sábado, 24 de diciembre de 2011

Los bancos se pusieron contra la democracia - Stephane Hessel - Página 12 - 2011

STEPHANE HESSEL, AUTOR DE INDIGNENSE, LA BIBLIA DE LAS PROTESTAS GLOBALES
“Los bancos se pusieron contra la democracia”
A los 94 años, después de pelear en la Resistencia, sobrevivir a los campos nazis y escribir la Declaración Universal de los Derechos Humanos, publicó un librito de 32 páginas que tuvo un eco global. Su visión de la democracia y el efecto de Argentina en su pensamiento.

Por Eduardo Febbro
Desde París
La revuelta no tiene edad ni condición. A sus afables, lúcidos y combativos 94 años Stéphane Hessel encarna un momento único de la historia política humana: haber logrado desencadenar un movimiento mundial de contestación democrática y ciudadana con un libro de escasas 32 páginas, Indígnense. El libro apareció en Francia en octubre de 2010 y en marzo de 2011 se convirtió en el zócalo del movimiento español de los indignados. El casi siglo de vida de Stéphane Hessel se conectó primero con la juventud española que ocupó la Puerta del Sol y luego con los demás protagonistas de la indignación que se volvió planetaria: París, Londres, Roma, México, Bruselas, Nueva York, Washington, Tel Aviv, Nueva Delhi, San Pablo. En cada rincón del mundo y bajo diferentes denominaciones, el mensaje de Hessel encontró un eco inimaginable.
Su libro, sin embargo, no contiene ningún alegato ideológico, menos aún algún llamado a la excitación revolucionaria. Indígnense es al mismo tiempo una invitación a tomar conciencia sobre la forma calamitosa en la que estamos gobernados, una restauración noble y humanista de los valores fundamentales de la democracia, un balde de agua fría sobre la adormecida conciencia de los europeos convertidos en consumidores obedientes y una dura defensa del papel del Estado como regulador. No debe existir en la historia editorial un libro tan corto con un alcance tan extenso.
Quien vea la movilización mundial de los indignados puede pensar que Hessel escribió una suerte de panfleto revolucionario, pero nada es más ajeno a esa idea. Indígnense y los indignados se inscriben en una corriente totalmente contraria a la que se desató en las revueltas de Mayo del ’68. Aquella generación estaba contra el Estado. Al revés, el libro de Hessel y sus adeptos reclaman el retorno del Estado, de su capacidad de regular. Nada refleja mejor ese objetivo que uno de los slogans más famosos que surgieron en la Puerta del Sol: “Nosotros no somos antisistema, el sistema es antinosotros”.
En su casa de París, Hessel habla con una convicción en la que la juventud y la energía explotan en cada frase. Hessel tiene una historia personal digna de una novela y es un hombre de dos siglos. Diplomático humanista, miembro de la Resistencia contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, sobreviviente de varios campos de concentración, activo protagonista de la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, descendiente de la lucha contra esas dos grandes calamidades del siglo XX que fueron el fascismo y el comunismo soviético. El naciente siglo XXI hizo de él un influyente ensayista.
Cuando su libro salió en Francia, las lenguas afiladas del sistema liberal le cayeron con un aluvión de burlas: “el abuelito Hessel”, el “Papá Noel de las buenas conciencias”, decían en radio y televisión las marionetas para descalificarlo. Muchos intelectuales franceses dijeron que esa obra era un catálogo de banalidades, criticaron su aparente simplismo, su chatura filosófica, lo acusaron de idiota y de antisemita. Hasta el primer ministro francés, François Fillon, descalificó la obra diciendo que “la indignación en sí no es un modo de pensamiento”. Pero el libro siguió otro camino. Más de dos millones de ejemplares vendidos en Francia, medio millón en España, traducciones en decenas de países y difusión masiva en Internet.
El ultraliberalismo predador, la corrupción, la impunidad, la servidumbre de la clase política al sistema financiero, la anexión de la política por la tecnocracia financiera, las industrias que destruyen el planeta, la ocupación israelí de Palestina, en suma, los grandes devastadores del planeta y de las sociedades humanas encontraron en las palabras de Hessel un enemigo inesperado, un argumentario de enunciados básicos, profundamente humanista y de una eficacia inmediata. Sin otra armadura que un pasado político de socialdemócrata reformista y un libro de 32 páginas, Hessel les opuso al pensamiento liberal consumista y al consenso uno de los antídotos que más teme, es decir, la acción.
No se trata de una obra de reflexión política o filosófica sino de una radiografía de la desarticulación de los Estados, de un llamado a la acción para que el Estado y la democracia vuelvan a ser lo que fueron. El libro de Hessel se articula en torno de la acción, que es precisamente a lo que conduce la indignación: respuesta y acción contra una situación, contra el otro. Lo que Hessel califica como mon petit livre es una obra curiosa: no hay nada novedoso en ella, pero todo lo que dice es una suerte de síntesis de lo que la mayor parte del planeta piensa y siente cada mañana cuando se levanta: exasperación e indignación.
–Usted ha sido de alguna manera el hombre del año. Su libro tuvo un éxito mundial y terminó convirtiéndose en el foco del movimiento planetario de los indignados. Hubo, de hecho, dos revoluciones casi simultáneas en el mundo, una en los países árabes y la que usted desencadenó a escala planetaria.
–Nunca preví que el libro tuviera un éxito semejante. Al escribirlo, había pensado en mis compatriotas para decirles que la manera en la que están gobernados plantea interrogantes y que era preciso indignarse ante los problemas mal solucionados. Pero no esperaba que el libro se viera propulsado en más de cuarenta países en los cuatro puntos cardinales. Pero yo no me atribuyo ninguna responsabilidad en el movimiento mundial de los indignados. Fue una coincidencia que mi libro haya aparecido en el mismo momento en que la indignación se expandía por el mundo. Yo sólo llamé a la gente a reflexionar sobre lo que les parece inaceptable. Creo que la circulación tan amplia del libro se debe al hecho de que vivimos un momento muy particular de la historia de nuestras sociedades y, en particular, de esta sociedad global en la que estamos inmersos desde hace diez años. Hoy vivimos en sociedades interdependientes, interconectadas. Esto cambia la perspectiva. Los problemas a los que estamos confrontados son mundiales.
–Las reacciones que desencadenó su libro prueban que existe siempre una pureza moral intacta en la humanidad.
–Lo que permanece intacto son los valores de la democracia. Después de la Segunda Guerra Mundial resolvimos problemas fundamentales de los valores humanos. Ya sabemos cuáles son esos valores fundamentales que debemos tratar de preservar. Pero cuando esto deja de tener vigencia, cuando hay rupturas en la forma de resolver los problemas, como ocurrió luego de los atentados del 11 de septiembre, de la guerra en Afganistán y en Irak, y la crisis económica y financiera de los últimos cuatro años, tomamos conciencia de que las cosas no pueden continuar así. Debemos indignarnos y comprometernos para que la sociedad mundial adopte un nuevo curso.
–¿Quién es responsable de todo este desastre? ¿El liberalismo ultrajante, la tecnocracia, la ceguera de las elites?
–Los gobiernos, en particular los gobiernos democráticos, sufren una presión por parte de las fuerzas del mercado a la cual no supieron resistir. Esas fuerzas económicas y financieras son muy egoístas, sólo buscan el beneficio en todas las formas posibles sin tener en cuenta el impacto que esa búsqueda desenfrenada del provecho tiene en las sociedades. No les importa ni la deuda de los gobiernos, ni las ganancias escuetas de la gente. Yo le atribuyo la responsabilidad de todo esto a las fuerzas financieras. Su egoísmo y su especulación exacerbada son también responsables del deterioro de nuestro planeta. Las fuerzas que están detrás del petróleo, las fuerzas de las energías no renovables nos conducen hacia una dirección muy peligrosa. El socialismo democrático tuvo su momento de gloria después de la Segunda Guerra Mundial. Durante muchos años tuvimos lo que se llama Estados de providencia. Esto derivó en una buena fórmula para regular las relaciones entre los ciudadanos y el Estado. Pero luego nos apartamos de ese camino bajo la influencia de la ideología neoliberal. Milton Friedman y la Escuela de Chicago dijeron: “déjenle las manos libres a la economía, no dejen que el Estado intervenga”. Fue un camino equivocado y hoy nos damos cuenta de que nos encerramos en un camino sin salida. Lo que ocurrió en Grecia, Italia, Portugal y España nos prueba que no es dándole cada vez más fuerza al mercado que se llega a una solución. No. Esa tarea les corresponde a los gobiernos, son ellos quienes deben imponerles reglas a los bancos y a las fuerzas financieras para limitar la sobreexplotación de las riquezas que detentan y la acumulación de beneficios inmensos mientras los Estados se endeudan. Debemos reconocer que los bancos se pusieron en contra de la democracia. Eso no es aceptable.
–Resulta chocante comprobar la indiferencia de la clase política ante la revuelta de los indignados. Los dirigentes de París, Londres, Estados Unidos, en suma, allí donde estalló este movimiento, hicieron caso omiso ante los reclamos de los indignados.
–Sí, es cierto. Por ahora se subestimó la fuerza de esta revuelta y de esta indignación. Los dirigentes se habrán dicho: esto ya lo vimos otras veces, en Mayo del ‘68, etc., etc. Creo que los gobiernos se equivocan. Pero el hecho de que los ciudadanos protesten por la forma en que están gobernados es algo muy nuevo y esa novedad no se detendrá. Predigo que los gobiernos se verán cada vez más presionados por las protestas contra la manera en que los Estados son gobernados. Los gobiernos se empeñan en mantener intacto el sistema. Sin embargo, el cuestionamiento colectivo del funcionamiento del sistema nunca fue tan fuerte como ahora. En Europa atravesamos por un momento muy denso de cuestionamiento, tal como ocurrió antes en América latina. Yo estoy muy orgulloso por la forma en que la Argentina supo superar la gravedad de la crisis. Ello prueba que es posible actuar y que los ciudadanos son capaces de cambiar el curso de las cosas.
–De alguna manera, usted encendió la llama de una suerte de revolución democrática. Sin embargo, no llama a una revolución. ¿Cuál es entonces el camino para romper el cerco en el que vivimos? ¿Cuál es la base del renacimiento de un mundo más justo?
–Debemos transmitirles dos cosas a las nuevas generaciones: la confianza en la posibilidad de mejorar las cosas. Las nuevas generaciones no deben desalentarse. En segundo lugar, debemos hacerles tomar conciencia de todo lo que se está haciendo actualmente y que va en el buen sentido. Pienso en Brasil, por ejemplo, donde hubo muchos progresos, pienso en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que también hizo que las cosas progresaran mucho, pienso también en todo lo que se realiza en el campo de la economía social y solidaria en tantos y tantos países. En todo esto hay nuevas perspectivas para encarar la educación, los problemas de la desigualdad, los problemas ligados al agua. Hay gente que trabaja mucho y no debemos subestimar sus esfuerzos, incluso si lo que se consigue es poco a causa de la presión del mundo financiero. Son etapas necesarias. Creo que, cada vez más, los ciudadanos y las ciudadanas del mundo están entendiendo que su papel puede ser más decisivo a la hora de hacerles entender a los gobiernos que son responsables de la vigencia de los grandes valores que esos mismos gobiernos están dejando de lado. Hay un riesgo implícito: que los gobiernos autoritarios traten de emplear la violencia para acallar las revueltas. Pero creo que eso ya no es más posible. La forma en que los tunecinos y los egipcios se sacaron de encima a sus gobiernos autoritarios muestra dos cosas: una, que es posible; dos, que con esos gobiernos no se progresa. El progreso sólo es posible si se profundiza la democracia. En los últimos veinte años América latina progresó muchísimo gracias a la profundización de la democracia. A escala mundial, pese a las cosas que se lograron, pese a los avances que se obtuvieron con la economía social y solidaria, todo esto es demasiado lento. La indignación se justifica en eso: los esfuerzos realizados son insuficientes, los gobiernos fueron débiles y hasta los partidos políticos de la izquierda sucumbieron ante la ideología neoliberal. Por eso debemos indignarnos. Si los medios de comunicación, si los ciudadanos y las organizaciones de defensa de los derechos humanos son lo suficientemente potentes como para ejercer una presión sobre los gobiernos las cosas pueden empezar a cambiar mañana.
–¿Se puede acaso cambiar el mundo sin revoluciones violentas?
–Si miramos hacia el pasado vemos que los caminos no violentos fueron más eficaces que los violentos. El espíritu revolucionario que animó el comienzo del siglo XX, la revolución soviética, por ejemplo, condujeron al fracaso. Hombres como el checo Vaclav Havel, Nelson Mandela o Mijail Gorbachov demostraron que, sin violencia, se pueden obtener modificaciones profundas. La revolución ciudadana a la que asistimos hoy puede servir a esa causa. Reconozco que el poder mata, pero ese mismo poder se va cuando la fuerza no violenta gana. Las revoluciones árabes nos demostraron la validez de esto: no fue la violencia la que hizo caer a los regímenes de Túnez y Egipto, no, para nada. Fue la determinación no violenta de la gente.
–¿En qué momento cree usted que el mundo se desvió de su ruta y perdió su base democrática?
–El momento más grave se sitúa en los atentados del 11 de septiembre de 2001. La caída de las torres de Manhattan desencadenó una reacción del presidente norteamericano Georges W. Bush extremadamente perjudicial: la guerra en Afganistán, por ejemplo, fue un episodio en el que se cometieron horrores espantosos. Las consecuencias para la economía mundial fueron igualmente muy duras. Se gastaron sumas considerables en armas y en la guerra en vez de ponerlas a la disposición del progreso económico y social.
–Usted señala con mucha profundidad uno de los problemas que permanecen abiertos como una herida en la conciencia del mundo: el conflicto israelí-palestino.
–Este conflicto dura desde hace sesenta años y todavía no se encontró la manera de reconciliar a estos dos pueblos. Cuando se va a Palestina uno sale traumatizado por la forma en que los israelíes maltratan a sus vecinos palestinos. Palestina tiene derecho a un Estado. Pero también hay que reconocer que, año tras año, vemos cómo aumenta el grupo de países que están en contra del gobierno israelí por su incapacidad de encontrar una solución. Eso lo pudimos constatar con la cantidad de países que apoyaron al presidente palestino Mahmud Abbas, cuando pidió ante las Naciones Unidas que Palestina sea reconocido como un Estado de pleno derecho en el seno de la ONU.
–Su libro, sus entrevistas, este mismo diálogo demuestran que, pese al desastre, usted no perdió la esperanza en la aventura humana.
–No, al contrario. Creo que ante las crisis gravísimas por la que se atraviesa, de pronto el ser humano se despierta. Eso ocurrió muchas veces a lo largo de los siglos y deseo que vuelva a ocurrir ahora.
–“Indignación” es hoy una palabra clave. Cuando usted escribió el libro, fue esa palabra la que lo guió.
–La palabra indignación surgió como una definición de lo que se puede esperar de la gente cuando abre los ojos y ve lo inaceptable. Se puede adormecer a un ser humano, pero no matarlo. En nosotros hay una capacidad de generosidad, de acción positiva y constructiva que puede despertarse cuando asistimos a la violación de los valores. La palabra “dignidad” figura dentro de la palabra “indignidad”. La dignidad humana se despierta cuando se la acorrala. El liberalismo trató de anestesiar esas dos capacidades humanas, la dignidad y la indignación, pero no lo consiguió.

