La Izquierda y la Democracia en América Latina
Encuentro con Fernando Mires* en el Ateneo de Caracas en Mayo de 2007
Demetrio Boesner: Después de la Segunda Guerra Mundial América Latina sale llena de ímpetus democráticos, como consecuencia de los efectos de la guerra sobre este continente y el impacto de la ideología liberadora democrática anti-fascista. Aparecen en el panorama polarizaciones como lo fue por un lado Fidel Castro y la revolución cubana, anunciando el cese de la exportación de su revolución, y el surgimiento de dictaduras como las de Pinochet en Chile, por el otro.
Fernando Mires: A partir de 1946 comenzó una nueva polarización y particularmente la historia de los partidos comunistas que jugaron un papel significativo en esta polarización puesto que no era solamente una polarización al interior de los países latinoamericanos sino que era la expresión latinoamericana de una polarización mundial. En América Latina la Guerra Fría no fue fría, fue una guerra caliente y las dictaduras de los años 80 son todavía parte de esa guerra. La cruzada en contra del comunismo la inician distintas dictaduras en América Latina acordes con el ordenamiento del mundo al momento. Éstas no fueron sino la expresión del miedo que causaba la expansión comunista de la Unión Soviética en el resto del mundo, miedo fundado en parte por Cuba, que mostraba la cercanía de la amenaza. Era un mundo de dos bandos, sin medias tintas. Desde el punto de vista norteamericano, no era una visión errada creer esto. Los partidos comunistas eran la representación de la Unión Soviética. Entonces esta pelea por el dominio ideológico era necesaria ya que Cuba había pasado a ser órbita de la Unión Soviética, los partidos comunistas ya habían sido bloqueados y los demócratas habían impedido que llegaran al poder. Esa fue para los E.E.U.U en última instancia la doctrina de la Seguridad Nacional que sustentó la dictadura militar que hubo en la América Latina. En el continente se sumaron diversos factores que dentro de la izquierda impidieron que hubiera continuado desarrollando su vocación democrática apenas surgido el período de la pre-guerra fría: uno fue el castrismo y el guevarismo, ya que esa impronta militarista pasó a ser también encapsulada dentro del contexto pro-soviético mundial, y en ese sentido la izquierda desvirtualizó, desnaturalizó y desnacionalizó las luchas sociales y las luchas políticas que tenían lugar en aquellos tiempos y agravó hasta límites increíbles la paranoia política de la derecha en América Latina. Vivíamos en un continente ideológicamente polarizado. Cuando comienzan a darse los focos de resistencia y revolución democrática en Europa es que podemos ver la conexión de estos sucesos con Latinoamérica.
Se estaba iniciando justamente en Europa un proceso de revolución democrática que en América Latina no fue tanteada ni trabajada políticamente por la izquierda. Más todavía, en ese mismo período, coincidiendo históricamente con la caída de los muros ideológicos en Europa, tuvo lugar un retroceso de las dictaduras latinoamericanas. ¿Pura casualidad o producto del mismo proceso de democratización que estaba teniendo lugar? Era obvio pues Estados Unidos dejó de financiar y apoyar las dictaduras en Latinoamérica, ya que lo había hecho solamente para impedir que avanzara el comunismo, y el núcleo de la Unión Soviética ya no existía más, por lo que el apoyo a las dictaduras se les hizo innecesario. Las dictaduras latinoamericanas, al perder su sentido histórico, perdieron su ideología.
Ahora bien, pongamos mayor atención a la conexión entre ambas, más allá de la causalidad del financiamiento norteamericano. ¿Habrán tenido influencia, por ejemplo, los obreros polacos en la caída de las dictaduras aquí? Supongamos que si e intentemos conectar los puntos uno por uno. En Polonia estalla el movimiento Solidaridad1 de repente, así cómo estallan los movimientos estudiantiles aquí sin que nadie se lo explicara. Sin saber nadie cómo ni por qué, una huelga que era una más entre las crueles huelgas que existían en el país se convierte en el foco y radiación del obrero popular y católico que pone en tela de juicio la existencia de una dictadura comunista que se creía representante de la clase obrera. La caída del comunismo comenzó en Polonia. Ahora bien, la caída del comunismo significaba a la vez el fin de la Guerra Fría, y el fin de la Guerra Fría significaba el fin de la dictadura latinoamericana, y esto, a su vez, abría las compuertas para la democratización política de América Latina que comenzó a tener lugar en distintos países del continente.
Si nos detenemos, no debe ser casualidad que justamente los países donde existe una izquierda más o menos pensante y lógica, son los países que padecieron más fuertemente los impactos de la dictadura, ejemplo de ello fue la dictadura chilena. Todas esas terribles dictaduras han posibilitado que en esos países los valores democráticos hayan sido considerados de una manera mucho más gravitante que en otros países que no sufrieron el impacto de tales dictaduras.
Por cierto que Venezuela también padeció terribles dictaduras, pero éstas no fueron coincidentes en el tiempo con las dictaduras que tuvieron lugar fundamentalmente en el Cono Sur, eran más bien dictaduras locales. En cambio Pinochet, Videla y otros eran dictaduras internacionales. Esa conexión, democratización en Europa y democratización en América Latina no ha sido trabajada ni intelectual ni políticamente en América Latina. Cuando aparecen esos fenómenos tan raros como el Evo Morales en Bolivia, como Correa en Ecuador, como Ortega en Nicaragua y como Chávez en Venezuela, son expresiones que buscan en un pasado no trabajado sus fuentes ideológicas de legitimación histórica.
No se ha hecho un cuestionamiento radical a todo lo que significó la Guerra Fría en América Latina, no solamente como la crítica moral a los militares, sino una crítica política que explicara en qué medida también había otros responsables políticos en la existencia de esas dictaduras. Sin analizarlo, no sabremos adonde podría haber llegado la izquierda y por eso es posible que todavía puedan ser utilizados como recurso ideológico el guevarismo y el castrismo. Cuando vemos a los jóvenes chavistas, nos damos cuenta que les dijeron que el Ché Guevara fue un héroe, que Fidel Castro liberó a Cuba del imperio, que vivieron como valientes guerrilleros latinoamericanos que entregaros sus días en esa lucha. Como nadie les dijo la otra parte, no la conocen.
Ha llegado la hora de empezar a cuestionar el pasado de la izquierda latinoamericana porque surgen nuevas organizaciones y no pueden salir sin hacer una revisión estricta de los orígenes donde de una u otra manera provenimos todos ideológicamente. Hay que preguntarse hasta qué punto lo que está pasando hoy en día en Venezuela no es sino la expresión de un mal trabajo político intelectual que hizo la izquierda latinoamericana después que se cayó el muro de Berlín.
