sábado, 31 de octubre de 2009

Centro de la izquierda, izquierda del centro, de Andres Ortega - 1998

CENTRO DE LA IZQUIERDA, IZQUIERDA DEL CENTRO
Artículo de Andrés Ortega en "El País" del 9-3-98
Blair busca un marchamo progresista. De hecho, le importa más este rótulo o el de radical que el de laborista (aunque sea «nuevo»). Su intento de atraer a Bill Clinton hacia un proyecto modernizador y progresista amplio e internacional puede resultar positivo, si sirve para llevar al mundo del Partido Demócrata de EE UU hacia posiciones más avanzadas. Pero la iniciativa, que se ha de plasmar en mayo al margen de la reunión en Londres del Grupo de los Ocho, seguida de una reunión de partidos a finales de año o principios de 1999, corre el peligro de limitarse a una operación mediática.
Blair está activo en el frente político internacional, aprovechando el trampolín de una presidencia semestral de la UE en la que Londres va a hacer más de árbitro que de otra cosa ante la decisión crucial de la moneda única europea en mayo. La víspera de la conferencia europea que el próximo jueves ha de dar el pistoletazo de salida para el proceso de ampliación al Este, Blair ha convocado a los líderes socialistas de los 21 países que integran el Partido de los Socialistas Europeos, a los de los primeros aspirantes, y, por vez primera, a los de la previsible segunda ola (Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania y Rumania). Toda una primicia que revela su interés por capitalizar políticamente su buena situación.
Pero, sobre todo, como declaró tras su viaje a EE UU, Blair está empeñado en la idea de lanzar un movimiento, en un principio de personas, pero cada vez más de organizaciones, que atraiga a las fuerzas progresistas de más allá del Atlántico, incluido el brasileño Cardoso, que tanto le ha impactado. Ahora bien, aunque muchas cosas acercan a Blair y Clinton, otras muchas les separan pese a cierta coincidencia de lenguaje, por ejemplo, al hablar de programas como el Welfare to Work, que habría que traducir por algo así como de la «subvención al trabajo», que cobra significados bien distintos en una u otra orilla del Atlántico.
¿Trata Blair de constituir una suerte de Internacional Radical -a la que podría apuntarse un Gerhard Schröder que pretende cortarse por este patrón- que compitiera con la Internacional Socialista (IS) desde esa posición que se viene a calificar de liberalismo social? No parece que sea así. La vieja IS, tras la orfandad en que quedó al perder a Willy Brandt y hoy en proceso de renovación con el encargo recibido por Felipe González, pretende, como indican algunos, situarse a la izquierda del centro no sólo en Europa, sino, lo que es más difícil, como referencia global. Blair -como Schröder- aspira a situarse en la izquierda del centro. Reunir ambos espectros bajo una única carpa podría crear una fuerza bastante dinamizadora, un foro amplio de discusión desde la izquierda y el centroizquierda, que vaya más allá de los partidos socialistas y socialdemócratas, y que es lo que predomina claramente en estos momentos en Europa. No es fácil. Ideas, desde luego, no sobran.
La iniciativa de Blair podría, sin embargo, tener una dimensión negativa: que se construya un frente anglosajón frente al modelo social continental europeo, que para Clinton y Blair no sabe crear suficiente empleo, aunque sí parezca preservar una mayor cohesión social. Pues de estas iniciativas puede salir tanto un caballo de Troya -temor de los socialistas franceses o italianos- como un impulso creativo. A estas alturas es difícil precisar. Los cinco principios propuestos a debate por Blair en su entrevista a The Guardian son de interés, y muchos podrían compartirlos como base de discusión: gestión estable y prudencia económica; cambio de énfasis en la acción del Estado hacia la educación o las infraestructuras; reforma del Estado de bienestar para que no lo desmantele la derecha; reinvención del Gobierno y descentralización; e internacionalización. Ahora bien, lo que difícilmente aceptarían los socialistas o socialdemócratas sería que Blair y Clinton se pusieran de acuerdo sobre una agenda programática y luego invitasen a los demás a subir al carro.

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