Eslovenia Positiva, de centro izquierda, vencedor de las legislativas - Europ News - 2011

LIUBLIANA, 5 Dic. (Reuters/EP) -
El partido Eslovenia Positiva, de centro-izquierda, se ha proclamado el vencedor de las elecciones legislativas de este domingo con el 28,53 por ciento de los votos, solo dos puntos por encima del Partido Socialdemócrata(SDS), según ha informado el diario esloveno 'Delo' citando los datos ofrecidos por la Comisión Electoral Nacional, una vez escrutado el 99,9 por ciento de los votos.
La formación liderada por el alcalde de Liubliana, Zoran Jankovic, creado hace apenas dos meses, se ha impuesto así contra todo pronóstico al SDS del primer ministro saliente, Borut Pahor, además de al Partido Demócrata (SD), de centro derecha, encabezado por el ex 'premier' esloveno Janez Jansa, que ha recabado el 10,48 por ciento de los votos, quedando relegado como tercera fuerza política del país.
En cuanto al resto del espectro político, Lista Virant, de corte liberal, ha recibido el 8,42 por ciento de los votos, seguido del Partido Democrático de los Pensionistas de Eslovenia (DeSUS) con un 6,97 por ciento, del Partido Popular esloveno (SLS) con el 6,90 por ciento y, finalmente, de Nueva Eslovenia, una formación democristiana, que ha recabado el 4,8 por ciento de los votos.
De esta forma, Eslovenia Positiva, el ganador de los comicios, tendrá 28 escaños en un Parlamento compuesto por 90 diputados, solo dos menos que el SDS. Diez escaños serán ocupados por miembros del SD, ocho de la Lista Virant, seis por DeSUS y SLS y, por último, cuatro por la formación Nueva Eslovenia. Los dos escaños restantes están reservados para "las comunidades étnicas".
La participación se sitúa en el 64,65 por ciento. Solo una de las ocho provincias eslovenas, Ptuj (noreste), no ha superado el 60 por ciento de participación.
HORIZONTE POLÍTICO
La ajustada victoria del flamante alcalde de la capital de Eslovenia se ha visto reflejado en el mapa electoral. Jankovic ha resultado vencedor las cuatro provincias de la mitad occidental del país, mientras que el SDS ha sido el partido más votado en las otras cuatro regiones de la zona oriental.
En este contexto, Jankovic, que es alcalde de Liubliana desde 2006 después de dirigir la mayor compañía minorista de alimentos en la UE, se verá obligado a formar un Gobierno de coalición, una tarea para la cual ya se ha ofrecido Pahor, el líder del SDS. "Estamos abiertos al diálogo", ha declarado en la cadena eslovena Pop, "porque tenemos que pensar en el futuro de este país". Los analistas, por su parte, apuestan por una coalición formada por el SDS, la Lista Virant y DeSUS.
El primer ministro electo, que se escindió del SD a unos meses de los comicios legislativos, ha sostenido que "no va a mantener conversaciones sobre coaliciones por el momento". "Mañana será el día en el que nos sentemos en el partido para abordar este asunto y, entonces, empezaremos a contactar con los demás partidos", ha precisado.
Eslovenia tiene en el horizonte el reto de evitar un nuevo periodo de recesión económica y una nueva revisión a la baja de la calificación de sus deuda por parte de las agencias de 'rating', aunque, durante el pasado año, mostró síntomas de recuperación. El tercer cuatrimestre de este año, la economía eslovena ha caído un 0,5 por ciento.
Como solución, Jankovic aboga por aumentar los ingresos presupuestarios mediante el incremento del IVA en un punto porcentual hasta el 21 por ciento y rechaza de plano emprender privatizaciones.

El centroizquierda arrasaen las urnas croatas - Euronews - 2011

Los sondeos a pie de urna confirman el giro hacia a la izquierda en las elecciones que ha celebrado Croacia este domingo. La coalición que lidera el socialdemócrata Zoran Milánovic habría obtenido cerca del 45% de los votos, lo que le aseguraría una holgada mayoría absoluta. Los mismos sondeos otorgan al HDZ, la formación conservadora de la primera ministra, Jadranka Kosor, alrededor del 22% de los votos.
El gobierno que surja de estos comicios será el encargado de liderar esta república exyugoslava en su adhesión a la Unión Europea, prevista para julio de 2013. Mientras tanto, deberá lidiar con la grave crisis económica y financiera que atraviesa el país y luchar contra la corrupción.

Un alcalde de izquierda en la capital mas violenta del mundo - Revista Envio - 1997

