Félix Pons, ex presidente del Congreso, fallece en Mallorca a los 67 años
Ocupó la presidencia de la Cámara baja entre 1986 y 1996, después de ponerse al frente del Ministerio de Administración Territorial en la primera legislatura de Felipe González
ANDREU MANRESA - Palma - 02/07/2010
"Mi terapia es el trabajo y espero dedicarle todo el tiempo posible porque los resultados son espectaculares", comentó hace unos meses el jurista y ex político Félix Pons, que ha fallecido hoy en Palma de Mallorca a los 67 años de edad. Pons (Palma, 1942-2010), que ocupó la presidencia del Congreso entre 1986 y 1996, anotó la frase en una de las pausas de su combate contra los efectos del cáncer de páncreas, cuyos síntomas le aparecieron el verano pasado durante un crucero por los mares árticos.
Hasta hace un mes, el ex presidente de la Cámara baja acudió cada día a su despacho de abogados, en la capital mallorquina, que fundó su padre, también llamado Félix y que fue antifranquista democristiano perseguido y desterrado por estar en el contubernio de Múnich (denominación que el franquismo dio a la reunión de numerosos opositores al régimen, de tendencias ideológicas diversas, celebrada en la capital bávara en 1962). La foto del padre y la de su amigo asesinado por ETA, Francisco Tomás y Valiente, presidían el gabinete del jurista, ex presidente de las Cortes y ex ministro con Felipe González, retirado de la política activa desde 1996.
Pons fue uno de los políticos más destacados de la Transición. Ingresó en PSOE en 1974, y en 1985, durante la primera legislatura con Felipe González al frente del Gobierno, fue ministro de Administración Territorial. Un año después fue elegido presidente del Congreso y en 1996 se despidió de la vida parlamentaria. Siempre se consideró un hombre del derecho, un letrado con causas, ajeno a las influencias, que seguía con los clientes de décadas y los heredados de su padre.
"El mundo visto tras el cristal de las ventanas no logra impregnarse de la serenidad del aguanieve que cae, ordenada y pacífica", contestó por correo electrónico en febrero pasado mientras Palma vivía un dia de frío y nieve, de nevera, y él se recuperaba de la última sesión "de reclusión forzosa" por la quimioterapia.
Félix Pons, observador prudente, también anotó sobre el paisaje de la realidad sociopolítica: "Más bien lo que vemos desbarata cualquier sensación de bienestar que pudimos llegar a sentir, confortablemente instalados en la calidez de nuestras estufas y de nuestros libros".
A lo largo de su vida profesional recibió, entre otros galardones, la Gran Cruz de Carlos III y la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de Baleares. Aficionado al windsurf, la lectura, la música clásica y el fútbol, Pons estaba casado con Carmen Aguirre Ferrer y tenía tres hijos.
Hasta hace un mes, el ex presidente de la Cámara baja acudió cada día a su despacho de abogados, en la capital mallorquina, que fundó su padre, también llamado Félix y que fue antifranquista democristiano perseguido y desterrado por estar en el contubernio de Múnich (denominación que el franquismo dio a la reunión de numerosos opositores al régimen, de tendencias ideológicas diversas, celebrada en la capital bávara en 1962). La foto del padre y la de su amigo asesinado por ETA, Francisco Tomás y Valiente, presidían el gabinete del jurista, ex presidente de las Cortes y ex ministro con Felipe González, retirado de la política activa desde 1996.
Pons fue uno de los políticos más destacados de la Transición. Ingresó en PSOE en 1974, y en 1985, durante la primera legislatura con Felipe González al frente del Gobierno, fue ministro de Administración Territorial. Un año después fue elegido presidente del Congreso y en 1996 se despidió de la vida parlamentaria. Siempre se consideró un hombre del derecho, un letrado con causas, ajeno a las influencias, que seguía con los clientes de décadas y los heredados de su padre.
"El mundo visto tras el cristal de las ventanas no logra impregnarse de la serenidad del aguanieve que cae, ordenada y pacífica", contestó por correo electrónico en febrero pasado mientras Palma vivía un dia de frío y nieve, de nevera, y él se recuperaba de la última sesión "de reclusión forzosa" por la quimioterapia.
Félix Pons, observador prudente, también anotó sobre el paisaje de la realidad sociopolítica: "Más bien lo que vemos desbarata cualquier sensación de bienestar que pudimos llegar a sentir, confortablemente instalados en la calidez de nuestras estufas y de nuestros libros".
A lo largo de su vida profesional recibió, entre otros galardones, la Gran Cruz de Carlos III y la Medalla de Oro de la Comunidad Autónoma de Baleares. Aficionado al windsurf, la lectura, la música clásica y el fútbol, Pons estaba casado con Carmen Aguirre Ferrer y tenía tres hijos.
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