La Guerra Fría tuvo dos actores ideológicos en América Latina, los militares y los comunistas o mejor dicho los socialistas. Chávez es militar y comunista, es decir, en una sola persona se unifican los dos. En Venezuela no solamente se sirven de la una y de la otra sino que simplemente se han amalgamado militarismo-socialista, militarismo-comunista, a los cuales se les deja el nacionalismo, el militarismo y la agresividad de la ideología comunista. Eso explica lo que está ocurriendo en Venezuela, pero no en otros países de Latinoamérica, lo que nuevamente prueba que actualmente son distintos en principios y origen los eventos del continente. En Bolivia Evo Morales viene de otras raíces que son más bolivianas que internacionales. Las comunidades indígenas y los sindicatos cocaleros existen desde hace mucho tiempo, es mucho más orgánico lo que está ocurriendo en Bolivia que lo que está ocurriendo en Venezuela. Lo que está ocurriendo en Venezuela es parte de un trauma histórico no trabajado. Estamos no sólo frente a una resurrección del pasado sino que también hay manifestaciones del presente que no logramos entender de dónde y por qué vienen.
Demetrio Boersner: Se produce el fenómeno que muchos periodistas e incluso pensadores académicos en un primer momento denominan simple y llanamente como reascenso de la izquierda latinoamericana, echando en un mismo saco a Lula a Chávez y Kischner y a todos los impulsos que se podían calificar de izquierdizantes, incluyendo el retorno al dirigismo estatal, el rechazo al neoliberalismo y planteamientos contra el imperio norteamericano. Sin embargo, afortunadamente hoy en día se establece más claramente la distinción que dentro de esos movimientos presuntamente izquierdistas de América Latina, existe entre una corriente socialdemócrata seria que trata de hacer avanzar la autonomía regional y de efectuar una verdadera democratización interna mediante el diálogo con la izquierda política democrática y del otro lado; el renacimiento de los populismos militares pretendidamente de izquierda y liberadores pero en realidad con todas las características de un totalitarismo primitivo cada día más efectivo y más real que constituye un peligro muy grande para el futuro político de la región.
Pompeyo Márquez: Desde el punto de vista de la teoría, hay que hacer notar como algo fundamental que la teoría marxista marchaba por un lado y de pronto marchaban por otro los inventos del marxismo-leninismo, o después el estalinismo o el maoísmo. Estas ideas nada tenían que ver con el desarrollo que estaba teniendo la humanidad, lo que está allí bien decía que el sentido de Marx era el futuro y que el imperialismo era, como ya se ha dicho, la última etapa del capitalismo. Con el socialismo se supone vendría el colapso del capitalismo, pero lo que vino fue el colapso del llamado socialismo. Luego de esto, las reflexiones actuales van en la dirección de la democracia social como modelo para ayudar a entender y solucionar los problemas que efectivamente afectan a las sociedades, dentro del contexto actual.
Entender la mecánica misma del capitalismo es entender por ejemplo lo que pasa en China. China no está saliendo de su pobreza a partir de las teorías socialistas, está saliendo de la miseria y del atraso a partir de las inversiones extranjeras tal como las de Japón y E.E.U.U., que solían ser sus grandes enemigos. De las 500 trasnacionales que existen en el mundo, 440 operan en China. Esto nos dice que ver el capitalismo como lo ve Chávez a la luz de Marx, como si entre los años de 1848 a 1981 no hubiese pasado nada, es algo absurdo. El término contrario es ver cómo se plantea la lucha en nuestro país, donde no hay diálogo, donde hay una sociedad dividida. Esto no es Cuba, aquí hay una resistencia, hay una cultura democrática, un músculo democrático que se pone cada día más en evidencia y eso es lo que nos lleva precisamente a ver el valor de nuestra cultura democrática.
Oscar Reyes: En Chile, en la época de la unidad popular, las personas gritaban como consigna o se referían a “el pueblo” en un sentido genérico abstracto. Años después en Berlín, en algunas marchas las personas que marchaban no decían ‘el pueblo’, la consigna era “nosotros somos pueblo”. En el caso venezolano, aquí también estamos no solamente teniendo conflictos políticos abiertos sino que también hay un enfrentamiento en cuanto a las construcciones discursivas. El chavismo se ha apropiado de pueblo en el sentido abstracto, de manera que sólo sus seguidores lo son. Es importante insistir que el pueblo somos todos como ciudadanos.
Fernando Mires: Si se hace alusión al pueblo, se hace alocución a la constitución básica y fundamental de la nación. Eso es lo que reclamaron los alemanes previo a la caída del muro. Nosotros somos el pueblo, no ustedes es decir, toda la población, que se convirtió en ese instante en pueblo y reclamaba para si la devolución de los derechos de soberanía que de acuerdo a los más antiguos contratos sociales aparecían no como delegados sino como usurpados por el vocabulario pro-soviética que en esos instantes regia a la nación Alemana.
Cuando aquí ocurrió esta apropiación del término por parte del chavismo, se trataba fundamentalmente de un diálogo dinámico, donde sectores que históricamente no habían sido incluidos ni en la política ni en la sociedad, ni mucho menos en la economía venezolana, encontraban un interlocutor que prometía incluirlos. Entonces se reproduce esa sociedad básica a todo fenómeno populista entre líder y movimiento, pero el movimiento conserva algo de su autonomía: primero se cree que este hombre nos va a representar y ya. En la segunda fase tiene lugar la institucionalización del populismo. La tercera, que es la más peligrosa y que significa el fin del populismo, es cuando se produce una inversión de sus términos y vale decir que Chávez era el significante2 del populismo y el pueblo era el significado3. Hoy en día es exactamente al revés, el pueblo es el significante del significado de Chávez, el pueblo pasa a ser una apéndice del Estado y pasa a ser institucionalizado, verticalizado y corporativamente organizado. Más que la lucha en contra de la libertad de opinión, la lucha actual es la lucha en contra de la verticalización de la sociedad venezolana que comienza a tener lugar.
No fue casualidad que justamente en los días en que se estaba cerrando el canal RCTV se hizo en el Teatro Teresa Carreño una reunión con los estudiantes chavistas. Entonces se estaba planteando prácticamente la verticalización, la estatización y la corporativización de las universidades, es decir, el presidente Chávez estaba abriendo un nuevo frente de lucha y en la gran mayoría de los estudiantes, de repente algo les hizo tic en la cabeza, ¡epa! el freno a la libertad de opinión, el cierre del canal, tiene algo que ver con lo que va a pasar con nosotros, nos van a estatizar, nos van a ideologizar. De ahí la importancia del papel de los estudiantes en los últimos meses y acontecimientos.
Jorge Millán: El proceso de pragmatización de la política de tratar de vender la ideología de los años 60 en plenos años 90 de una u otra forma es parte de los estragos que está viviendo Venezuela. La llegada de Chávez viene acompañada de una profunda carga ideológica. Se puede interpretar que todo esto es parte del proceso de reconstrucción que está viviendo la sociedad venezolana. Descifrar este nos enmarca hacia cuál seria esa nueva democracia que nosotros debemos vender. Pero en Latinoamérica tenemos un problema adicional, escritores como Rawls4 lo plantean y es que es difícil que haya democracia desde la perspectiva occidental sin que haya un mínimo social. Tal vez eso es parte de este drama que es también latinoamericano. Esta primera pregunta va en el sentido de que profundice un poco acerca de ¿cuál es esa visión que usted tiene de la izquierda democrática latinoamericana frente a toda esta serie de procesos totalitarios?