El Salvador
Un alcalde de izquierda en la capital más violenta del continente
Héctor Silva, un médico con "dolor de patria" y con siete prioridades estratégicas, es el nuevo alcalde de San Salvador. La izquierda centroamericana tiene los ojos puestos en este hombre, y en la oportunidad histórica que le han abierto los votos.
Ismael Moreno
Muchos ojos están puestos en Héctor Silva. Con especial puntería, los ojos del gran capital. Le siguen paso a paso. No es para menos. Héctor Silva es el primer alcalde de San Salvador que ha llegado a la silla municipal por los votos de muchas comunidades marginales, que en las elecciones de marzo 96 confiaron más en el cambio ofrecido por la izquierda que en el más de lo mismo que ofrecía la endurecida derecha política y económica salvadoreña. Desde su elección, los principales medios de comunicación, especialmente los de mayor difusión, tienen a Héctor Silva en el centro de la noticia.
Un gran dilemaTienen en la mira a Héctor Silva y a su equipo, no porque les interese la popularidad de su gestión, sino buscando aprovechar cualquier tropiezo con el que iniciar el proceso de desgaste de la nueva administración municipal. Desde su punto de vista, lo más importante es que la nueva alcaldía no ponga en peligro los privilegios amontonados por las anteriores administraciones municipales, fieles correas de transmisión de los intereses de la oligarquía salvadoreña. O Héctor Silva se amolda al papel que de él quiere el gran capital, condescendiendo con sus intereses, o busca dar respuesta a las grandes prioridades de la ciudad de San Salvador, construyendo consensos sociales y populares. He aquí el dilema que se le plantea al nuevo alcalde. Según por donde se decante, definirá el carácter de su administración y los obstáculos a sortear.Héctor Silva es entusiasta ante los retos. Sabe de los costos que supone comenzar con bandera de izquierda en la alcaldía de la capital de la gran oligarquía salvadoreña, y últimamente en la capital más violenta de América Latina. La oligarquía salvadoreña conoce también esos costos. Es consciente de que San Salvador se le ha ido de las manos, en gran medida por el mal manejo administrativo de su propia gente. Si Héctor Silva, por muy de izquierda que sea, pone en marcha una administración decidida a enfrentar los desafíos de la violencia juvenil con propuestas de organización de barrios y colonias en torno a la recolección de la basura y al mantenimiento de espacios de recreación por medio de microempresas juveniles, a la gran oligarquía no le quedará más remedio que apoyarlo pragmáticamente. A nadie más que a estos empresarios les urge una capital con mínimos de seguridad para sus inversiones.
"Mi base es la gente"Héctor Silva sabe que los ojos de todos los sectores sociales están puestos sobre él. Eso nos confesó en su despacho la tarde de finales de mayo en que accedió a conversar con envío. Sabe de los riesgos y está decidido a jugársela para fortalecerse en los barrios y colonias populares de la capital. Mi base de apoyo es la gente. Desde la gente voy a negociar con los grandes empresarios, y con la gente pienso poner en marcha un proceso serio de participación ciudadana.Oyéndolo hablar recordamos la vez que lo vimos durante la campaña electoral. Fue quince días antes de las elecciones. Era una tarde de domingo y Héctor Silva, el médico de tupida barba encanecida, llegó a la Parroquia Madre de los Pobres en un maltrecho VW para participar en un foro organizado por las comunidades de esa zona marginal de la capital salvadoreña. Héctor Silva ya conocía el lugar, puesto que siendo coordinador de un organismo no gubernamental, había llegado allí a reuniones en apoyo de la clínica popular que esa parroquia del oriente de la capital abrió sobre los escombros que dejó el terremoto de octubre de 1986.No sólo había estado en reuniones. Más de alguna vez atendió como médico a madres con sus niños. Aquel día la gente lo esperaba como a su candidato. Héctor Silva llegó tarde a la cita, con un cansancio inocultable. La campaña no daba tregua y la demanda era inmensa. Pero la gente lo esperó con toda la calma del mundo durante dos horas. Sabía de su agotadora agenda de campaña y había certeza de que no fallaría a la cita. Lo esperaba la gente que en el día se rebusca en los buses, en el mercado, en los semáforos, en su guerra sin cuartel por conquistar a diario unos centavos. Esa gente que en la noche regresa del centro de la ciudad, se baja de los buses que circulan por las grandes avenidas iluminadas y, de pronto, como en un misterioso triángulo de las Bermudas, desaparece y se refugia entre los barrancos y los olores del Acelhuate, ese enorme y alargado cauce de río que atraviesa la capital y que sirve de depósito diario a las mil 600 toneladas de productos fecales de los casi dos millones de salvadoreños que habitan en los departamentos de La Libertad, Cuscatlán y San Salvador.Héctor Silva llegó tarde a la cita, pero no falló. Es en esta gente en la que ahora deposita toda su confianza. Esta es su convicción a pocas semanas de haber asumido la alcaldía, cuando todos los ojos le siguen, unos con curiosidad, otros con esperanza y otros con desconfianza y advertencia.
Un hombre sin "cola"Héctor Silva ganó las elecciones a la alcaldía de San Salvador como candidato de una coalición de tres partidos: la Convergencia Democrática, el Movimiento de Unidad y el FMLN. Nadie duda de que ganó porque tenía el respaldo del FMLN, y a la vez, porque no tenía militancia en el Frente. La combinación de esos dos fHéctor es fue la clave de su éxito. Durante la campaña, Héctor Silva se ganó la confianza de decenas de miles de pobladores de las comunidades marginales y de los sectores medios urbanos, y se cuidó de no despertar anticipadas agresividades entre la oligarquía comercial y financiera. Para muchos era el candidato preciso. Bastantes fueron los que buscaron y rebuscaron “cola” que pisarle en su pasado como político, como profesional y como padre de familia. Y hasta el sol de ahora la búsqueda resultó en vano.
Las preguntas de la genteYa alcalde, Héctor Silva regresó a las comunidades de la Parroquia Madre de los Pobres el domingo 25 de mayo, a participar con la gente en su fiesta patronal. De nuevo llegó con retraso, esta vez porque venía del aeropuerto, tras la primera gira por Estados Unidos para captar apoyo con el que hacer frente a dos de sus grandes prioridades: la basura y el reordenamiento urbano de la capital salvadoreña. Estaba de nuevo ahí, con la población de los barrancos del Acelhuate, la misma que lo recibió primero como médico y posteriormente como candidato. Allí estaba la gente, esta vez con muchas dudas e interrogantes, fácilmente perceptibles en sus rostros y en sus toscas miradas. ¿Cómo podía explicar este hombre, a quien conocen desde antes de ser su candidato y en quien han puesto una confianza como nunca la pusieron en alguien, que sus asesores se hubieran autorrecetado en su primera medida municipal un aumento de cinco y hasta de diez mil colones? ¿Cómo hará este hombre para dar respuesta al problema de la basura, si sólo en el cauce del Acelhuate se depositan los desperdicios de cerca de 300 industrias, cuyos vapores y químicos son el aire que ellos respiran desde que nacen hasta que mueren? ¿Qué hará este hombre para dar respuesta sin echarse encima a sus mismos admiradores de las áreas marginales a su compromiso de campaña de reordenar las ventas callejeras, si mucha de la gente que le dio su voto tiene que vérselas durante el día en cualquiera de las calles del centro de San Salvador para arrebatarle al mal tiempo y al mal sistema los centavos que necesita para la comida del día? ¿Cómo hará este alcalde para no volverse en contra de las intereses de los vendedores ambulantes, si siempre que las autoridades han tomado medidas para despejar las calles lo han hecho por medio de la fuerza? ¿Acaso Héctor Silva, su alcalde, les jugará con esa misma moneda?
¿Por qué ganó?¿Por qué ganó Héctor Silva las elecciones? El mismo responde: el FMLN tuvo la inteligencia de proponer un candidato que, a diferencia de los candidatos de la derecha, no fue escogido de entre las filas de sus militantes. La derecha no supo tomar esa decisión, que sí se tomó al interior de la izquierda. La derecha se ofuscó al renovar a sus candidatos dentro de las filas partidarias tradicionales. Y perdieron”.La candidatura del médico Héctor Silva fue el resultado de la apertura de la izquierda salvadoreña. Más que decidirse por un militante partidario, el FMLN acabó designando como candidatos a varios que tenían, sobre todo, representatividad social. Así ocurrió en Santa Ana, la segunda ciudad en importancia de El Salvador, en donde el FMLN designó a un médico muy ligado al sector comercial. Igual decisión se tomó en Soyapango, con un candidato no militante pero con gran inserción social. Algo parecido sucedió con los candidatos ganadores en Mejicanos y en Santa Tecla, que siendo miembros del FMLN nunca fueron dirigentes de cúpula y están vinculados con la sociedad más como profesionales que como militantes de un partido. En San Miguel, la ciudad más importante del oriente del país y con fuerte tradición de lucha de la izquierda, el FMLN perdió por un margen reducido. La explicación la da Héctor Silva: no hubo coalición, se decidió sólo dentro del partido y se confió demasiado en la tradición partidaria de los candidatos y no en su representatividad social.
Otra forma de hacer políticaAl aceptar Héctor Silva y el mismo FMLN que ganaron, no tanto por el arrastre del partido sino por la apertura del mismo hacia otros sectores sociales, aceptan en la práctica que existe una nueva manera de hacer política electoral que, además de resultar más eficaz, supone mayores compromisos políticos una vez que se accede al poder. Héctor Silva tiene un compromiso con el FMLN y con los otros dos partidos de la coalición y tiene, sobre todo, un compromiso con los sectores sociales que votaron por un alcalde al que identificaron con su trayectoria y no con los principios de un partido.Esta nueva manera de hacer política puesta a prueba con éxito en las elecciones municipales salvadoreñas supone, según el nuevo alcalde de San Salvador, cambios al interior del FMLN. Ahora, la izquierda ha de desarrollar y construir capacidad propositiva con viabilidad y pragmatismo. Tiene que crecer en la necesaria complementariedad. Para poder seguir adelante, el FMLN tiene que ampliarse, abrirse a otros sectores sociales y también a la convivencia y alianza con otras fuerzas políticas. Siendo la fuerza de izquierda más grande dentro de la coalición, el FMLN ha de ser respetuoso de las decisiones que tome Héctor Silva como alcalde de una coalición en la que la clave es la representatividad social. El FMLN lo respaldó como su candidato, pero como alcalde, el FMLN lo debe dejar gobernar. Ahí está el mayor reto. A mayor control del FMLN, mayor posibilidad de debilitamiento del Frente y de la gestión del alcalde. A mayor respeto ante las decisiones del alcalde, mayor capacidad propositiva y mayor inserción del FMLN en los diversos sectores sociales.
¿Silva para Presidente?La historia viene probando que quien gobierna bien San Salvador tiene un pase asegurado para la presidencia del país. Héctor Silva es consciente de esta realidad, pero sale al paso del inevitable rumor de que se prepara como candidato para la contienda presidencial de marzo de 1999. Afirma que comportarse ya como candidato sería la peor decisión, pues tendría que actuar pensando sólo en la imagen pública, obviando la búsqueda honrada de respuestas a los problemas que plantea la municipalidad. Héctor Silva está convencido que el mayor servicio que puede hacerle a la izquierda es construir un gobierno municipal efectivo y honesto, transparente y capaz de abrirse a las propuestas de los diversos sectores sociales. Pensar ahora en la candidatura a la presidencia le obligaría a trabajar a medias, frustrando así a la gente que lo eligió. La izquierda sí tiene la obligación de capitalizar el buen desempeño en la alcaldía de la capital para trasladar ese acumulado de honestidad, transparencia y apertura al escenario nacional, para que una experiencia municipal exitosa sea base para luchar por un gobierno de izquierdas en todo El Salvador.
¿Es de izquierda?¿Quién es ideológicamente Héctor Silva? El mismo lo aclara: “Cada vez más el mundo define como de izquierda a ese tipo de gobernante que se siente insatisfecho e incómodo con lo que ve, a quien cree que un país no puede progresar si no existe una preocupación especial, intencional, por la inversión humana y por dedicar recursos importantes a combatir la pobreza. Yo me siento de ese grupo de gentes”. ¿Qué significa hoy ser de izquierda en El Salvador? ¿Supone definirse dentro del FMLN o crear otra representación política? Héctor Silva está convencido de que el FMLN es una fuerza política importante y con mucho futuro por delante, siempre que esté dispuesta a transformarse y a abrirse a la voz de los diversos sectores sociales. En El Salvador, no se trata de iniciar nuevas experiencias partidarias de izquierda. Se trata de desarrollar lo que ya existe, de construir sobre lo que ya es experiencia de lucha. A criterio de Héctor Silva, el FMLN tiene futuro si define una fórmula económica atractiva para la población y con viabilidad para los próximos diez años.¿Por qué el nuevo alcalde no se considera de derecha? ¿Cuáles son sus diferencias con ella? La derecha con la que él se ha topado es la que se empecina en buscar todas las soluciones en el mercado, sin importarle el futuro de ese 60% de la población salvadoreña que vive por debajo de la línea de la pobreza. Es la derecha que concibe el crecimiento económico sin sacrificar jamás sus porcentajes de lucro. Mientras ésa sea la actitud de la derecha, yo nunca me identificaré con ella”, dice Héctor Silva, consciente de que ha de ser con esa derecha con la que tendrá que negociar desde sus convicciones de izquierda, puesto que hasta hoy y durante toda la historia salvadoreña, es esa derecha comercial y financiera la que se siente dueña de la capital y de los capitalinos.
Apuesta ecológicaOtras actitudes de la derecha también hacen que Héctor Silva no se identifique con ella. Entre ellas, está un terreno de acción al que el nuevo alcalde ha apostado su credibilidad y prestigio: el medio ambiente. Héctor Silva es del criterio de que la derecha salvadoreña habla mucho de regulación ambiental y busca aparecer adornada con un pensamiento ecologista pero nada más. De pronto, un empresario destacado siembra mil árboles o sale por ahí comprando cien manzanas para donarlas eufórico a un parque. Pero la derecha no puede alardear con esas migajas ecológicas cuando su voracidad ha destruido toda la potencialidad ecológica de El Salvador. Mientras estos empresarios no demuestren con hechos que tienen capacidad y están decididos, por ejemplo, a procesar los residuos industriales de sus fábricas, todo lo demás será pura imagen.Más que tener una identificación partidaria, Héctor Silva quiere seguir manteniéndose como una persona inconforme. Esa actitud le permitirá alentar el deseo de crear algo nuevo y de dar auténticas respuestas sociales. La alcaldía es una espléndida oportunidad para concretar esos deseos.
Por "dolor de patria"¿Y quién es Héctor Silva, el hombre, el salvadoreño? A sus 49 años, este médico, siente que sus capacidades no han sido aprovechadas en todo su potencial. El nuevo alcalde viene de una larga trayectoria de compromisos sociales y políticos. En la década de los 70 participó en el movimiento estudiantil. Creyó entonces que la Democracia Cristiana podía responder a sus aspiraciones de justicia. En 1980 salió de la DC, desencantado de sus incongruencias, y se unió a la Convergencia Democrática, que nacía en ese momento como una coalición de partidos con orientación socialdemócrata. De 1991 a 1994 fue diputado, electo en las filas de la Convergencia. Finalizado su período, se retiró de la política partidaria, hasta que la coalición de izquierda lo postuló para la alcaldía de la capital.¿Por qué te metiste en eso?, le preguntó un día su hijo mayor. Por el dolor de patria, le contestó Héctor Silva. Después de la guerra civil que desangró a la nación salvadoreña y tras los acuerdos de paz de 1992, la patria no daba señales de recuperación ni esperanzaba a sus patriotas. Yo sabía que podía dar más. Tenía tres años de estar retirado de la política. Pero el dolor de patria me convocaba a buscar nuevos derroteros de servicio.Sin dudarlo, Héctor Silva señala, contándolas con los dedos de sus manos, las siete prioridades a las que su Concejo Municipal va a dar mayor atención: la adecuada recolección, selección y disposición de los desechos sólidos, el problema de la basura; la respuesta a la violencia, especialmente a la de las maras o pandillas juveniles; el enfrentamiento del desorden y la contaminación del tráfico vehicular; la solución a las ventas callejeras; la respuesta a la falta de servicios en las comunidades y barrios marginales; la incorporación participativa de los ciudadanos a la gestión municipal; y la erradicación de la corrupción y la falta de transparencia municipal.
La basura ante todoEn San Salvador, la basura es un problema permanente que requiere de especial cuidado. Hacer frente al problema de la basura que corre por los cauces del Acelhuate supone inversiones millonarias, decisiones audaces de la comuna capitalina y de los grandes empresarios y cambios profundos en la conducta de todos los habitantes de una ciudad que huele siempre a podredumbre.Hace una década, tras el terremoto de octubre de 1986, varios organismos internacionales hicieron la propuesta de canalizar el río Acelhuate, al menos en uno de los sectores marginales de la ciudad. Esto implicaba la construcción de canales subterráneos y un proceso de educación integral de la población de los barrancos adyacentes al cauce del río. La propuesta debía ir acompañada de un firme compromiso de la alcaldía capitalina y del gobierno central. Pero el gobierno y la empresa privada estaban más ocupados en ganar la guerra que en cualquier otra cosa y el proyecto cayó en saco roto.Todos los gobiernos municipales han hecho de la basura su caballito de batalla, pero nunca logran domarlo. Durante mucho tiempo, la guerra fue la gran excusa y entretanto, se planteaban otras prioridades, vinculadas interesadamente al manejo de las arcas municipales como una cueva de ladrones. Cuando terminó la guerra, el gobierno municipal propuso, como siempre, hacer frente al problema de la basura. Esta vez, la propuesta era la gasificación de los desperdicios, con plantas especiales que transformaran la basura en residuos químicos gaseosos. Los grupos ambientalistas rechazaron totalmente este plan, argumentando que la contaminación sería aún mayor.Ahora, Héctor Silva está decidido a enfrentar el problema con una visión integral. Se trata dice no sólo de recoger la basura, sino de producir menos basura, de crear participación en torno a su recolección fomentando microempresas que involucren especialmente a la población juvenil. Se trata de tirar lo menos posible y de reutilizar lo más posible. Se trata de organizar proyectos que integren lo social, lo productivo, lo organizativo y lo ecológico. Actualmente, el sistema de recogida es completamente artesanal, contaminante y no productivo. El reto es construir un sistema que genere empleo, que promueva la organización de las comunidades especialmente las de jóvenes y que proteja el medio ambiente. Un sistema así sólo es posible buscando significativos consensos sociales.
Reordenar la capitalRespecto al reordenamiento urbano, la nueva administración capitalina se esfuerza en elaborar un diagnóstico aproximado del problema, con la conciencia de que se trata de una prioridad que involucra a muchos: comercio informal, comercio formal pequeño, gran comercio, industria del transporte, gobierno central y gobierno municipal. En este momento, la alcaldía busca consensuar una agenda en la que estén definidas metas, reglas del juego, facilidades para vender, calles que se han de habilitar para las ventas y calles que se han de cerrar, regulación del transporte, reglas para el control de la contaminación, etc. Teniendo esta agenda, la alcaldía iniciaría un proceso de planificación, también consensuada, sabiendo que los costos políticos se han de distribuir entre los diversos sectores involucrados, incluyendo la propia imagen del alcalde.
Una capital violentaHéctor Silva ha comenzado a regir la comuna de la capital más violenta de América Latina y una de las de mayor riesgo de todo el mundo. De acuerdo a una reciente investigación del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA de San Salvador, los registros del Centro de Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia indican que, sólo en 1996, el área del Gran San Salvador registró un promedio mensual de más de 200 muertes y de más de 400 heridos.Los resultados de una encuesta promovida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) arrojan cifras aún mas escalofriantes: unos 60 mil ciudadanos de San Salvador son lesionados anualmente con armas de fuego, mientras que 35 mil son agredidos con arma blanca. Las víctimas son en su mayoría hombres menores de 40 años. Héctor Silva asegura que el 70% de las víctimas y de los victimarios son jóvenes menores de 30 años, organizados en las llamadas maras juveniles, provenientes de diversos barrios y comunidades marginales de la capital. El nuevo alcalde es consciente de que un asunto de esta magnitud no se resuelve con respuestas represivas y que ha de ser una preocupación fundamental de los diversos sectores públicos y privados el buscar a mediano y a largo plazo las más adecuadas medidas preventivas, que incluyan pogramas productivos, económicos, sociales, culturales y deportivos con los que se dé una respuesta de fondo a la juventud de San Salvador. El alcalde propone pequeñas empresas juveniles que tengan, entre sus tareas, el cuidado, mantenimiento y vigilancia de los parques y áreas de recreación, la recolección y reciclaje de desechos sólidos y la organización de programas deportivos. La propuesta debe ser integral y dar respuesta a diversos problemas: ambientes de recreación sanos y seguros, empleo juvenil, organización de los pobladores, mejoramiento ambiental, recolección de la basura, etc.
Primer paso: transparenciaEn las siguientes dos semanas de la asunción de Héctor Silva como alcalde, los medios de comunicación difundieron la noticia del aumento de sueldo de sus asesores más cercanos y la creación de nuevas plazas. El reacciona con calma ante las críticas: “Lo que ha sucedido es que estamos poniendo en marcha un ordenamiento administrativo interno. De once guardaespaldas que tenía el anterior alcalde, yo me he quedado sólo con un motorista. De tres vehículos que tenía el alcalde anterior, me he quedado con uno. Estamos haciendo frente a un ajuste administrativo. El anterior estaba fundado en la falta de claridad y en oscuros manejos económicos. Un gerente que oficialmente tenía un sueldo de 15 mil colones, en la práctica recibía mensualmente un promedio de 43 mil. Lo que hemos hecho, como primer paso, es hacer transparente toda la situación. Por eso, sale a luz de que ha habido un aumento de sueldo, pero no se informa nada de la regulación administrativa, que ha supuesto el haber llegado a la definición de sueldos reales y conforme a la verdad”.
Participación siempreLa participación ciudadana y el involucramiento de los diversos sectores sociales está en el centro de la lógica del nuevo alcalde. Se trata de abrir canales para que la gente participe, dice Héctor Silva. En los programas para jóvenes, se convocará a organizaciones de la sociedad civil, a ONGs y a organizaciones parroquiales. Que sean ellas las que dentro de los lineamientos que establece la municipalidad puedan coordinar los programas juveniles”. El nuevo alcalde está decidido a poner en marcha un proceso en el que los principales problemas y decisiones municipales sean discutidos por barrios y colonias, a través de los cabildos abiertos, promoviendo la participación de la gente en talleres populares. Las conclusiones de estas reuniones han de servir de material definidor para las grandes decisiones municipales. Quisiéramos que la culminación de este proceso fuese el logro de un presupuesto municipal participativo. Que los grandes gastos y las inversiones se decidan en cabildos abiertos”, dice. Aunque Héctor Silva explica los sueldos de sus asesores en el marco de un ordenamiento administrativo, a la gente le asalta la duda, sobre todo cuando su duda es atizada con respuestas como la que dio uno de los colaboradores más cercanos del nuevo alcalde, que no tuvo empacho en afirmar: Somos un equipo de lujo y merecemos estar bien pagados. Héctor Silva ha de estar atento a cada paso que dé en su difícil comienzo. Su lógica de promover la participación y la consulta tiene que ponerse a prueba desde el inicio. Y la realidad es que el proceso de ordenamiento administrativo que ocasionó las primeras críticas no fue conocido ni consultado entre los sectores sociales.
Responsabilidad históricaAsí como fueron capaces de esperar durante dos horas a su candidato, las comunidades marginales de San Salvador esperan que el nuevo gobierno municipal que eligieron vaya por el rumbo por ellas esperado. Tendrán paciencia, es apenas el comienzo.Junto a ellas espera todo el pueblo salvadoreño y más allá de nuestras fronteras, los sectores populares de Centroamérica. También sus ojos están puestos en el espacio que los votos le han abierto a la izquierda salvadoreña. Héctor Silva y su equipo saben muy bien de esta responsabilidad que tienen con la historia centroamericana.

