierto. Por ahora se subestimó la fuerza de esta revuelta y de esta indignación. Los dirigentes se habrán dicho: esto ya lo vimos otras veces, en Mayo del ‘68, etc., etc. Creo que los gobiernos se equivocan. Pero el hecho de que los ciudadanos protesten por la forma en que están gobernados es algo muy nuevo y esa novedad no se detendrá. Predigo que los gobiernos se verán cada vez más presionados por las protestas contra la manera en que los Estados son gobernados. Los gobiernos se empeñan en mantener intacto el sistema. Sin embargo, el cuestionamiento colectivo del funcionamiento del sistema nunca fue tan fuerte como ahora. En Europa atravesamos por un momento muy denso de cuestionamiento, tal como ocurrió antes en América latina. Yo estoy muy orgulloso por la forma en que la Argentina supo superar la gravedad de la crisis. Ello prueba que es posible actuar y que los ciudadanos son capaces de cambiar el curso de las cosas.
–De alguna manera, usted encendió la llama de una suerte de revolución democrática. Sin embargo, no llama a una revolución. ¿Cuál es entonces el camino para romper el cerco en el que vivimos? ¿Cuál es la base del renacimiento de un mundo más justo?
–Debemos transmitirles dos cosas a las nuevas generaciones: la confianza en la posibilidad de mejorar las cosas. Las nuevas generaciones no deben desalentarse. En segundo lugar, debemos hacerles tomar conciencia de todo lo que se está haciendo actualmente y que va en el buen sentido. Pienso en Brasil, por ejemplo, donde hubo muchos progresos, pienso en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que también hizo que las cosas progresaran mucho, pienso también en todo lo que se realiza en el campo de la economía social y solidaria en tantos y tantos países. En todo esto hay nuevas perspectivas para encarar la educación, los problemas de la desigualdad, los problemas ligados al agua. Hay gente que trabaja mucho y no debemos subestimar sus esfuerzos, incluso si lo que se consigue es poco a causa de la presión del mundo financiero. Son etapas necesarias. Creo que, cada vez más, los ciudadanos y las ciudadanas del mundo están entendiendo que su papel puede ser más decisivo a la hora de hacerles entender a los gobiernos que son responsables de la vigencia de los grandes valores que esos mismos gobiernos están dejando de lado. Hay un riesgo implícito: que los gobiernos autoritarios traten de emplear la violencia para acallar las revueltas. Pero creo que eso ya no es más posible. La forma en que los tunecinos y los egipcios se sacaron de encima a sus gobiernos autoritarios muestra dos cosas: una, que es posible; dos, que con esos gobiernos no se progresa. El progreso sólo es posible si se profundiza la democracia. En los últimos veinte años América latina progresó muchísimo gracias a la profundización de la democracia. A escala mundial, pese a las cosas que se lograron, pese a los avances que se obtuvieron con la economía social y solidaria, todo esto es demasiado lento. La indignación se justifica en eso: los esfuerzos realizados son insuficientes, los gobiernos fueron débiles y hasta los partidos políticos de la izquierda sucumbieron ante la ideología neoliberal. Por eso debemos indignarnos. Si los medios de comunicación, si los ciudadanos y las organizaciones de defensa de los derechos humanos son lo suficientemente potentes como para ejercer una presión sobre los gobiernos las cosas pueden empezar a cambiar mañana.
–¿Se puede acaso cambiar el mundo sin revoluciones violentas?
–Si miramos hacia el pasado vemos que los caminos no violentos fueron más eficaces que los violentos. El espíritu revolucionario que animó el comienzo del siglo XX, la revolución soviética, por ejemplo, condujeron al fracaso. Hombres como el checo Vaclav Havel, Nelson Mandela o Mijail Gorbachov demostraron que, sin violencia, se pueden obtener modificaciones profundas. La revolución ciudadana a la que asistimos hoy puede servir a esa causa. Reconozco que el poder mata, pero ese mismo poder se va cuando la fuerza no violenta gana. Las revoluciones árabes nos demostraron la validez de esto: no fue la violencia la que hizo caer a los regímenes de Túnez y Egipto, no, para nada. Fue la determinación no violenta de la gente.
–¿En qué momento cree usted que el mundo se desvió de su ruta y perdió su base democrática?
–El momento más grave se sitúa en los atentados del 11 de septiembre de 2001. La caída de las torres de Manhattan desencadenó una reacción del presidente norteamericano Georges W. Bush extremadamente perjudicial: la guerra en Afganistán, por ejemplo, fue un episodio en el que se cometieron horrores espantosos. Las consecuencias para la economía mundial fueron igualmente muy duras. Se gastaron sumas considerables en armas y en la guerra en vez de ponerlas a la disposición del progreso económico y social.
–Usted señala con mucha profundidad uno de los problemas que permanecen abiertos como una herida en la conciencia del mundo: el conflicto israelí-palestino.
–Este conflicto dura desde hace sesenta años y todavía no se encontró la manera de reconciliar a estos dos pueblos. Cuando se va a Palestina uno sale traumatizado por la forma en que los israelíes maltratan a sus vecinos palestinos. Palestina tiene derecho a un Estado. Pero también hay que reconocer que, año tras año, vemos cómo aumenta el grupo de países que están en contra del gobierno israelí por su incapacidad de encontrar una solución. Eso lo pudimos constatar con la cantidad de países que apoyaron al presidente palestino Mahmud Abbas, cuando pidió ante las Naciones Unidas que Palestina sea reconocido como un Estado de pleno derecho en el seno de la ONU.
–Su libro, sus entrevistas, este mismo diálogo demuestran que, pese al desastre, usted no perdió la esperanza en la aventura humana.
–No, al contrario. Creo que ante las crisis gravísimas por la que se atraviesa, de pronto el ser humano se despierta. Eso ocurrió muchas veces a lo largo de los siglos y deseo que vuelva a ocurrir ahora.
–“Indignación” es hoy una palabra clave. Cuando usted escribió el libro, fue esa palabra la que lo guió.
–La palabra indignación surgió como una definición de lo que se puede esperar de la gente cuando abre los ojos y ve lo inaceptable. Se puede adormecer a un ser humano, pero no matarlo. En nosotros hay una capacidad de generosidad, de acción positiva y constructiva que puede despertarse cuando asistimos a la violación de los valores. La palabra “dignidad” figura dentro de la palabra “indignidad”. La dignidad humana se despierta cuando se la acorrala. El liberalismo trató de anestesiar esas dos capacidades humanas, la dignidad y la indignación, pero no lo consiguió.