Fernando Mires: Existe la idea de que la izquierda se tiene que constituir sobre grandes opciones. Se trata de constituir la propia identidad en base a la negación de la identidad del enemigo y se trata de combatir ese enemigo no con el lenguaje de la guerra, sino con el lenguaje político. Las diferencias entre política y guerra son débiles, son genéticas. La guerra lleva una relación vertical entre dos frentes mientras que la política desverticaliza la línea de enfrentamiento y la convierte en una diagonal. Para que muera el conflicto, tienen que existir las fuerzas que están luchando en este sentido. En el caso venezolano está muy claro: el conflicto entre chavismo y antichavismo es un conflicto esencialmente schmittiano5, es la realización total de su teoría, en la que la sociedad está dividida en dos partes, amigos y enemigos.
Por ejemplo, hay algunos amigos chavistas equivocados, porque han confundido democracia con distribución de ingresos, lo que es algo totalmente distinto. Ellos creen que en la distribución de ingresos no importa el elemento fundamental de la democracia, pero en realidad para distribuir mejor los ingresos se requiere en primer lugar una democracia y no vamos a construir una democracia sobre la pura base de la distribución de los ingresos, eso es falso. En este sentido el campo de definición es la clara identificación del enemigo, porque si no, transformamos la lucha en una lucha paranoica. El chavismo tiene como ventaja sobre el antichavismo que el chavismo ha construido un enemigo abstracto, simbólico, imaginario; pero por ello mismo es que hace el ridículo cada vez que tiene que explicar algo que está sucediendo en la realidad.
Jorge Millán: Hay dificultad en cuanto a la definición de lo que Chávez es, todo porque es una mezcla de una serie de cuestiones en las que se conjugan lo militar con lo ideológico. ¿Cómo lo definiríamos?
Fernando Mires: Chávez es un fenómeno nuevo en toda América Latina, Ningún dictador latinoamericano llegó a tal grado de autonomía como la que en este momento tiene Chávez. Más allá de todos los poderes, más allá de su propia gente incluso, él se escapó de la realidad política. Ahora, ¿cómo se llega a este personalismo extremo? Este personalismo extremo es lo que caracteriza la política venezolana, alguna de esas condiciones hay que encontrarlas en la propia personalidad de Chávez, porque él es esencialmente un seductor.
Chávez ha logrado encontrar un lenguaje accesible a estos sectores excluidos, del cual carecían normalmente los políticos tradicionales. No se trata de tratar de hablar o de intentar hablar simplemente como pobre, a veces resulta y a veces no resulta. Chávez conoce el lenguaje por dentro. Ahora, eso hay que aprenderlo a hablar, pero más todavía, dar un paso más adelante, ya que Chávez no recicla ese lenguaje en términos políticos, Chávez es apolítico y por eso es que es políticamente destructivo. No le da formato político a su lenguaje, simplemente se queda en el lado emocional, en el lado sentimental de la relación con la política. Le falta para ser realmente un estadista una dimensión política, él es profundamente antipolítico no solamente porque sea militar, aunque en gran parte es porque es militar y porque su lógica es militar y ello se ve en las palabras que ha impuesto: batallones, comandos, pelotones, etc. Estas son palabras esencialmente militaristas, pero no solamente por eso sino porque además parte del alma popular con todas sus vulgaridades y cinismos. No se debe tener admiración por los pobres porque son pobres, yo no creo en las virtudes que emanan de la pobreza, de la masa surgen una gran cantidad de destrucciones.
Su lenguaje es uno que proviene de sectores sociales que no tienen ni tradición, ni religión ni cultura, que son los elementos no políticos de unidad entre los pueblos. El lenguaje de Chávez no viene de una tradición sino de un mundo sin tradición, no viene de una cultura sino de un mundo que ha sido atropellado culturalmente y no viene de la religión sino que viene de un mundo mágico. Así, lo que Chávez representa puede calar perfectamente: lo que es Chávez es el pueblo en el poder. Pero es importante saber que el pueblo no tiene que ser siempre bueno, el pueblo no es siempre la voz de Dios.
Oscar Reyes: Giorgio Agamben6 nos muestra que ya incluso desde Grecia existía la división entre una buena democracia que era llamada polítea y una mala democracia o una perversión de la democracia que podríamos traducir como tiranía de las masas. Ésta estaba bajo la batuta de un demagogo, y se ve el efecto que pueden tener los vaivenes de las voliciones de esas masas y los vaivenes de las voluntades de ese demagogo. Los romanos, por su parte, diferenciaban los términos de manera distinta. El pueblo era denominado populus, que eran todos los integrantes de la sociedad, y todo ese pueblo constituía el pueblo de Roma. Pero había una diferencia de clase que estaba marcada también en el lenguaje, porque al pueblo pobre se le llamaba plebs (los plebeyos) que no eran iguales al populus romanurum (el pueblo de Roma). Los plebeyos tenían su institución que era el tribuno de la plebe, quien iba al Senado a plantear problemas en representación de los intereses de su gente. Eso no existe en español y se ha dado un fenómeno muy curioso a partir de la revolución francesa cuando hablamos del pueblo. Fíjense cómo empieza la constitución de los Estados Unidos: “We the people…” (Nosotros, el pueblo…). Cuando uno se pregunta quién es el pueblo y resulta que en ese momento de la revolución de 1787 el pueblo no eran ni los negros, ni las mujeres ni los aborígenes, sino los blancos, pequeños propietarios que hicieron la revolución con constituyentes como Madison, Jefferson, Washington, y otros. Luego es que se fue ampliando la categoría pueblo para incluir mujeres, negros, etc. Entonces cuando a uno le hablan de una democracia es interesante preguntarse: si bien, una democracia es el gobierno del pueblo, pero, ¿quién es el pueblo?
Si el hombre es un demagogo y le interesa el pueblo entendido como los pobres, como los cabecitas negras de Argentina o el soberano de Chávez, entonces el pueblo adquiere una categoría ya no de ciudadano sino una categoría socioeconómica. De esta manera es más pueblo el pobre en este caso por una hipóstasis7 marxista- El pobre es más pueblo que la clase media, esta es la división que nosotros hemos visto a lo largo del discurso de los últimos ocho años. Lo que ocurre con esto es que si usted no está de acuerdo con la teoría o con los argumentos del líder o del presidente que se declara en función de los pobres, entonces usted ya no es parte del pueblo sino que, es enemigo del pueblo. Los proletarios en Venezuela estuvieron excluidos de una gran cantidad de derechos sociales durante mucho tiempo, pero sobre todo de una presencia simbólica y política que Chávez, aunque sea sólo a nivel simbólico, les devolvió. Pero resulta que la devuelve a costillas de la identidad de una clase media que ya estaba incluida y entonces así se plantea un conflicto sobre quién es el pueblo o quién es más pueblo.