Muere Héctor Silva, el presidente que nunca fue - El Faro - 2011

Muere Héctor Silva, el presidente que nunca fue
Héctor Silva fue la primera figura de la izquierda salvadoreña con gran éxito en las urnas tras el fin de la guerra civil. Su independencia y moderación lo convirtieron en el primer presidente fallido de una izquierda hegemonizada por un FMLN radical. Presidente del FISDL hasta este día, a sus 64 años se encontraba haciendo una exposición en Casa Presidencial cuando se desvaneció.
Daniel Valencia, Ricardo Vaquerano, Sergio Arauz

La primera gran figura de la izquierda salvadoreña que tuvo el potencial de ganar la Presidencia de El Salvador después de la guerra civil falleció este mediodía. Según la conclusión de los médicos que lo atendieron, sufrió un colapso en una de las arterias fundamentales del organismo: "Héctor Silva falleció a las 12:10 por un aneurisma en la aorta", dijo el galeno Víctor Segura.
Silva en una década
El Hamlet“Tengo que aceptar que fue un error vacilar tanto alrededor de esa decisión de esa trascendencia(correr por la presidencia con el Frente).” Junio de 2004.
Diferencia con Schafik“En el mente de Schafik creo que fui “villalobizado” ja, ja, ja”, El Faro, junio de 2004.
En la cumbre de su carrera política“Yo tuve a los más altos dirigentes de ARENA diciéndome: “Salite de ahí o te vamos a quebrar, a deshacer”, Junio de 2004.
Ver más
Consejo al FMLN“Dejemos la política del no.”, en 2001, Carta enviada a la Comisión Política del FMLN.
Su paso por el FMLN“¡Qué bueno que no fui candidato por el frente!, porque si llego a ser presidente con este FMLN imaginate el problema en el que estaría ahora”, El Faro, junio 2004
El centro y la izquierda“Yo quiero para este país un cambio con estabilidad. Hice un esfuerzo bueno, sano, por tratar de promover ese cambio dentro del FMLN y no lo pude hacer.”, La Prensa Gráfica , noviembre de 2003
Sobre liderazgo "Una vez que el concejo termina su sesión y se levantan, el que manda aquí soy yo. Ninguno de los concejales tiene autoridad ni sobre mí, ni sobre los gerentes, ni sobre ningún empleado de la municipalidad”, El Diario de Hoy, marzo de 2000.
Caso CINTEC“Fue un proceso en respuesta a una necesidad. Creo que lo hicimos bien, hicimos lo mejor que pudimos. Ha sido cuestionado tantas veces que con seguridad puedo decirle que fue un proceso legalmente adecuado. Y resolvió un problema importantísimo del área metropolitana”, La Prensa Gráfica, Noviembre 2003
Sobre Mauricio Funes Veo un muchacho joven, Mauricio es un hombre inteligente, creo en su integridad. Esa inteligencia, a través de su carrera periodística, se ha traducido en mucho conocimiento de la realidad nacional, al menos teóricamente. Tiene el vacío de la poca experiencia, ha tenido muy poca responsabilidad en el manejo, pero por las razones que te he dicho me entusiasma, me parece que es un buen candidato, La Prensa Gráfica, noviembre de 2007
Sobre la derecha “El poder económico del país tiene que entender que tiene que pagar los costos del desarrollo, los costos de la seguridad y no lo está haciendo.”, La Prensa Gráfica, noviembre de 2007.
Cita con jerarquía del FMLN “Cuando estábamos en Toledo, ahí estaban Medardo González, Leonel González, Roberto Lorenzana y “Hato” Hasbún. “Hato” me preguntó qué me parecía la actuación del FMLN en este momento y yo le respondí exactamente lo que te dije hoy. Le dije que me parecía que estaba cometiendo muchos errores. Medardo me dijo que respetaba mi forma de pensar.”, La Prensa Gráfica, 2007.
Su primera vez en la comuna“La primera vez nadie creía que fuéramos a ganar, entonces no hubo mucha resistencia. Acordate que era 1997, tres años antes Schafik había tenido una derrota aplastante, entonces nadie creía. Para el segundo período fue claro que el determinante era el candidato y fue fácil superar las presiones.”, La Prensa Gráfica, 2007.

