Enrique Curiel (Vigo, 1947), un comunista templado que trató de sobrevivir políticamente en el PSOE durante las dos últimas décadas, falleció la madrugada de ayer a consecuencia de un cáncer en el hospital universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), a los 63 años. Su temprana muerte evoca la vida de una persona que vivió intensamente las crisis que han azotado a las organizaciones de izquierda en España, convirtiendo la trayectoria de un buen profesor de Ciencia Política y ex vicesecretario general del PCE en una de las muchas personas a las que el PSOE atrajo a sus filas sin darles un papel a la altura de sus potencialidades aunque en la legislatura anterior fuera secretario general del Grupo Socialista en el Senado. Fue uno de los dirigentes más importantes del PCE en la Transición Hijo del catedrático de Lengua Francesa Luis Curiel y de Pilar Alonso, fue dirigente del movimiento estudiantil español en las postrimerías del franquismo. Inició su militancia en el Partido Socialista del Interior de Enrique Tierno y Raúl Morodo. Fue detenido varias veces y perseguido con saña por la brigada Político-Social, la policía política del franquismo. Expulsado de la Universidad Complutense, volvió en 1975 ya como profesor de Ciencia Política y de la Administración. En 1969 se integró en el PCE, que dirigían desde fuera de España Santiago Carrillo, Dolores Ibarruri y otros veteranos. Apuesto, cordial y afable, más pragmático que doctrinario, agitador sutil, dotado de una lógica convincente y provisto de un evidente carisma, su imagen contrastaba abiertamente con el estereotipo del comunista estalinista -sectario, amargado, dogmático-, difundido por el franquismo. Posteriormente y durante la transición, Curiel descollaría por sus dotes organizativas y negociadoras, en ocasiones como virtual lugarteniente de Carrillo. Resultó herido de bala durante una manifestación convocada para exigir la liberación del líder comunista, detenido en diciembre de 1976. Curiel realizó toda la travesía de la transición democrática con el PCE. "Fue uno de sus dirigentes más importantes en aquella época", afirma Nicolás Sartorius. Candidato por Teruel al Congreso de los Diputados en las elecciones parlamentarias de 1979, después resultó elegido diputado por Córdoba, entre 1983 y 1986. Trató de no verse implicado en la primera crisis del partido durante la democracia, a raíz de la cual personas relevantes salieron de sus cuadros dirigentes. El PCE se quedó solo con cuatro diputados tras el desplome electoral de 1982, que el PSOE ganó con 202 escaños, lo cual marcó al partido comunista el camino de la marginalidad. Carrillo dimitió, fue sustituido por Gerardo Iglesias y Curiel fue nombrado vicesecretario general en 1983. Pero la crisis continuó instalada entre los comunistas y Curiel terminó renunciando a su cargo a finales de 1987, tras intentar una alternativa a Iglesias. Muy desanimado por la marcha del PCE y el intento de la formación de superar su debilidad liderando la fundación de Izquierda Unida (IU) en 1986, se refugió en la docencia. Sin embargo, siguió siendo militante y estuvo entre los que apoyaron inicialmente a Julio Anguita. El giro radical adoptado por este y su grupo de confianza le llevó a abandonar definitivamente ese partido en 1988, denunciando "un alejamiento progresivo de la orientación eurocomunista". Curiel puso también su escaño a disposición de la dirección. El propio Anguita elogió esa decisión, señalando lo raro que era ver a un parlamentario renunciando al escaño al dejar el partido. Dos años después ingresó en el PSOE. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid entre 1991 y 1993 y luego, hasta 1996, diputado por Pontevedra. En 2004 resultó elegido senador, también por Pontevedra, pero no pudo concurrir a las siguientes elecciones. Eran tiempos de otras personas y otros equipos. Hasta hace pocas semanas, continuó como profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de Madrid. Por expreso deseo suyo su féretro fue cubierto ayer con una bandera del PCE durante la capilla ardiente celebrada en el tanatorio de La Paz.
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