A pesar de esto no pareciera que haya mucho futuro en este proyecto porque en torno al gobierno no hay una élite de intelectuales que le permitan definir orgánicamente su proyecto socialista del siglo XXI, del XIX o del XX. La oposición tiene intelectuales, tiene fuerza, tiene músculo democrático y posee otro factor fundamental, que es el virus del consumismo. No se puede construir un sujeto revolucionario que recuerde la teoría marxista, ni se puede hacer una revolución cultural, ni puede creársele a la gente una conciencia de que ser rico es malo, de que tener carro es malo, que ingresar a la universidad es malo en un país con los con índices y la ansiedad consumista que tiene Venezuela. El consumismo atenta contra la conciencia marxista del sujeto revolucionario. No es creíble un discurso contra el consumismo cuando los líderes del proceso que andaban antiguamente en moto llegan al barrio en una camioneta 4x4 blindada y con escoltas.
Fernando Mires: La política es el espacio que surge cuando estos tres elementos: tradición, cultura y religión, no son autosuficientes para regir las conductas de muchas personas. Entonces hemos inventado un espacio adyacente, un jardín, que es el jardín de la política, para hacer dirimir nuestras contradicciones, un campo de lucha.
El problema es que ese campo de lucha requiere cierta reglamentación, algo que no sucede en América Latina y fundamentalmente no ocurre, porque los interlocutores de cada parte hablan un idioma distinto. Gran parte de la crítica del chavismo a la derecha es correcta, la derecha es en la América Latina predominantemente una derecha económica, no una derecha política. Un ejemplo de ello son los Kennedy. Los Kennedy venían de una familia empresarial y los tres Kennedy fueron extraordinarios políticos aunque venían de familia empresarial. Ellos politizaron su función en el Estado y no llegaron a representar su propia empresa como ocurre en América Latina.
En América Latina no hay una auténtica derecha y eso impide que se constituya una auténtica izquierda. La izquierda a su vez, no es una izquierda económica; se ha constituido fundamentalmente como una izquierda ideológica. Entre derecha económica e izquierda ideológica no hay ni siquiera oposición posible, no es posible un diálogo opositor, se cruzan en el camino como dos mudos y dos sordos que no se conocen y siguen de largo porque hablan un lenguaje diferente. Desaparece el centro político en América Latina, no hay un centro político claramente constituido (en la mayoría de los países), que permita que la izquierda y la derecha aminoren sus posiciones y puedan buscar el tercero; un tercer aliado. De esta suerte vemos como el campo político se encuentra mal constituido.
Imaginémonos por un momento que las culturas tradicionales han sido erradicadas, que no existen largas tradiciones, que la religiosidad ha sido llevada al campo de la magia y que hay un campo político mal constituido. Ahí se dan todas las condiciones para que aparezcan el evomoralismo, el chavismo y en cierta medida, esta ideología mortal de nuestro tiempo que es el castro-chavismo.
La Izquierda y la globalización
Fernando Mires: Por otro lado estamos a punto de caer en una nueva trampa ideológica, esa trampa ideológica no es sino la llamada teoría de la globalización, con su principal portador que son los mal llamados sectores neoliberales. Independientemente de que exista la globalización o no, que ha existido casi siempre, hay que diferenciar entre los analistas de la globalización que son fundamentalmente economistas y los ideólogos de la globalización, también llamados globalistas. Estos últimos han agregado un eslabón nuevo a las antiguas teorías del imperialismo en la cual hablan de la globalización como un futuro sin promesa, como el fin de la Historia.
Lenin ya había dicho que el Imperialismo es la última fase del capitalismo. Hay que ver qué viene después de la globalización. Esa teoría de la globalización podría servir muy bien para reivindicar una vez más una estrategia escatológica8 de la historia, en el sentido de que nuevamente el paraíso comienza a aparecer en la visión terrenal y se le inventó un nombre, el socialismo del siglo XXI que ya no va ser producto del proletariado y campesinado, sino que va a ser producto de esa palabra que se inventaron Hans y Negri9, dos teóricos, que también se inventaron el concepto de multitud. Multitud es más que la masa, la multitud es el nuevo agente de la Historia, es la nueva unidad metafísica que permite que la teoría se convierta en realidad en un futuro cercano y trae consigo sus portadores. Se produce así una suerte de unidad, cuasi religiosa, entre todos los hermanos que están en guerra en contra del Imperio, sin importar quien sea ese hermano: el presidente de Irán, el dictador de Siria o el dictador de Bielorrusia.
Sin importar sus identidades de origen…
Esa teoría es una barbaridad y señala aquello que muchas veces necesitan las personas para poder actuar en un mundo dividido y confrontado: una contradicción fundamental, un portador de la Historia y naturalmente alguien que pueda hablar en nombre de la Historia. Chávez de una manera u otra entendió que ese podría ser su rol y lo está asumiendo. La ideología de la globalización es un programa que prende en nuestra cabeza, que permite ordenar, y es un reordenamiento del mundo de una manera genuinamente simplista donde prácticamente nadie se puede equivocar. Aquí no importa nada, la gente se une como actores en contra del Imperio que está representado en la globalización. Incluso se puede decir que éstas son teorías reaccionarias, en el sentido de que impiden la comunicación política con enemigos reales. Esa ausencia de capacidad discursiva que ejerce fundamentalmente el presidente venezolano en este momento, le imposibilita una confrontación real con Estados Unidos, pues él mismo está bloqueando un debate real con Estados Unidos y está cobrando un papel reaccionario en este instante. Se debe tener mucho cuidado con la ideología de la globalización.
Existen dos neoliberalismos: el neoliberalismo de los neoliberales existentes y reales; de los economistas, que no se basan en una ideología sino en teorías macroeconómicas que hacen correspondencia con los nuevos ordenamientos de las relaciones entre oferta y demanda; y la otra es la teoría del neoliberalismo que se construyó la izquierda, donde al final de cuentas cualquiera que se opone al proyecto socialista de los socialistas latinoamericanos de hoy en día es catalogado como neoliberal. Pareciera que el neoliberalismo es la ideología del demonio que anda circulando por todas partes y penetra la cabeza hasta de la gente de izquierda, aunque vista así es una construcción de la izquierda. Es una invención de la izquierda y es ella quien le ha dado incluso estatuto ideológico a algo que nunca quiso tener estatuto ideológico. En gran medida es un fantasma de la izquierda que recorre el mundo, una invención de la izquierda que necesitaba tener un enemigo que combatir cuando no tenía uno real.
*Fernando Mires: Chile, 1943.
Profesor Catedrático en la Universidad de Oldenburg, Alemania.
Autor de numerosos artículos y libros sobre filosofía política, política internacional y ciencias sociales, publicados en diversos idiomas.