Silva, un ginecólogo de centroizquierda, se convirtió en figura nacional en 1997, cuando ganó la alcaldía de San Salvador como candidato de la coalición de los partidos FMLN-Convergencia Democrática-Movimiento de Unidad. Sin embargo, ya para entonces era un político experimentado. Apenas empezaba la guerra cuando a inicios de los años 80 ya era parte del Movimiento Popular Social Cristiano (MPSC), que integró el Frente Democrático Revolucionario.
Desde entonces hasta ahora, el día de su muerte, acumuló dos períodos como alcalde de San Salvador, dos como diputado a la Asamblea Legislativa, una precandidatura presidencial por el FMLN y una candidatura presidencial por la coalición CDU-PDC. Al morir este jueves, tenía dos años y medio de presidir el Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL), un organismo estatal encargado de la gestión de proyectos de desarrollo para los municipios.
Esta mañana, Silva se encontraba en una reunión con otros funcionarios para hacer el lanzamiento de la consulta sobre la política de transparencia que el gobierno de Mauricio Funes pretende elaborar. En una sala de Casa Presidencial le acompañaban, entre otros, el secretario presidencial de Asuntos Estratégicos, Franzi Hato Hasbún; el ministro de Obras Públicas, Gerson Martínez; el director de la Defensoría del Consumidor, Armando Flores, y el subsecretario de Transparencia, Marcos Rodríguez.
"Él se encontraba exponiendo en ese momento... de repente, se le comenzaron a trabar las palabras y entonces cayó", relató uno de los testigos. Lo que planteaba Silva en ese momento era que la pobreza en El Salvador se había reducido en el período de 30 meses que él dirigió el FISDL. Esto ocurrió alrededor de las 11 de la mañana. Fue trasladado al Hospital de Diagnóstico, en San Salvador, donde recibió ingreso a las 11:08 a.m. A las 12:10 de la tarde fue declarado muerto.
Según parientes y amigos, Silva era hipertenso. Uno de los funcionarios que estuvieron con él en la actividad en Casa Presidencial reveló que el exalcalde de 64 años de edad le confió, minutos antes de comenzar su participación, que no se sentía bien físicamente. Un aneurisma de aorta es una dilatación de esta arteria que puede devenir en rotura y provocar una hemorragia masiva.
El secretario de Comunicaciones de la Presidencia, David Rivas, hizo una breve valoración del significado de la muerte de Silva: "No solo el gobierno ha perdido una pieza muy importante, sino también el país".
Silva y su equipo fueron una especie de invento para El Salvador en aquellos años. Para empezar, su candidatura a la alcaldía en 1997 era posible por una inusitada alianza entre tres partidos políticos y una organización cívica no partidaria. El FMLN tenía cinco años de haber dejado las armas, mientras que Convergencia Democrática era una mutación de un viejo partido socialdemócrata que venía cambiando de nombre desde los años 70. Además, el Movimiento de Unidad era un agrupamiento de centroderecha pro evangélico que coqueteaba con lo confesional. Y a estos partidos se sumó la Iniciativa Ciudadana, un grupo de ciudadanos de centroizquierda interesados en buscar nuevas maneras de gobernar y lanzaron el nombre de Silva.
Luego, una vez ganó la alcaldía, Silva inventó para este país -el país más polarizado del continente, según los estudios de la Universidad de Salamanca- una novedosa manera de gobernar: la concertación de intereses históricamente contrapuestos para ponerlos a trabajar en favor de la capital. Con hábiles pasos logró la colaboración de los empresarios para iniciar el rescate progresivo de espacios públicos de la ciudad, y encontró la manera de que los vendedores de la vía pública se integraran a su proyecto.
En su primer mandato como alcalde capitalino logró rescatar algunas de las vías del centro de San Salvador y despejó del caos de ventas ambulantes la plaza Gerardo Barrios. Su trabajo resultó tan evidente y novedoso que ya para 1998 a muchos les parecía natural que en la elección presidencial de 1999 su nombre compitiera por la postulación de la izquierda. Pero su vacilación repetida entre ser candidato o no serlo en varios momentos de su carrera política posiblemente le evitó la llegada a la Presidencia de la República.
En 1998, el FMLN dirigido por Facundo Guardado lanzó internamente la propuesta de que Silva fuera el candidato a la presidencia. Las encuestas de opinión mostraban ya un desgaste en el partido Arena, mientras este carismático y barbado político que exhibía un verbo conciliador y pronunciaba palabras suaves seducía a buena parte del electorado. Sin embargo, pronto iba a producirse el primero de varios encontronazos que marcaron la relación de Silva con el partido de la ex guerrilla. La primera escaramuza se produjo temprano en 1998, cuando el ala más radical del FMLN le hizo una demostración pública de rechazo y le opuso la potencial precandidatura de Victoria Marina de Avilés. A Silva le disgustó que un sector del partido que estaba pidiéndole considerar ser su candidato presidencial le lanzara una "barra brava" y optó por apartarse. Años más tarde admitiría que había sido un error no persistir.
Guardado, con su carta tirada en el suelo, optó por lanzarse él mismo como el candidato presidencial, y fracasó estrepitosamente en marzo de 1999 ante el arenero Francisco Flores.
La imagen de Silva se fortaleció y siguió sumando adeptos. Y si en 1997 había derrotado con poco margen al alcalde saliente Mario Valiente, en 2000 obtuvo la reelección con tranquilidad ante un Luis Cardenal que quizás no podía ofrecer mucho ante la evidencia de cambios en la capital gobernada por Silva, que utilizó como eslogan de campaña el estribillo "San Salvador mejor".
Eventualmente Silva se afilió al FMLN, y en general mantuvo una silenciosa guerra de baja intensidad con la dirección de un partido a menudo intransigente en sus valoraciones públicas sobre los proyectos de los gobiernos del partido Arena. La dirección efemelenista se radicalizó en 1999 y se cayó la visión moderadora que había emprendido Guardado como coordinador general.
A inicios de la nueva década, ya mientras ejercía su segundo período como alcalde, Silva se atrevió a enviar a la dirección del partido una moción que tácitamente cuestionaba el rumbo del partido y su discurso: "Dejemos la política del "no"", le pedía, haciendo eco de las quejas del gobierno de Francisco Flores y del partido Arena, en cuanto a que los efemelenistas simplemente querían boicotear la administración.
Los años 2000 y 2001 supusieron una ebullición de un movimiento reformador en el FMLN del que Silva fue parte junto a otros dirigentes que ahora también están en el gobierno de Funes. Hicieron un esfuerzo por empujar al partido de izquierdas hacia el centro, pero solo ganaron aversión y con el tiempo muchos de los involucrados terminaron expulsados.
En 2002, el gobierno de Flores afrontaba una crisis en el sector salud: los médicos habían logrado unificarse en un movimiento huelguista que tenía como origen los planes de privatización de la salud que según ellos había preparado a escondidas el entonces secretario técnico Juan José Daboub. Las protestas fueron creciendo tanto que pronto se sumaron las enfermeras e incluso otros gremios y las calles con frecuencia estaban abarrotadas de empleados estatales y particulares que exigían a Flores no privatizar los servicios de salud. El FMLN era una de las organizaciones que se había unido -ya sin disimulo- a las manifestaciones, aunque muchos estaban convencidos de que en realidad eran la mano que manejaba los hilos de la agitación.
El país se encaminaba a otras elecciones -la legislativa y municipal de marzo de 2003- y las encuestas mostraban a una Arena muy deteriorada ante los electores. El FMLN, por el contrario, subía en las preferencias electorales y parecía que por primera vez iba a ser el partido con mayor representación legislativa. Se avecinaba el fin de año y la precampaña ardía y Silva tenía el camino allanado para obtener un tercer período en la municipalidad de San Salvador. Fue entonces cuando Silva públicamente lanzó un salvavidas al gobierno de Flores: se ofreció como mediador entre las partes. Para el FMLN, que era un actor pro huelga, fue insoportable. El 1 de noviembre de 2002, el dirigente Schafik Hándal, miembro de la Comisión Política efemelenista y jefe de la bancada legislativa, pronunció sentencia: "Para el FMLN está claro que él ya no es el candidato". Entonces murió su relación con el FMLN.
Silva fue diputado en el trienio 2003-2006 en representación de Centro Democrático Unido (ya desaparecido). Ya había sido legislador de 1991 a 1994, por el partido Convengencia Democrática (también ya desaparecido). En 2004 lanzó su candidatura presidencial por la coalición CDU-PDC y resultó un rotundo fracaso. Su última relación -aunque de manera indirecta- con el FMLN fue cuando en 2009 Funes lo llamó a incorporarse a su gobierno, al primer gobierno del FMLN.
Antes de su llegada al parlamento en 1991 dedicaba su tiempo a una organización no gubernamental que había creado para proveer servicios de salud a personas de escasos recursos económicos. Cuando ganó la diputación, tuvo que dejar en otras manos la Fundación Maquilishuat.
Después del fin de su diputación de 2003 a 2006 Silva dejó la política partidaria. Entre septiembre de 2006 y julio de 2007 fue profesor visitante en la Universidad de Harvard. Solo reapareció en la vida pública hasta 2009.
Silva nació en Boston, el 19 de septiembre de 1947. Uno de sus hijos, de profesión periodista, trabaja en la administración Funes. Esta tarde, en el Hospital de Diagnóstico, un grupo de parientes, amigos y funcionarios estaban reunidos lamentando la muerte de este personaje a quien el politólogo Arturo Cruz comparó una vez con el Hamlet shakespereano: "Su característica es que nunca se decide: ser o no ser (candidato)".

Los jóvenes socialistas buscan unidad ante el dolor de una tragedia - El País - 2011

Los jóvenes socialistas buscan unidad ante el dolor de una tragedia
Más de 85 españoles participan en el Festival Mundial de las Juventudes Socialistas (IUSY)
La lucha contra el auge de la extrema derecha, uno de los temas centrales del festival mundial
Madrid 26 JUL 2011 - 17:29 CET


La lucha contra el auge de la extrema derecha era un tema que ya estaba programado en la 60ª edición del festival mundial que celebra la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY, en sus siglas en inglés). Y más tras el asesinato el pasado 22 de julio de al menos 68 personas en la isla de Utoya (Noruega) – según la última cifra oficial – que participaban en el campamento anual de la Liga Juvenil del Partido Laborista, la antesala más trágica que este encuentro político podía tener. En la convención que se celebra en Weissenbach am Attersee (Austria) desde el lunes y que durará hasta el próximo domingo 31 de julio, participan más de 85 españoles pertenecientes a las juventudes socialistas.
“Con estos asesinatos se ha tomado conciencia de que aún hoy se corren riesgos por pertenecer a un proyecto político, motivo principal por el que estos chicos en Noruega han muerto”, explicaba por teléfono Beatriz Talegón, vicepresidenta del IUSY y secretaria general de las juventudes del PSOE. La joven de 28 años, que acude por primera vez al evento mundial, forma parte del comité de organización y cumple tareas de vigilancia y apoyo en el campamento: “La gente también se asusta al ver tanta presencia policial, pero sobre todo, nuestro cometido es de apoyo a la gente que quiera hablar y compartir su dolor”.