Eslovenia Positiva, de centro izquierda, vencedor de las legislativas - Europ News - 2011

LIUBLIANA, 5 Dic. (Reuters/EP) -
El partido Eslovenia Positiva, de centro-izquierda, se ha proclamado el vencedor de las elecciones legislativas de este domingo con el 28,53 por ciento de los votos, solo dos puntos por encima del Partido Socialdemócrata(SDS), según ha informado el diario esloveno 'Delo' citando los datos ofrecidos por la Comisión Electoral Nacional, una vez escrutado el 99,9 por ciento de los votos.
La formación liderada por el alcalde de Liubliana, Zoran Jankovic, creado hace apenas dos meses, se ha impuesto así contra todo pronóstico al SDS del primer ministro saliente, Borut Pahor, además de al Partido Demócrata (SD), de centro derecha, encabezado por el ex 'premier' esloveno Janez Jansa, que ha recabado el 10,48 por ciento de los votos, quedando relegado como tercera fuerza política del país.
En cuanto al resto del espectro político, Lista Virant, de corte liberal, ha recibido el 8,42 por ciento de los votos, seguido del Partido Democrático de los Pensionistas de Eslovenia (DeSUS) con un 6,97 por ciento, del Partido Popular esloveno (SLS) con el 6,90 por ciento y, finalmente, de Nueva Eslovenia, una formación democristiana, que ha recabado el 4,8 por ciento de los votos.
De esta forma, Eslovenia Positiva, el ganador de los comicios, tendrá 28 escaños en un Parlamento compuesto por 90 diputados, solo dos menos que el SDS. Diez escaños serán ocupados por miembros del SD, ocho de la Lista Virant, seis por DeSUS y SLS y, por último, cuatro por la formación Nueva Eslovenia. Los dos escaños restantes están reservados para "las comunidades étnicas".
La participación se sitúa en el 64,65 por ciento. Solo una de las ocho provincias eslovenas, Ptuj (noreste), no ha superado el 60 por ciento de participación.
HORIZONTE POLÍTICO
La ajustada victoria del flamante alcalde de la capital de Eslovenia se ha visto reflejado en el mapa electoral. Jankovic ha resultado vencedor las cuatro provincias de la mitad occidental del país, mientras que el SDS ha sido el partido más votado en las otras cuatro regiones de la zona oriental.
En este contexto, Jankovic, que es alcalde de Liubliana desde 2006 después de dirigir la mayor compañía minorista de alimentos en la UE, se verá obligado a formar un Gobierno de coalición, una tarea para la cual ya se ha ofrecido Pahor, el líder del SDS. "Estamos abiertos al diálogo", ha declarado en la cadena eslovena Pop, "porque tenemos que pensar en el futuro de este país". Los analistas, por su parte, apuestan por una coalición formada por el SDS, la Lista Virant y DeSUS.
El primer ministro electo, que se escindió del SD a unos meses de los comicios legislativos, ha sostenido que "no va a mantener conversaciones sobre coaliciones por el momento". "Mañana será el día en el que nos sentemos en el partido para abordar este asunto y, entonces, empezaremos a contactar con los demás partidos", ha precisado.
Eslovenia tiene en el horizonte el reto de evitar un nuevo periodo de recesión económica y una nueva revisión a la baja de la calificación de sus deuda por parte de las agencias de 'rating', aunque, durante el pasado año, mostró síntomas de recuperación. El tercer cuatrimestre de este año, la economía eslovena ha caído un 0,5 por ciento.
Como solución, Jankovic aboga por aumentar los ingresos presupuestarios mediante el incremento del IVA en un punto porcentual hasta el 21 por ciento y rechaza de plano emprender privatizaciones.

El centroizquierda arrasaen las urnas croatas - Euronews - 2011

Los sondeos a pie de urna confirman el giro hacia a la izquierda en las elecciones que ha celebrado Croacia este domingo. La coalición que lidera el socialdemócrata Zoran Milánovic habría obtenido cerca del 45% de los votos, lo que le aseguraría una holgada mayoría absoluta. Los mismos sondeos otorgan al HDZ, la formación conservadora de la primera ministra, Jadranka Kosor, alrededor del 22% de los votos.
El gobierno que surja de estos comicios será el encargado de liderar esta república exyugoslava en su adhesión a la Unión Europea, prevista para julio de 2013. Mientras tanto, deberá lidiar con la grave crisis económica y financiera que atraviesa el país y luchar contra la corrupción.