Encuentro con Fernando Mires* en el Ateneo de Caracas en Mayo de 2007
Demetrio Boesner: Después de la Segunda Guerra Mundial América Latina sale llena de ímpetus democráticos, como consecuencia de los efectos de la guerra sobre este continente y el impacto de la ideología liberadora democrática anti-fascista. Aparecen en el panorama polarizaciones como lo fue por un lado Fidel Castro y la revolución cubana, anunciando el cese de la exportación de su revolución, y el surgimiento de dictaduras como las de Pinochet en Chile, por el otro.
Fernando Mires: A partir de 1946 comenzó una nueva polarización y particularmente la historia de los partidos comunistas que jugaron un papel significativo en esta polarización puesto que no era solamente una polarización al interior de los países latinoamericanos sino que era la expresión latinoamericana de una polarización mundial. En América Latina la Guerra Fría no fue fría, fue una guerra caliente y las dictaduras de los años 80 son todavía parte de esa guerra. La cruzada en contra del comunismo la inician distintas dictaduras en América Latina acordes con el ordenamiento del mundo al momento. Éstas no fueron sino la expresión del miedo que causaba la expansión comunista de la Unión Soviética en el resto del mundo, miedo fundado en parte por Cuba, que mostraba la cercanía de la amenaza. Era un mundo de dos bandos, sin medias tintas. Desde el punto de vista norteamericano, no era una visión errada creer esto. Los partidos comunistas eran la representación de la Unión Soviética. Entonces esta pelea por el dominio ideológico era necesaria ya que Cuba había pasado a ser órbita de la Unión Soviética, los partidos comunistas ya habían sido bloqueados y los demócratas habían impedido que llegaran al poder. Esa fue para los E.E.U.U en última instancia la doctrina de la Seguridad Nacional que sustentó la dictadura militar que hubo en la América Latina. En el continente se sumaron diversos factores que dentro de la izquierda impidieron que hubiera continuado desarrollando su vocación democrática apenas surgido el período de la pre-guerra fría: uno fue el castrismo y el guevarismo, ya que esa impronta militarista pasó a ser también encapsulada dentro del contexto pro-soviético mundial, y en ese sentido la izquierda desvirtualizó, desnaturalizó y desnacionalizó las luchas sociales y las luchas políticas que tenían lugar en aquellos tiempos y agravó hasta límites increíbles la paranoia política de la derecha en América Latina. Vivíamos en un continente ideológicamente polarizado. Cuando comienzan a darse los focos de resistencia y revolución democrática en Europa es que podemos ver la conexión de estos sucesos con Latinoamérica.
Se estaba iniciando justamente en Europa un proceso de revolución democrática que en América Latina no fue tanteada ni trabajada políticamente por la izquierda. Más todavía, en ese mismo período, coincidiendo históricamente con la caída de los muros ideológicos en Europa, tuvo lugar un retroceso de las dictaduras latinoamericanas. ¿Pura casualidad o producto del mismo proceso de democratización que estaba teniendo lugar? Era obvio pues Estados Unidos dejó de financiar y apoyar las dictaduras en Latinoamérica, ya que lo había hecho solamente para impedir que avanzara el comunismo, y el núcleo de la Unión Soviética ya no existía más, por lo que el apoyo a las dictaduras se les hizo innecesario. Las dictaduras latinoamericanas, al perder su sentido histórico, perdieron su ideología.
Ahora bien, pongamos mayor atención a la conexión entre ambas, más allá de la causalidad del financiamiento norteamericano. ¿Habrán tenido influencia, por ejemplo, los obreros polacos en la caída de las dictaduras aquí? Supongamos que si e intentemos conectar los puntos uno por uno. En Polonia estalla el movimiento Solidaridad1 de repente, así cómo estallan los movimientos estudiantiles aquí sin que nadie se lo explicara. Sin saber nadie cómo ni por qué, una huelga que era una más entre las crueles huelgas que existían en el país se convierte en el foco y radiación del obrero popular y católico que pone en tela de juicio la existencia de una dictadura comunista que se creía representante de la clase obrera. La caída del comunismo comenzó en Polonia. Ahora bien, la caída del comunismo significaba a la vez el fin de la Guerra Fría, y el fin de la Guerra Fría significaba el fin de la dictadura latinoamericana, y esto, a su vez, abría las compuertas para la democratización política de América Latina que comenzó a tener lugar en distintos países del continente.
Si nos detenemos, no debe ser casualidad que justamente los países donde existe una izquierda más o menos pensante y lógica, son los países que padecieron más fuertemente los impactos de la dictadura, ejemplo de ello fue la dictadura chilena. Todas esas terribles dictaduras han posibilitado que en esos países los valores democráticos hayan sido considerados de una manera mucho más gravitante que en otros países que no sufrieron el impacto de tales dictaduras.
Por cierto que Venezuela también padeció terribles dictaduras, pero éstas no fueron coincidentes en el tiempo con las dictaduras que tuvieron lugar fundamentalmente en el Cono Sur, eran más bien dictaduras locales. En cambio Pinochet, Videla y otros eran dictaduras internacionales. Esa conexión, democratización en Europa y democratización en América Latina no ha sido trabajada ni intelectual ni políticamente en América Latina. Cuando aparecen esos fenómenos tan raros como el Evo Morales en Bolivia, como Correa en Ecuador, como Ortega en Nicaragua y como Chávez en Venezuela, son expresiones que buscan en un pasado no trabajado sus fuentes ideológicas de legitimación histórica.
No se ha hecho un cuestionamiento radical a todo lo que significó la Guerra Fría en América Latina, no solamente como la crítica moral a los militares, sino una crítica política que explicara en qué medida también había otros responsables políticos en la existencia de esas dictaduras. Sin analizarlo, no sabremos adonde podría haber llegado la izquierda y por eso es posible que todavía puedan ser utilizados como recurso ideológico el guevarismo y el castrismo. Cuando vemos a los jóvenes chavistas, nos damos cuenta que les dijeron que el Ché Guevara fue un héroe, que Fidel Castro liberó a Cuba del imperio, que vivieron como valientes guerrilleros latinoamericanos que entregaros sus días en esa lucha. Como nadie les dijo la otra parte, no la conocen.
Ha llegado la hora de empezar a cuestionar el pasado de la izquierda latinoamericana porque surgen nuevas organizaciones y no pueden salir sin hacer una revisión estricta de los orígenes donde de una u otra manera provenimos todos ideológicamente. Hay que preguntarse hasta qué punto lo que está pasando hoy en día en Venezuela no es sino la expresión de un mal trabajo político intelectual que hizo la izquierda latinoamericana después que se cayó el muro de Berlín.