La vigilancia en el campamento es parte fundamental de la agenda diaria
La vigilancia en el campamento es parte fundamental de la agenda diaria. Hay dos turnos de jóvenes que recorren los "pueblos" de tiendas de campaña: de seis de la tarde a doce de la noche y otro desde la medianoche hasta las seis de la mañana. Estos grupos, liderados por los 19 miembros del Presidium, el órgano central, los completan los voluntarios de cada delegación, entre los que se cuentan unos 20 españoles.
“El sentimiento es de profundo dolor, pero ante la duda de suspender el encuentro por lo ocurrido, decidimos seguir adelante porque más política y más democracia es nuestra mejor arma”, afirmaba David Lizoain por teléfono, secretario de política europea e internacional del Partido Socialista de Catalunya (PSC), que también asiste al festival.

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Fuerte presencia policial en la entrada del campamento. / THOMAS LEITNER (EFE)
Junto al lago Attersee, hay un mapamundi representado en tiendas de campañas. Lizoain, junto a otros 16 representantes de Cataluña, acampa con los militantes socialistas de Australia y Dinamarca: conviven durante una semana en un improvisado pueblo sin torre de babel. Lizoain, de 28 años, también participó hace dos años en el encuentro mundial de jóvenes socialdemócratas que se celebró en Hungría y asegura que, aunque hay buen ambiente, el contexto en el que se celebra éste, “es totalmente diferente”. El foro mundial está dedicado este año a la Igualdad, pero como temas principales también están la lucha contra la crisis y el cambio climático. “Los jóvenes socialistas austríacos, los anfitriones este año, están muy concienciados y preocupados por la propagación de la extrema derecha en Europa”, matizaba Lizoain.
La ceremonia de apertura del festival, el pasado lunes, se llenó de velas y momentos “muy emocionantes”, con el recuerdo constante de los fallecidos en la isla noruega de Utoya, explicaban los dos representantes socialistas españoles. A pesar de lo sucedido en Oslo, habrá representación de la juventud noruega. En concreto, 60 de ellos viajarán hasta Austria para unirse a sus compañeros de partido. Durante los siete días que duren las conferencias, talleres y seminarios políticos está previsto que pasen alrededor de 3.000 participantes, de entre 16 y 30 años, de más de 110 países.

¿Adónde va la izquierda europea? - Sami Nair - El País - 2011

TRIBUNA: SAMI NAÏR
¿Adónde va la izquierda europea?
Sin una reforma en profundidad de su visión del mundo, de sus métodos de acción y de sus medios de funcionamiento, la socialdemocracia corre el riesgo de seguir perdiendo apoyo en el Viejo Continente
SAMI NAÏR 14/07/2011

El fracaso de la izquierda europea ante la ofensiva del neoliberalismo nunca ha sido más patente que hoy. La crisis actual del capitalismo financiero tendría que haber provocado desde hace mucho tiempo su debacle. Sin embargo, allí donde la izquierda europea gobierna está obligada a hacerlo todo para salvarlo. Hay en ello algo propiamente surrealista. ¿Por qué ironía de la historia la izquierda se encuentra, como el médico, en la cabecera de un sistema que supuestamente debe combatir en nombre del progreso y de la justicia?
Hay un giro a la derecha porque la izquierda liberal no es vista como una alternativa
Los partidos progresistas deben aprender a escuchar y democratizar su relación con el pueblo
El electorado de izquierdas, desconcertado por este viraje, o gira hacia la derecha populista o se refugia en la abstención política. La revolución neoconservadora ha emprendido desde los años ochenta la demolición sistemática del modelo del Estado social, adquirido en reñidas luchas históricas y con grandes sacrificios de movimientos obreros del siglo XX. En Europa, esta ofensiva ha sido acompañada por la izquierda bajo el pretexto falaz de la construcción europea. La socialdemocracia, y más aún el social-liberalismo, sometiéndose a este modelo, han tirado por la borda sus ideologías socialistas, sus valores más fundamentales de solidaridad; en el mejor de los casos (Alemania, España, Francia) han defendido unas políticas de privatización ocultas tras unas redes sociales para proteger a los más débiles; en el peor de los casos (blairismo) se han convertido en punta de lanza de la reacción ultraliberal, cuando no han simple y llanamente desaparecido (Italia).
Pero la crisis actual del modelo liberal europeo pone hoy al desnudo la impotencia de la izquierda: no solo no puede oponerse a la ofensiva del liberalismo, que quiere siempre más privatizaciones, sino que está ahora sin proyecto, sin programa y ha perdido, salvo en los países del norte, el apoyo de las clases populares. Convertido en el partido de las clases medias, ya ni siquiera es capaz de protegerlas, puesto que estas padecen en todas partes la devaluación de sus estatus social, que atribuyen en general a la fiscalidad creciente de las políticas públicas. Y es por ello que se vuelcan progresivamente a la derecha, siguiendo así a una gran parte del electorado popular. Al final, está evidentemente la extrema derecha europea, que cosecha en todas partes los frutos envenenados de esta deriva.
El resultado de la pérdida de identidad de la izquierda está aquí: a fuerza de haber apostado por la economía liberal, se ve arrastrada por la "derechización" de la sociedad. Pero la verdad es que la sociedad vira a la derecha porque la izquierda liberal no es percibida como una alternativa. Si el electorado se pronuncia ahora cada vez con más indiferencia por la derecha o la izquierda no es por elección ideológica, sino más bien por despecho hacia unas políticas que se parecen como dos gotas de agua. La izquierda ya no marca la diferencia.
Le hará falta tiempo para hallar un nuevo aliento. Puesto que, contrariamente a la derecha, necesita ofrecer un proyecto que supere el orden existente. Debe representar la esperanza de un mundo mejor. Para aquellos que no se resignan a la desaparición de la izquierda (posible, como en Estados Unidos), el primer deber es identificar bien los problemas históricos a los que está confrontada. El material conceptual clásico de la izquierda apenas sirve ya; el paso a una civilización globalizada, el papel estructurador de las nuevas tecnologías inmateriales (Internet), la irrupción del principio de responsabilidad en la gestión del medio ambiente, la disolución de las viejas relaciones de clase y la formación de nuevas estructuraciones sociales, el ascenso de las potencias emergentes y de sus clases medias, y otros muchos factores más, imponen la elaboración de nuevos paradigmas, mucho más complejos que aquellos que sirven solamente, como hoy, para conquistar el poder.
Más allá de este trabajo necesario y riguroso de comprensión del nuevo mundo, hay al menos tres condiciones previas para la construcción de una futura izquierda.
En primer lugar, la autocrítica. La izquierda debe interrogarse sobre sus equivocaciones, no para culpabilizar a las generaciones que la han llevado al abismo, sino para no repetir los mismos errores: es un deber de memoria necesario para su propia identidad y para el pueblo. Los partidos socialistas europeos deben someterse a un serio examen de conciencia, puesto que cargan colectivamente con la responsabilidad del fracaso frente al liberalismo destructor del Estado social. ¿Cómo puede ser que la izquierda haya dejado instalarse una economía mundial potencialmente delincuente, con un "sistema bancario a la sombra" (Shadow Banking System), que, por medio de los activos tóxicos, representa más de 650.000 millardos de dólares? ¡Eso es 10 veces el PIB mundial! Mientras que se pide a los asalariados más débiles, a los funcionarios que defienden el servicio público, a las clases medias que cargan con la parte más grande de los impuestos, a los obreros endeudados y devaluados, a los jóvenes abandonados en el camino de la vida, que paguen para salvar ese sistema delincuente. En efecto, la izquierda no ha instaurado este sistema, pero ¿qué ha hecho para combatirlo desde hace 30 años? Sin autocrítica, no habrá aggiornamento de la izquierda.
En segundo lugar, la definición del campo de valores de la izquierda y de su proyecto histórico: ¿sigue siendo una fuerza de transformación de la sociedad? ¿Se trata de hacer funcionar "bien" el capitalismo, o de emancipar a la sociedad? ¿Hacia dónde? ¡No es concebible que unos partidos que se dicen "socialistas" no sepan lo que puede ser un socialismo del siglo XXI! Los pueblos quieren un proyecto humano de solidaridad colectiva; el mero consumo infinito de las mercancías no puede ser este proyecto: se haga lo que se haga, nunca será más que un medio de existencia. ¿Qué significa pues hoy una sociedad "socialista" mediante la democracia? ¿Qué sentido tiene? La izquierda europea debe enunciar su proyecto y asumirlo con franqueza. No debe avergonzarse de su identidad.
Por último, la toma de conciencia de la revolución que se ha producido en las mentalidades. Lo que han demostrado tanto la primavera árabe como el magnífico ejemplo del 15-M español es la irrupción masiva de la demanda ciudadana en la elaboración del interés general por parte de las mismas poblaciones. Es la crítica a la forma partido, que ha perdido su legitimidad a consecuencia de la sordera y la arrogancia respecto a las aspiraciones profundas de las fuerzas más vivas de la sociedad.
Eso no significa el fin de los partidos, puesto que una sociedad democrática sin partidos es una sociedad totalitaria, no democrática, sino que los partidos deben cambiar, en su forma como en su función. En su forma, para aprender a cristalizar las aspiraciones populares democratizando su relación con el pueblo, rechazando su consideración únicamente como una masa de electores manipulables; en su función, definiendo unos programas realistas y realizables. Ser un partido que escucha y no miente: puesto que la exigencia de ética está en el corazón de la política democrática moderna. Sin una reforma en profundidad de su visión del mundo, de sus métodos de acción y de sus medios de funcionamiento, la izquierda europea corre el riesgo de patinar durante mucho tiempo aún. Pero desgraciadamente ese tiempo no está vacío: lo pagan muy caro los más débiles, que sufren los costes de un sistema económico cruel y simplemente indigno de una humanidad civilizada.
Sami Naïr es profesor invitado de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla

¿Qué le pasa a la izquierda? - Nicolás Sartorius - El País - 2011

TRIBUNA: NICOLÁS SARTORIUS
¿Qué le pasa a la izquierda?
El problema de la socialdemocracia no es electoral, es de fondo. Debería apostar por ensanchar la democracia, por el control político de las finanzas y por sostener el Estado de bienestar con impuestos a los más pudientes
NICOLÁS SARTORIUS 15/07/2011

