lunes, 5 de octubre de 2009

Entrevista a Massimo d'Alema


EL MUNDO

Massimo D'Alema, ex primer ministro italiano
'La izquierda europea debe construir un nuevo mensaje de ruptura'

Irene Hdez. Velasco Roma
Actualizado sábado 26/09/2009

Dicen que en Italia no hay complot político en el que no esté metido, que es tan poderoso que incluso se ve envuelto en las conspiraciones del centroderecha. Puede ser. Pero lo cierto es que en las distancias cortas el conde Max, como le llaman sus detractores en alusión a su proverbial capacidad por dominar desde las sombras la escena política, resulta un tipo agradable e incluso simpático.
Actualmente es uno de los referentes de la oposición de centroizquierda, amén de vicepresidente de la Internacional Socialista. Y la semana que viene estará en Madrid para participar en un congreso de dos días organizado por la Fundación Ideas (promovida por el PSOE) en el que debatirán cuestiones como la crisis económica, el cambio climático, el terrorismo… Y en el que, sin duda, se hablará sobre la situación de la izquierda.
Pregunta.- De Gran Bretaña a Francia, pasando por Italia, Portugal y Alemania -donde todo indica que los socialdemócratas sufrirán en las elecciones de mañana domingo un colosal batacazo-, la izquierda europea está en crisis, ¿a qué que se debe?
Respuesta.- Resulta una paradoja porque la crisis internacional, que no es sólo financiera y económica, sino también política, es la crisis de la globalización neoliberal. La crisis ha provocado un giro a la izquierda en todo el mundo. Nunca como hasta ahora han sido tantos los países gobernados por el centroizquierda, desde Estados Unidos hasta Japón (donde la izquierda gobierna tras 54 años), pasando por Brasil, Sudáfrica, India… El vértice mundial es una suerte de internacional progresista…
P.- ¿Cuál el principal error que ha cometido la izquierda?
R.- La izquierda, en el fondo, es víctima de la caída de las grandes narraciones. Nosotros somos la generación de la izquierda que vivió el derrumbe del comunismo y la crisis de la socialdemocracia, y que desde entonces se ha ido despojando de las grandes ideologías, de las utopías que tuvieron consecuencias dramáticas. Es una generación desencantada que se replegó en el pragmatismo. Y eso ahora no funciona: en la era globalizada sólo quien tiene una gran fuerza ideológica puede llegar a la gente.
P.- ¿Cuál sería el ejemplo a seguir?
R.- No creo en los ejemplos a seguir. Hay que mirar al mundo, a las fuerzas progresistas que hoy son protagonistas de una nueva era política. Hay que ser menos eurocéntricos. También hay que colaborar intensamente con otras fuerzas, saliendo del recinto ideológico. Yo soy vicepresidente de la Internacional Socialista (IS), pero me pregunto qué sentido tiene la IS cuando ninguno de todos los gobiernos progresistas que hay en el mundo es socialista. La izquierda tiene que crear una nueva simbología, un nuevo léxico. Ha llegado el momento de construir una izquierda nueva.
P.- Pero lo que llama la atención es que la izquierda italiana no sea capaz de derrotar a un personaje como Berlusconi, acosado por los problemas judiciales, en eterno conflicto de intereses, rodeado de escándalos y desprestigiado fuera del país…
R.- Berlusconi tiene una ventaja enorme con respecto a los demás partidos conservadores. ¿En qué parte del mundo existe un partido conservador que controla todos los medios de información y que dispone de la mayor riqueza financiera del país? Es una lucha desigual. Es cierto que Berlusconi es especialmente impresentable a ojos de la opinión pública internacional. Pero la opinión pública internacional lee los diarios internacionales, mientras que la opinión pública italiana ve la televisión italiana, vive en una burbuja mediática. En Italia el debate político está alterado por el control que Berlusconi tiene sobre gran parte de la información, por el condicionamiento que ejerce sobre los medios que no posee y por la guerra despiadada que mantiene contra las pocas voces libres.

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