La Guerra Fría tuvo dos actores ideológicos en América Latina, los militares y los comunistas o mejor dicho los socialistas. Chávez es militar y comunista, es decir, en una sola persona se unifican los dos. En Venezuela no solamente se sirven de la una y de la otra sino que simplemente se han amalgamado militarismo-socialista, militarismo-comunista, a los cuales se les deja el nacionalismo, el militarismo y la agresividad de la ideología comunista. Eso explica lo que está ocurriendo en Venezuela, pero no en otros países de Latinoamérica, lo que nuevamente prueba que actualmente son distintos en principios y origen los eventos del continente. En Bolivia Evo Morales viene de otras raíces que son más bolivianas que internacionales. Las comunidades indígenas y los sindicatos cocaleros existen desde hace mucho tiempo, es mucho más orgánico lo que está ocurriendo en Bolivia que lo que está ocurriendo en Venezuela. Lo que está ocurriendo en Venezuela es parte de un trauma histórico no trabajado. Estamos no sólo frente a una resurrección del pasado sino que también hay manifestaciones del presente que no logramos entender de dónde y por qué vienen.
Demetrio Boersner: Se produce el fenómeno que muchos periodistas e incluso pensadores académicos en un primer momento denominan simple y llanamente como reascenso de la izquierda latinoamericana, echando en un mismo saco a Lula a Chávez y Kischner y a todos los impulsos que se podían calificar de izquierdizantes, incluyendo el retorno al dirigismo estatal, el rechazo al neoliberalismo y planteamientos contra el imperio norteamericano. Sin embargo, afortunadamente hoy en día se establece más claramente la distinción que dentro de esos movimientos presuntamente izquierdistas de América Latina, existe entre una corriente socialdemócrata seria que trata de hacer avanzar la autonomía regional y de efectuar una verdadera democratización interna mediante el diálogo con la izquierda política democrática y del otro lado; el renacimiento de los populismos militares pretendidamente de izquierda y liberadores pero en realidad con todas las características de un totalitarismo primitivo cada día más efectivo y más real que constituye un peligro muy grande para el futuro político de la región.
Pompeyo Márquez: Desde el punto de vista de la teoría, hay que hacer notar como algo fundamental que la teoría marxista marchaba por un lado y de pronto marchaban por otro los inventos del marxismo-leninismo, o después el estalinismo o el maoísmo. Estas ideas nada tenían que ver con el desarrollo que estaba teniendo la humanidad, lo que está allí bien decía que el sentido de Marx era el futuro y que el imperialismo era, como ya se ha dicho, la última etapa del capitalismo. Con el socialismo se supone vendría el colapso del capitalismo, pero lo que vino fue el colapso del llamado socialismo. Luego de esto, las reflexiones actuales van en la dirección de la democracia social como modelo para ayudar a entender y solucionar los problemas que efectivamente afectan a las sociedades, dentro del contexto actual.
Entender la mecánica misma del capitalismo es entender por ejemplo lo que pasa en China. China no está saliendo de su pobreza a partir de las teorías socialistas, está saliendo de la miseria y del atraso a partir de las inversiones extranjeras tal como las de Japón y E.E.U.U., que solían ser sus grandes enemigos. De las 500 trasnacionales que existen en el mundo, 440 operan en China. Esto nos dice que ver el capitalismo como lo ve Chávez a la luz de Marx, como si entre los años de 1848 a 1981 no hubiese pasado nada, es algo absurdo. El término contrario es ver cómo se plantea la lucha en nuestro país, donde no hay diálogo, donde hay una sociedad dividida. Esto no es Cuba, aquí hay una resistencia, hay una cultura democrática, un músculo democrático que se pone cada día más en evidencia y eso es lo que nos lleva precisamente a ver el valor de nuestra cultura democrática.
Oscar Reyes: En Chile, en la época de la unidad popular, las personas gritaban como consigna o se referían a “el pueblo” en un sentido genérico abstracto. Años después en Berlín, en algunas marchas las personas que marchaban no decían ‘el pueblo’, la consigna era “nosotros somos pueblo”. En el caso venezolano, aquí también estamos no solamente teniendo conflictos políticos abiertos sino que también hay un enfrentamiento en cuanto a las construcciones discursivas. El chavismo se ha apropiado de pueblo en el sentido abstracto, de manera que sólo sus seguidores lo son. Es importante insistir que el pueblo somos todos como ciudadanos.
Fernando Mires: Si se hace alusión al pueblo, se hace alocución a la constitución básica y fundamental de la nación. Eso es lo que reclamaron los alemanes previo a la caída del muro. Nosotros somos el pueblo, no ustedes es decir, toda la población, que se convirtió en ese instante en pueblo y reclamaba para si la devolución de los derechos de soberanía que de acuerdo a los más antiguos contratos sociales aparecían no como delegados sino como usurpados por el vocabulario pro-soviética que en esos instantes regia a la nación Alemana.
Cuando aquí ocurrió esta apropiación del término por parte del chavismo, se trataba fundamentalmente de un diálogo dinámico, donde sectores que históricamente no habían sido incluidos ni en la política ni en la sociedad, ni mucho menos en la economía venezolana, encontraban un interlocutor que prometía incluirlos. Entonces se reproduce esa sociedad básica a todo fenómeno populista entre líder y movimiento, pero el movimiento conserva algo de su autonomía: primero se cree que este hombre nos va a representar y ya. En la segunda fase tiene lugar la institucionalización del populismo. La tercera, que es la más peligrosa y que significa el fin del populismo, es cuando se produce una inversión de sus términos y vale decir que Chávez era el significante2 del populismo y el pueblo era el significado3. Hoy en día es exactamente al revés, el pueblo es el significante del significado de Chávez, el pueblo pasa a ser una apéndice del Estado y pasa a ser institucionalizado, verticalizado y corporativamente organizado. Más que la lucha en contra de la libertad de opinión, la lucha actual es la lucha en contra de la verticalización de la sociedad venezolana que comienza a tener lugar.
No fue casualidad que justamente en los días en que se estaba cerrando el canal RCTV se hizo en el Teatro Teresa Carreño una reunión con los estudiantes chavistas. Entonces se estaba planteando prácticamente la verticalización, la estatización y la corporativización de las universidades, es decir, el presidente Chávez estaba abriendo un nuevo frente de lucha y en la gran mayoría de los estudiantes, de repente algo les hizo tic en la cabeza, ¡epa! el freno a la libertad de opinión, el cierre del canal, tiene algo que ver con lo que va a pasar con nosotros, nos van a estatizar, nos van a ideologizar. De ahí la importancia del papel de los estudiantes en los últimos meses y acontecimientos.
Jorge Millán: El proceso de pragmatización de la política de tratar de vender la ideología de los años 60 en plenos años 90 de una u otra forma es parte de los estragos que está viviendo Venezuela. La llegada de Chávez viene acompañada de una profunda carga ideológica. Se puede interpretar que todo esto es parte del proceso de reconstrucción que está viviendo la sociedad venezolana. Descifrar este nos enmarca hacia cuál seria esa nueva democracia que nosotros debemos vender. Pero en Latinoamérica tenemos un problema adicional, escritores como Rawls4 lo plantean y es que es difícil que haya democracia desde la perspectiva occidental sin que haya un mínimo social. Tal vez eso es parte de este drama que es también latinoamericano. Esta primera pregunta va en el sentido de que profundice un poco acerca de ¿cuál es esa visión que usted tiene de la izquierda democrática latinoamericana frente a toda esta serie de procesos totalitarios?