Uno. Mucha gente se pregunta dónde está la izquierda en un momento en que las políticas y los votos vuelan hacia la derecha mientras las personas se indignan desde la izquierda. La gran crisis la han provocado poderes financieros, Gobiernos permisivos e instituciones ciegas y, no obstante, la están pagando los sectores populares, mientras los partidos de izquierda sufren derrota tras derrota. En la UE-27 solo quedan cinco Gobiernos progresistas de incierto futuro. Es verdad que también los partidos de centro-derecha que gobiernan sufren derrotas -de momento parciales- como en Alemania e Italia, pero esto no puede servir de justificación que paralice los cambios necesarios en el campo progresista. Porque el problema de la izquierda europea no es solo electoral, la cuestión de fondo es de proyecto, de discurso ante la nueva época y los nuevos retos. Así como el hundimiento de la URSS dejó sin relato creíble a la línea comunista de la izquierda europea, ahora la globalización, la sociedad cibernética y las limitaciones del Estado-nación está poniendo en jaque a la línea socialdemócrata.
La izquierda europea carece de un proyecto común sobre la globalización
Es la era digital. Hay que perfeccionar la democracia con nuevos instrumentos de participación
¿Por qué estos aprietos, no tanto electorales, sino de proyecto de sociedad? En mi opinión, porque la socialdemocracia -como todo- es un producto de la historia, surge en el contexto de la industrialización, del Estado nación y del desarrollo de Europa. Sin embargo, ahora vivimos en el contexto de la sociedad cibernética, de la globalización, de los grandes conjuntos regionales, entre ellos la UE. Y cuando hablo de crisis de la izquierda me refiero a Europa porque las manifestaciones de "otra izquierda" gozan de mejor salud, ya sea el Brasil de Lula-Roussef, los Estados Unidos de Obama o la Sudáfrica de Mandela.
Dos. En Europa, la carencia desde la izquierda de un proyecto común sobre la globalización -que es tanto como decir sobre el futuro de la humanidad- parte de una insuficiencia previa que consiste en la inexistencia de una visión compartida sobre la construcción europea. Sigue primando un supuesto "interés nacional" en asuntos que han dejado hace tiempo de ser "nacionales". Esto tiene profundas raíces en el viejo continente: la I Guerra Mundial y el rompimiento de la izquierda; las diferencias ante la descolonización; los choques durante la guerra fría y, más cercano en el tiempo, las divergencias ante los referendos sobre la Constitución europea, la guerra de Irak, etcétera. Diferencias que se acentúan según que el partido en cuestión esté en el poder o en la oposición. Fenómeno que contiene cierta lógica pues ante un proceso en construcción, como es el de la UE, la contradicción no es siempre entre derecha e izquierda sino, a veces, entre europeístas y euroescépticos. Lo que ocurre es que a partir del Tratado de Lisboa y ante la crisis actual ya no se trata de discutir sobre aspectos "institucionales" sino de contenidos económicos, sociales, de políticas para salir de la crisis y aquí debería de primar la dialéctica derecha-izquierda si no fuera porque está ahogada por la lógica de acero de los poderes económicos y los intereses de los Estados nacionales más fuertes.
Tres. Tiene su sentido que con la mundialización del capital, las carencias del Estado nación hayan quedado a la intemperie y la crisis de los poderes políticos democráticos haya hecho su aparición. La democracia representativa es una realidad que surge en un determinado espacio geográfico, en un concreto estadio de evolución de la ciencia y la tecnología y, en consecuencia, con una determinada relación entre economía y política, representantes y representados. Pero cuando el espacio ya no es la nación sino lo global y cuando el nivel de "las fuerzas productivas" ya no se sitúa en lo industrial-vertical sino en lo cibernético-horizontal, los instrumentos que hemos utilizado hasta ahora hay que mejorarlos o quedarán obsoletos.
La gran crisis que reventó en 2008 ha puesto en carne viva las nuevas contradicciones. Por un lado, las finanzas mundiales -mercados- condicionan las políticas de los Gobiernos al margen de lo que deseen o voten los ciudadanos, con el consiguiente deterioro de la democracia. Control financiero que se acentúa cuando los Estados se endeudan hasta las cejas como consecuencia de su intencionada flojera fiscal y los abultados déficits-deudas contraídos para hacer frente a los desaguisados de un sistema financiero descontrolado, así como el pago de las copiosas facturas que toda crisis arrastra, entre otras las de los propios bancos. Y este poder de los mercados -acreedores- se impone ante Gobiernos de izquierda o de derecha pues todo acreedor quiere garantizarse el pago de la deuda y solo sigue prestando, a intereses asumibles, si el Estado deudor hace políticas de "ajuste", esto es, saca el dinero a los ciudadanos -en pensiones, sueldos, salarios, IVA, privatizaciones, menos inversiones públicas, etcétera- para pagarles a ellos. Examen riguroso de esta política de "austeridad" que se confía a unos tribunales examinadores (firmas de rating) que pertenecen a empresas multinacionales -son juez y parte- y que cada vez que bajan la nota a uno de los Estados le sacan la hijuela y medio riñón. Así funciona el tinglado.
Cuatro. Así se va mellando la democracia, que queda hecha unos zorros, y se provoca un cósmico cabreo en el personal sufridor. Ahora bien, las tecnologías no solo han globalizado las finanzas y las mercaderías sino también la comunicación instantánea entre las personas a través de Internet y otros artefactos cada vez más sofisticados. Diálogo no solo instantáneo sino sobre todo horizontal, sin intermediarios y de difícil control, lo que ha introducido un nuevo elemento en las contradicciones contemporáneas que las explosiones de indignación, incluyendo España, han puesto de manifiesto. Han mostrado que con los instrumentos que proporciona la actual tecnología, la democracia representativa puede ser ensanchada, pues permite introducir nuevos cauces de participación y control. No se trata de prescindir de los partidos o los Parlamentos, pues eso sería la dictadura. Pero he defendido, desde hace mucho, con poco éxito, que los partidos tienen que abrirse a los ciudadanos, convertirse en partidos de los ciudadanos y no solo de los afiliados. La consulta y el debate entre elegidos y ciudadanía tiene que ser continua y deben darse facilidades para que, ante determinados temas de trascendencia, los ciudadanos puedan refrendar de manera vinculante.
Cinco. El reto para la izquierda es este, pues sus dificultades siempre van unidas al desgaste de la democracia. Su destino es transformar la realidad y no limitarse a administrar lo que hay. Y cambiar la situación hoy es enfrentarse a tres grandes retos que solo son alcanzables con el ensanchamiento de la democracia.
El primero, dirigir desde la política, la democracia y el interés público el proceso de globalización, lo que supone afrontar la cuestión del poder financiero. Este ha adquirido tal volumen y dominio que tiene que responder al interés general por medio de un modelo "público-privado" y no solo privado como ahora. Porque el destino de los bancos no afecta solo a los accionistas sino a la ciudadanía en su conjunto.
En segundo lugar, no es realista pretender sostener el Estado de bienestar -conquista irrenunciable- con la actual fiscalidad. Un sistema impositivo suficiente y justo es la base de cualquier política progresista. No hay redistribución que valga sin aumentar los impuestos a los más pudientes, a las grandes fortunas y capitales, sin gravar las transacciones financieras internacionales, combatir la evasión fiscal, los paraísos fiscales, la economía sumergida. La disyuntiva es o mayor capacidad fiscal o recorte de gastos sociales e inversión para reducir deuda, que es lo que se está haciendo. Mientras los Estados estén endeudados dependerán de los acreedores y estos impondrán políticas antisociales.
Por último, convendría perfeccionar la actual democracia con nuevos instrumentos de participación. Amplios sectores de la sociedad, en especial los jóvenes, están inmersos en otra lógica, con otros códigos, digitales y horizontales, que circulan por ámbitos diferentes. O conseguimos insertar estas nuevas realidades en la democracia existente, facilitando el diálogo y la participación que las nuevas tecnologías permiten, o esta se ira agostando.
En conclusión, la izquierda debería apostar por ensanchar la democracia; por el control de las finanzas por la política y porque los pudientes paguen más impuestos para sostener el Estado de bienestar.
Nicolás Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundación Alternativas.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Socialistas: ¿Crisis u oportunidad?

Socialistas: ¿crisis u oportunidad?
El poder de los mercados pone a prueba a la izquierda
Los socialdemócratas debaten cómo afrontar un cambio social que cuestiona parte de su discurso


Los secretarios generales de varios partidos socialistas del mundo se reunieron el pasado octubre en un hotel de Madrid, convocados por la Fundación Ideas (laboratorio ideológico del PSOE), para abordar su futuro en la III Conferencia de Progreso Global. Cuando tomó la palabra, el húngaro Attila Mesterházy dijo: "Hace 10 años, esta conversación habría sido una fiesta de las fuerzas progresistas. Estaba Tony Blair en el Gobierno británico, estaba Gerhard Schröder en Alemania... Ahora el péndulo ha girado en Europa hacia los partidos conservadores. ¿Por qué?".
¿Por qué en medio de la peor crisis económica de las últimas décadas en Occidente la socialdemocracia mengua? ¿Es coyuntural o es que su discurso de defensa de los trabajadores frente a los poderes económicos dejó de aplicarse allí donde llegaron al Gobierno? ¿Hubo margen, hay margen aún para rebelarse contra "los mercados", o ni lo hay ni se le espera? ¿Esta crisis es el final del pensamiento socialdemócrata o una oportunidad para recuperar los principios que se dejaron atrás, si es que eso es lo que ocurrió?
El Gobierno socialista griego ha caído bajo el yugo de los bancos; el español, tras asumir postulados liberales en el último año —según sus críticos, según algunos socialistas también—, se enfrenta a unas elecciones clave con todas las encuestas en contra. Siguiendo la pregunta de Mesterházy, buscando una explicación al presente y también las hojas de ruta para el futuro, EL PAÍS ha hablado con responsables de distintos viveros ideológicos de la socialdemocracia. Estas son sus impresiones.
LAS CAUSAS: "No es la ideología, es el calendario"
Hay dos formas de verlo: o la crisis ha arramblado con todo, y ahí se incluye el socialismo europeo —pero, cuando la crisis pase, eso volverá a su ser— o todo esto viene de atrás. Jesús Caldera, exministro del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y hoy vicepresidente ejecutivo de la Fundación Ideas (que preside el propio Zapatero) se apunta a la primera tesis. "Lo que hay es un movimiento telúrico impulsado por la crisis. No tiene que ver con la ideología, sino con el calendario. Es sencillo: al partido que está en el Gobierno se le hace responsable", afirma.
Por eso él augura que "en muy poco tiempo" habrá en Francia, Alemania e Italia Gobiernos socialdemócratas, y todo se verá de otra manera. Caldera se enroca: no es un problema de los socialistas. "La socialdemocracia no está en crisis. No discuto que una minoría del electorado piense que se han dejado atrás unos principios, pero no es el problema de fondo. El problema es la crisis".
No lo ve igual Alfonso Guerra, exvicepresidente del Gobierno con Felipe González, hoy diputado y presidente de la Fundación Pablo Iglesias. Sin quitar importancia a la crisis, él sostiene que las renuncias empezaron bastante antes: cuando en los años setenta se impuso el discurso neoliberal y "algunos socialdemócratas empezaron también a cambiar, colocándose más cerca de los administradores del capitalismo que de los del socialismo". "El discurso socialdemócrata se ha ido adaptando, a mi juicio excesivamente, a los nuevos mecanismos ideológicos de la Universidad de Georgetown. Algunos dirigentes han arriado las banderas de los principios, con lo cual el electorado distingue mal entre izquierda y derecha", dice, aunque no precisa con qué dirigentes, en España por ejemplo, empezó a pasar eso.
EL CONTEXTO: ¿Había margen para ir a la contra?
Y llega la crisis, y Gobiernos como el español, que habían enarbolado con fuerza la bandera socialdemócrata, toman de pronto ciertas decisiones —ajustes sin previo aviso, control del gasto público como principio sagrado, ayuda a los bancos, resistencia a subir impuestos a los más ricos— que desconciertan a su electorado. ¿Había margen para actuar de otra forma, para responder a "los mercados" con medidas diferentes? ¿Y había voluntad?
"Un país solo no tiene margen. Nosotros no lo tenemos, a la vista está, ¿no? Nos han machacado los mercados", se lamenta Caldera, aunque más tarde subraya que no quiere decir que los poderes financieros hayan dictado la política al Gobierno de Zapatero——"¡eso es un mito!"—, sino que "si no hay recursos, no se puede gastar". "Nosotros al principio de la crisis invertimos muchísimo en políticas de estímulo, hicimos lo que pudimos; pero tienes una limitada capacidad de movimientos. Tú eres parte de un espacio mucho más amplio, y si otros solo quieren austeridad...", justifica.
"Siempre hay un margen. Hay quien lo sabe o lo quiere aprovechar, y quien no", zanja Guerra, diputado del PSOE en esta legislatura (y todas las anteriores). "A la socialdemocracia le ha faltado coraje político", abunda José Félix Tezanos, catedrático de Sociología y director de la Fundación Sistema. "Es verdad que es más fácil ver los toros desde la barrera, y que ha habido terribles presiones externas, pero la gente percibe que la socialdemocracia está arrugada. El ciudadano tiene la sensación de que aquí a quien se está defendiendo es a los bancos franceses y alemanes, que son los que tenían la deuda griega".
"Nada de lo que está pasando hubiera sido igual con una mayoría de Gobiernos socialdemócratas", tercia la directora del Laboratorio de la Fundación Alternativas, la politóloga Belén Barreiro, que fue directora del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) con el Ejecutivo de Zapatero. "En este momento, el margen de los Gobiernos es mucho menor; el poder ciudadano ha perdido espacio frente a los poderes no representativos: bancos centrales, mercados... Hay menos margen, sin duda, menos autonomía. Por eso el reto de la socialdemocracia en este momento es aumentar la autonomía de la política frente a esas instituciones", dice Barreiro.
Según ella, la situación es igual "en todas las democracias, con partidos conservadores o de izquierdas". "La diferencia es que el programa de la derecha no es de cambio social y por tanto no se ve tan dañado; la izquierda, cuando llega al Gobierno, tiene menos margen para aplicar su programa".
¿Y entonces lo cambia?
EL PROYECTO: Recuperar el paso ante la "desafección"
"No hay una crisis de ideas en la izquierda. La socialdemocracia tiene las recetas y tiene también a una mayoría de ciudadanos que cree en ellas, como apuntan todos los eurobarómetros. Lo que hay en este momento es un problema de desafección, y muy serio", señala Barreiro. "Una decepción de la base social, que percibe que debió hacerse un reparto más justo de los costes de la crisis. La desigualdad ha crecido, los ricos no se han visto perjudicados. Pero, aun así, sigue habiendo nítidas diferencias entre la derecha y la izquierda, aquí y en todos los países".
Caldera insiste en esa idea, con más ahínco: el PSOE no ha traicionado sus principios, "en absoluto". No fue, por ejemplo, una renuncia pactar la reforma constitucional con el PP para consagrar la estabilidad presupuestaria, porque "eso no es conservador en sí mismo". Tampoco fue un cambio de rumbo la rebaja fiscal de 2006, según Caldera, porque entonces no había crisis —Barreiro sí considera que fue equivocado sugerir que bajar impuestos es de izquierdas.
"Puede haber habido errores, aunque yo no los voy a señalar", concluye el exministro. "Pero los valores se han mantenido, y son hoy más necesarios que nunca". Aun así, Caldera cree que la apuesta por la austeridad y el ajuste que se ha adueñado de los Gobiernos debe dejar paso a otra fase: una vuelta parcial al keynesianismo —inversión pública para reactivar la economía—; algo que defienden todos los consultados para este reportaje.
"El camino que se está tomando en esta crisis es insensato. Cuando se escriba la historia de este periodo, no se entenderá. Lo que se necesita es otro New Deal. Por la vía del ajuste que vamos, la economía no se recupera. No es que haya que volver a las esencias del socialismo, es que hay que volver al sentido común", afirma Tezanos. Lo que "no tiene sentido", protesta, es "un partido socialdemócrata defendiendo políticas liberales". ¿Se ha perdido entonces el discurso ideológico? "El discurso, el norte y el rumbo".
LA BASE SOCIAL: El riesgo de una revuelta
Alfonso Guerra alerta de una probable "revuelta social" si se siguen "retorciendo los derechos de los más débiles". "Este es el gran momento para el discurso socialdemócrata. Pero claro, hay que hacerlo", apunta. Guerra no quiere señalar responsables de esa caída de brazos en el discurso. Ni entra a valorar momentos como el de la reforma constitucional exprés que impulsó su partido —"eso son cosas pequeñas"—. Admite, eso sí, que aquel momento de desconcierto, y el más reciente de la convocatoria fallida del referéndum en Grecia —que ha provocado una presión brutal sobre el Gobierno griego, hasta el punto de hacerle abandonar tan osada iniciativa— pueden generar en parte de la ciudadanía la sensación de que no hay poder democrático que se rebele al dicktat de los mercados.
También lo señala Tezanos: "Empieza a haber sufrimiento social, y un gran descontento por la acción de los Gobiernos. Crece la extrema izquierda, y eso puede alimentar a su vez reacciones más de derechas. Si se va hacia la polarización, esa es la senda de los populismos y las confrontaciones", alerta.
LA SALIDA: Esperando al péndulo
"La relación entre políticos y ciudadanos se ha roto. Recomponerla es el principal desafío de la izquierda progresista. ¿Por qué los jóvenes no votan a la izquierda?", planteó en la conferencia de octubre Antonio José Seguro, secretario general de los socialistas de Portugal. Pier Luigi Bersani, cabeza del Partido Democrático italiano, añadió otro reto: "La democracia global. Controlar los factores de la globalización, porque las finanzas están sin control". Y el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva sentenció: "El político no puede decidir pensando en las próximas elecciones. Tiene que pensar en las próximas generaciones".
Recetas para el medio y el largo plazo, trufadas, en todas las intervenciones, de una más para el corto: la necesidad, la urgencia de unir fuerzas. "Somos un equipo. Y ahora se necesita un equipo", resumió Bersani. "El comunismo llegó y se fue. Los ultraliberales de Friedman llegaron y se fueron. Nosotros seguimos aquí. Pero el margen es cada vez más estrecho. Necesitamos centrarnos en los valores, renovarnos y aunar fuerzas", insistió Raymond Johansen, secretario general del Partido Laborista de Noruega, con una mezcla de optimismo y preocupación.
Belén Barreiro defiende la tesis de que, aunque "el 20-N el PP ganará por mayoría absoluta", podría darse la situación, por primera vez en España, de que el partido ganador sea derrotado a los cuatro años. "La crisis está barriendo Gobiernos, de izquierdas y de derechas. Europa girará a la izquierda en los próximos años", augura. "Hasta el FMI está diciendo ya que hay que cambiar el rumbo e ir a políticas expansivas, más cercanas al keynesianismo. El PSOE, en la oposición, tendrá más libertad para reforzar el discurso de izquierdas, y podría recuperar la mayoría social para 2015". Claro que "la credibilidad se la tendrá que volver a ganar".
En ese mismo horizonte confiaba en octubre el socialista húngaro Mesterházy. Y seguía haciéndose preguntas: "Necesitamos que el péndulo vuelva a nosotros. Los socialistas de Hungría nos preguntamos: ¿Por qué perdimos el Gobierno? ¿Nuestra política no fue suficientemente progresista o fue demasiado progresista? Tenemos que responder a eso. Porque el péndulo podría volver".

"ES EL MOMENTO DE LA POLÍTICA"
Lula da Silva, expresidente de Brasil, considera que “la crisis económica no la resolverá la economía”. “Es el momento de la política”, sostiene.

“ALGUNOS RENUNCIAN A LOS PRINCIPIOS”
Alfonso Guerra afirma que "algunos dirigentes socialdemócratas", sin precisar nombres, "han arriado las banderas de los principios".

"SE PUEDE VENCER A LA DERECHA"
Pier Luigi Bersani, secretario del Partido Democrático de Italia, defiende que “se puede vencer a la derecha: no infravalorándola ni entrando en su terreno”.

“HAY QUE REGULAR EL MERCADO”
Jesús Caldera, responsable del vivero de ideas del PSOE, argumenta: “Lo que la política ha estropeado, la política lo debe arreglar. Hay que regular el mercado”.

“ACCIÓN COMÚN”
El francés François Hollande, elegido candidato socialista a la presidencia, cree que es necesaria “una acción común”. “Los progresistas europeos debemos trabajar juntos”.

“UNA ÚNICA AGENDA”
El secretario general de los socialistas portugueses, Antonio José Seguro, avisa: “O la izquierda consigue tener una única agenda, o la agenda neoliberal se impondrá”.

La Izquierda y la Crisis - Jesús Caldera - El País - 2011

TRIBUNA: JESÚS CALDERA
La izquierda y la crisis
JESÚS CALDERA 29/07/2011

No creo que la izquierda esté en crisis. Ni la igualdad, ni la solidaridad, ni la distribución equitativa de bienes y oportunidades. A pesar de ello, es un lugar común, allá donde vayas, escuchar proclamas acerca de la grave crisis que padece la izquierda, incluso en los círculos intelectuales pertenecientes a la misma. Y ello cuando hay consenso sobre las causas de la situación actual: la exaltación del individualismo agresivo, la inexistencia de reglas, o desregulación, y el incremento de las desigualdades, hasta el punto de que hoy, en Estados Unidos, el 1% de la población acapara el 23% del ingreso nacional, todas ellas relacionadas con las recetas usuales que fomentan los conservadores.
Hay que valorar el esfuerzo personal, la disciplina y el trabajo bien hecho
De otra parte, la situación actual viene marcada por una crisis económica profunda y prolongada. Y es normal que situaciones tan graves generen desconcierto, miedo, pérdida de confianza en las instituciones y en la política como herramienta para resolverla, lo que conduce a un voto de castigo hacia quien gobierna. En estos momentos, es el calendario quien impone los resultados: en Europa, casi todos los partidos de gobierno que se han enfrentado a elecciones después del inicio de la crisis, ya fueran generales, regionales o locales, las han perdido, con independencia de su signo ideológico. Las derrotas de los conservadores alemanes o franceses en sus elecciones regionales son comparables a las de los socialistas portugueses o españoles. Eso sí, en algo hay diferencias: cuando la derrota afecta a la derecha, no hay debate, ni crisis existencial, ni desencanto, ni derrotismo, porque de éste nunca surgen ideas e impulsos para los siguientes retos.
Quizá la situación de la izquierda se vea afectada por la crisis de la política. Los ciudadanos se sienten defraudados por la incapacidad de la política de poner coto a los abusos de los llamados "mercados". Y como suelen identificar izquierda con política y derecha con mercados, se nos da por derrotados. Y esto tiene que ver con el fenómeno de la globalización. Los conservadores en los 80 fueron hábiles al apuntarse la globalización de los mercados y la izquierda no supo, o no pudo, globalizar la política durante los 90, cuando éramos mayoría.
Para salir de esta crisis, necesitamos valores de corte progresista. En el futuro habrá menos recursos (por sobrepoblación, crisis climática y consumos exagerados) y más riesgos (pobreza, escasez alimentos, incremento de la inseguridad) y las soluciones sólo pueden basarse en el principio de solidaridad y empatía. Solidaridad entre nosotros y con el medio que nos rodea y empatía como identificación afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Valores progresistas que son transversales, tienen una gran utilidad económica y generan cohesión social, como la igualdad de oportunidades.
No hay duda alguna, y ello es empíricamente demostrable, que las sociedades mejores son aquéllas que reparten más equitativamente sus recursos; aquéllas en que las diferencias de renta son menores, y en consecuencia las desigualdades. Se produce allí un mayor bienestar individual y colectivo. Los países más igualitarios tienen mayores índices de bienestar individual y colectivo, más esperanza de vida, más bienestar infantil, menor tasa de criminalidad, más capacidad de innovación y más confianza mutua entre los ciudadanos. Y de este modo se puede garantizar una mejor y más efectiva protección social, otro de los más señalados valores progresistas.
Este debe ser el tipo de sociedad y la representación del mundo a la que debe aspirar la izquierda. Porque sólo habrá empleo con una forma distinta de producir y consumir, una economía distinta que incorpore el respeto al medio ambiente, que impulse la transformación energética, que se base en la innovación constante, que suprima privilegios y oligopolios desfasados y que amplíe la igualdad de oportunidades, consolidando la sociedad del conocimiento que exigirá en el futuro empleos de mayor cualificación. Porque sólo habrá futuro si éste es inclusivo, si no ahonda las diferencias y sabe manejar la diversidad que representa el fenómeno migratorio, reconociendo sus impactos positivos, en el plano económico y social. En el económico, porque la inmigración no compite por el empleo con los nacionales, sino que ayuda a crear otros complementarios, más cualificados y mejor remunerados para la población nativa; y en el social porque su impacto permite amortiguar la crisis demográfica a que nos enfrentamos.
Pero también es cierto que debemos redefinir el rango de los valores que propugnamos. De nuestro ideario debe formar parte la responsabilidad individual. No todo depende de las instituciones públicas, nuestro esfuerzo también cuenta, y mucho. Hay que situar en su justo lugar lo que significa el esfuerzo personal, la disciplina y el trabajo bien hecho. La consideración de que no se puede recibir algo, sea una prestación o una ayuda, sin hacer nada a cambio, salvo que un obstáculo insuperable lo impida. De este modo también mejoraremos nuestra productividad y nuestra capacidad competitiva, algo de lo que realmente está necesitada la economía española.
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Jesús Caldera es vicepresidente de la Fundación IDEAS y fue ministro de Trabajo entre 2004 y 2008