Fernando Mires: Existe la idea de que la izquierda se tiene que constituir sobre grandes opciones. Se trata de constituir la propia identidad en base a la negación de la identidad del enemigo y se trata de combatir ese enemigo no con el lenguaje de la guerra, sino con el lenguaje político. Las diferencias entre política y guerra son débiles, son genéticas. La guerra lleva una relación vertical entre dos frentes mientras que la política desverticaliza la línea de enfrentamiento y la convierte en una diagonal. Para que muera el conflicto, tienen que existir las fuerzas que están luchando en este sentido. En el caso venezolano está muy claro: el conflicto entre chavismo y antichavismo es un conflicto esencialmente schmittiano5, es la realización total de su teoría, en la que la sociedad está dividida en dos partes, amigos y enemigos.
Por ejemplo, hay algunos amigos chavistas equivocados, porque han confundido democracia con distribución de ingresos, lo que es algo totalmente distinto. Ellos creen que en la distribución de ingresos no importa el elemento fundamental de la democracia, pero en realidad para distribuir mejor los ingresos se requiere en primer lugar una democracia y no vamos a construir una democracia sobre la pura base de la distribución de los ingresos, eso es falso. En este sentido el campo de definición es la clara identificación del enemigo, porque si no, transformamos la lucha en una lucha paranoica. El chavismo tiene como ventaja sobre el antichavismo que el chavismo ha construido un enemigo abstracto, simbólico, imaginario; pero por ello mismo es que hace el ridículo cada vez que tiene que explicar algo que está sucediendo en la realidad.
Jorge Millán: Hay dificultad en cuanto a la definición de lo que Chávez es, todo porque es una mezcla de una serie de cuestiones en las que se conjugan lo militar con lo ideológico. ¿Cómo lo definiríamos?
Fernando Mires: Chávez es un fenómeno nuevo en toda América Latina, Ningún dictador latinoamericano llegó a tal grado de autonomía como la que en este momento tiene Chávez. Más allá de todos los poderes, más allá de su propia gente incluso, él se escapó de la realidad política. Ahora, ¿cómo se llega a este personalismo extremo? Este personalismo extremo es lo que caracteriza la política venezolana, alguna de esas condiciones hay que encontrarlas en la propia personalidad de Chávez, porque él es esencialmente un seductor.
Chávez ha logrado encontrar un lenguaje accesible a estos sectores excluidos, del cual carecían normalmente los políticos tradicionales. No se trata de tratar de hablar o de intentar hablar simplemente como pobre, a veces resulta y a veces no resulta. Chávez conoce el lenguaje por dentro. Ahora, eso hay que aprenderlo a hablar, pero más todavía, dar un paso más adelante, ya que Chávez no recicla ese lenguaje en términos políticos, Chávez es apolítico y por eso es que es políticamente destructivo. No le da formato político a su lenguaje, simplemente se queda en el lado emocional, en el lado sentimental de la relación con la política. Le falta para ser realmente un estadista una dimensión política, él es profundamente antipolítico no solamente porque sea militar, aunque en gran parte es porque es militar y porque su lógica es militar y ello se ve en las palabras que ha impuesto: batallones, comandos, pelotones, etc. Estas son palabras esencialmente militaristas, pero no solamente por eso sino porque además parte del alma popular con todas sus vulgaridades y cinismos. No se debe tener admiración por los pobres porque son pobres, yo no creo en las virtudes que emanan de la pobreza, de la masa surgen una gran cantidad de destrucciones.
Su lenguaje es uno que proviene de sectores sociales que no tienen ni tradición, ni religión ni cultura, que son los elementos no políticos de unidad entre los pueblos. El lenguaje de Chávez no viene de una tradición sino de un mundo sin tradición, no viene de una cultura sino de un mundo que ha sido atropellado culturalmente y no viene de la religión sino que viene de un mundo mágico. Así, lo que Chávez representa puede calar perfectamente: lo que es Chávez es el pueblo en el poder. Pero es importante saber que el pueblo no tiene que ser siempre bueno, el pueblo no es siempre la voz de Dios.
Oscar Reyes: Giorgio Agamben6 nos muestra que ya incluso desde Grecia existía la división entre una buena democracia que era llamada polítea y una mala democracia o una perversión de la democracia que podríamos traducir como tiranía de las masas. Ésta estaba bajo la batuta de un demagogo, y se ve el efecto que pueden tener los vaivenes de las voliciones de esas masas y los vaivenes de las voluntades de ese demagogo. Los romanos, por su parte, diferenciaban los términos de manera distinta. El pueblo era denominado populus, que eran todos los integrantes de la sociedad, y todo ese pueblo constituía el pueblo de Roma. Pero había una diferencia de clase que estaba marcada también en el lenguaje, porque al pueblo pobre se le llamaba plebs (los plebeyos) que no eran iguales al populus romanurum (el pueblo de Roma). Los plebeyos tenían su institución que era el tribuno de la plebe, quien iba al Senado a plantear problemas en representación de los intereses de su gente. Eso no existe en español y se ha dado un fenómeno muy curioso a partir de la revolución francesa cuando hablamos del pueblo. Fíjense cómo empieza la constitución de los Estados Unidos: “We the people…” (Nosotros, el pueblo…). Cuando uno se pregunta quién es el pueblo y resulta que en ese momento de la revolución de 1787 el pueblo no eran ni los negros, ni las mujeres ni los aborígenes, sino los blancos, pequeños propietarios que hicieron la revolución con constituyentes como Madison, Jefferson, Washington, y otros. Luego es que se fue ampliando la categoría pueblo para incluir mujeres, negros, etc. Entonces cuando a uno le hablan de una democracia es interesante preguntarse: si bien, una democracia es el gobierno del pueblo, pero, ¿quién es el pueblo?
Si el hombre es un demagogo y le interesa el pueblo entendido como los pobres, como los cabecitas negras de Argentina o el soberano de Chávez, entonces el pueblo adquiere una categoría ya no de ciudadano sino una categoría socioeconómica. De esta manera es más pueblo el pobre en este caso por una hipóstasis7 marxista- El pobre es más pueblo que la clase media, esta es la división que nosotros hemos visto a lo largo del discurso de los últimos ocho años. Lo que ocurre con esto es que si usted no está de acuerdo con la teoría o con los argumentos del líder o del presidente que se declara en función de los pobres, entonces usted ya no es parte del pueblo sino que, es enemigo del pueblo. Los proletarios en Venezuela estuvieron excluidos de una gran cantidad de derechos sociales durante mucho tiempo, pero sobre todo de una presencia simbólica y política que Chávez, aunque sea sólo a nivel simbólico, les devolvió. Pero resulta que la devuelve a costillas de la identidad de una clase media que ya estaba incluida y entonces así se plantea un conflicto sobre quién es el pueblo o quién es más pueblo.
A pesar de esto no pareciera que haya mucho futuro en este proyecto porque en torno al gobierno no hay una élite de intelectuales que le permitan definir orgánicamente su proyecto socialista del siglo XXI, del XIX o del XX. La oposición tiene intelectuales, tiene fuerza, tiene músculo democrático y posee otro factor fundamental, que es el virus del consumismo. No se puede construir un sujeto revolucionario que recuerde la teoría marxista, ni se puede hacer una revolución cultural, ni puede creársele a la gente una conciencia de que ser rico es malo, de que tener carro es malo, que ingresar a la universidad es malo en un país con los con índices y la ansiedad consumista que tiene Venezuela. El consumismo atenta contra la conciencia marxista del sujeto revolucionario. No es creíble un discurso contra el consumismo cuando los líderes del proceso que andaban antiguamente en moto llegan al barrio en una camioneta 4x4 blindada y con escoltas.
Fernando Mires: La política es el espacio que surge cuando estos tres elementos: tradición, cultura y religión, no son autosuficientes para regir las conductas de muchas personas. Entonces hemos inventado un espacio adyacente, un jardín, que es el jardín de la política, para hacer dirimir nuestras contradicciones, un campo de lucha.
El problema es que ese campo de lucha requiere cierta reglamentación, algo que no sucede en América Latina y fundamentalmente no ocurre, porque los interlocutores de cada parte hablan un idioma distinto. Gran parte de la crítica del chavismo a la derecha es correcta, la derecha es en la América Latina predominantemente una derecha económica, no una derecha política. Un ejemplo de ello son los Kennedy. Los Kennedy venían de una familia empresarial y los tres Kennedy fueron extraordinarios políticos aunque venían de familia empresarial. Ellos politizaron su función en el Estado y no llegaron a representar su propia empresa como ocurre en América Latina.
En América Latina no hay una auténtica derecha y eso impide que se constituya una auténtica izquierda. La izquierda a su vez, no es una izquierda económica; se ha constituido fundamentalmente como una izquierda ideológica. Entre derecha económica e izquierda ideológica no hay ni siquiera oposición posible, no es posible un diálogo opositor, se cruzan en el camino como dos mudos y dos sordos que no se conocen y siguen de largo porque hablan un lenguaje diferente. Desaparece el centro político en América Latina, no hay un centro político claramente constituido (en la mayoría de los países), que permita que la izquierda y la derecha aminoren sus posiciones y puedan buscar el tercero; un tercer aliado. De esta suerte vemos como el campo político se encuentra mal constituido.
Imaginémonos por un momento que las culturas tradicionales han sido erradicadas, que no existen largas tradiciones, que la religiosidad ha sido llevada al campo de la magia y que hay un campo político mal constituido. Ahí se dan todas las condiciones para que aparezcan el evomoralismo, el chavismo y en cierta medida, esta ideología mortal de nuestro tiempo que es el castro-chavismo.
La Izquierda y la globalización
Fernando Mires: Por otro lado estamos a punto de caer en una nueva trampa ideológica, esa trampa ideológica no es sino la llamada teoría de la globalización, con su principal portador que son los mal llamados sectores neoliberales. Independientemente de que exista la globalización o no, que ha existido casi siempre, hay que diferenciar entre los analistas de la globalización que son fundamentalmente economistas y los ideólogos de la globalización, también llamados globalistas. Estos últimos han agregado un eslabón nuevo a las antiguas teorías del imperialismo en la cual hablan de la globalización como un futuro sin promesa, como el fin de la Historia.
Lenin ya había dicho que el Imperialismo es la última fase del capitalismo. Hay que ver qué viene después de la globalización. Esa teoría de la globalización podría servir muy bien para reivindicar una vez más una estrategia escatológica8 de la historia, en el sentido de que nuevamente el paraíso comienza a aparecer en la visión terrenal y se le inventó un nombre, el socialismo del siglo XXI que ya no va ser producto del proletariado y campesinado, sino que va a ser producto de esa palabra que se inventaron Hans y Negri9, dos teóricos, que también se inventaron el concepto de multitud. Multitud es más que la masa, la multitud es el nuevo agente de la Historia, es la nueva unidad metafísica que permite que la teoría se convierta en realidad en un futuro cercano y trae consigo sus portadores. Se produce así una suerte de unidad, cuasi religiosa, entre todos los hermanos que están en guerra en contra del Imperio, sin importar quien sea ese hermano: el presidente de Irán, el dictador de Siria o el dictador de Bielorrusia.
Sin importar sus identidades de origen…
Esa teoría es una barbaridad y señala aquello que muchas veces necesitan las personas para poder actuar en un mundo dividido y confrontado: una contradicción fundamental, un portador de la Historia y naturalmente alguien que pueda hablar en nombre de la Historia. Chávez de una manera u otra entendió que ese podría ser su rol y lo está asumiendo. La ideología de la globalización es un programa que prende en nuestra cabeza, que permite ordenar, y es un reordenamiento del mundo de una manera genuinamente simplista donde prácticamente nadie se puede equivocar. Aquí no importa nada, la gente se une como actores en contra del Imperio que está representado en la globalización. Incluso se puede decir que éstas son teorías reaccionarias, en el sentido de que impiden la comunicación política con enemigos reales. Esa ausencia de capacidad discursiva que ejerce fundamentalmente el presidente venezolano en este momento, le imposibilita una confrontación real con Estados Unidos, pues él mismo está bloqueando un debate real con Estados Unidos y está cobrando un papel reaccionario en este instante. Se debe tener mucho cuidado con la ideología de la globalización.
Existen dos neoliberalismos: el neoliberalismo de los neoliberales existentes y reales; de los economistas, que no se basan en una ideología sino en teorías macroeconómicas que hacen correspondencia con los nuevos ordenamientos de las relaciones entre oferta y demanda; y la otra es la teoría del neoliberalismo que se construyó la izquierda, donde al final de cuentas cualquiera que se opone al proyecto socialista de los socialistas latinoamericanos de hoy en día es catalogado como neoliberal. Pareciera que el neoliberalismo es la ideología del demonio que anda circulando por todas partes y penetra la cabeza hasta de la gente de izquierda, aunque vista así es una construcción de la izquierda. Es una invención de la izquierda y es ella quien le ha dado incluso estatuto ideológico a algo que nunca quiso tener estatuto ideológico. En gran medida es un fantasma de la izquierda que recorre el mundo, una invención de la izquierda que necesitaba tener un enemigo que combatir cuando no tenía uno real.
*Fernando Mires: Chile, 1943.
Profesor Catedrático en la Universidad de Oldenburg, Alemania.
Autor de numerosos artículos y libros sobre filosofía política, política internacional y ciencias sociales, publicados en diversos idiomas.
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