REPORTAJE: UN PROYECTO EUROPEO
El 'socialismo libertario' de Rodríguez Zapatero
El presidente español repite la expresión "Fuerza y honor" de la película 'Gladiator'
SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ (ELPAÍS) - Madrid - 20/03/2004
El pensamiento político del próximo presidente del Gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, se encuentra, posiblemente, más cercano al llamado republicanismo del profesor australiano-irlandés Philip Pettit y al patriotismo constitucional de Jürgen Habermas, que a la tercera vía del británico Tony Blair. Rodríguez Zapatero ha hecho públicamente muchas más alusiones a estas dos líneas de pensamiento que a las aportaciones de Blair y de su equipo, es decir, al pensamiento de la izquierda europea. El dirigente español ni tan siquiera ha acudido, pese a estar invitado, a alguna de las conferencias organizadas últimamente por el New Labour británico.
"El crecimiento continuo de la prosperidad es una ilusión"
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El 'republicanismo' de Zapatero trata de los valores de la sociedad actual
Rodríguez Zapatero procede de una familia de tradición socialista -uno de sus abuelos fue un militar fusilado por las tropas de Franco- y le gusta aludir a algunos de los intelectuales de la II República española, como Giner de los Ríos o María Zambrano. En su primer discurso público, tras ser elegido, por sorpresa, secretario general del PSOE, provocó una cierta polvareda mediática al hablar de "socialismo libertario". Y poco después, en una reunión de la Internacional Socialista, celebrada en Zaragoza en febrero de 2001, Zapatero quiso subrayar la obligación del Estado de intervenir para evitar que los ciudadanos tuvieran que actuar bajo coacción, lo que es una de las ideas básicas de Pettit.
Incluso en sus intervenciones en institutos de enseñanza media o colegios, el dirigente socialista español alude a estas ideas, encarnándolas en el personaje de la película Gladiator, como alguien que lucha por esos valores "republicanos". Como curiosidad, se puede reseñar que, en su afán por conectar con los jóvenes, que finalmente son quienes le han llevado a la presidencia del Gobierno, Zapatero ha terminado algunos de sus mítines electorales de esta campaña con la extraña frase "Fuerza y honor". Muchos de los asistentes no entendían de qué hablaba, pero los más jóvenes reconocían inmediatamente como la frase que en ocasiones pronuncia el protagonista de la película.
El republicanismo al que alude el nuevo presidente del Gobierno no tiene nada que ver con la forma del Estado -Zapatero no pone en discusión, en absoluto, a la Monarquía española-, sino que trata de los valores de la sociedad actual y del papel y la organización que deben tener y desempeñar las instituciones democráticas como garantes de la libertad de los ciudadanos. Se trata de una corriente de pensamiento más vinculada al radicalismo francés del siglo pasado y al liberalismo radical anglosajón que a la pura socialdemocracia alemana.
El programa electoral con el que se presentó Rodríguez Zapatero a estas elecciones tiene una fuerte carga en este sentido, con ofertas bastante detalladas sobre cómo democratizar las instituciones y cómo profundizar el debate político. Y en algunas de sus principales intervenciones ha dado la impresión de que concede mucha más importancia a estos aspectos que a la posibilidad de realizar ofertas electorales en el campo de la economía que sean distintas de las aconsejadas por la más pura ortodoxia.
Rodríguez Zapatero encargó la elaboración del "programa económico" a Miguel Sebastián, un técnico que ni siquiera pertenece al partido socialista y que procede del Servicio de Estudios de uno de los principales bancos españoles. Igualmente mantiene una buena línea de entendimiento con el comisario encargado de los asuntos económico-financieros de la UE, el español Pedro Solbes, que fue ministro en uno de los últimos Gobiernos de Felipe González.
Solbes protagonizó entonces una política económica de gran ortodoxia. El PSOE, que en los años ochenta y noventa vivió en una situación peculiar porque apoyaba políticas que desarrollaba su Gobierno pero que no asumía como propias, terminó por olvidar esa dicotomía y ahora parece muy poco probable que Zapatero tenga que enfrentarse a ningún movimiento de su partido que le pida, en el capítulo económico, algo distinto de esta ortodoxia. La diferenciación de la oferta socialista se realiza, mucho más, en esos otros capítulos mencionados.
El pensamiento de Zapatero está, probablemente, más influido por Felipe González en todo lo relacionado con la política internacional y la construcción de Europa que en cualquier otro campo. El nuevo presidente del Gobierno comparte con González la visión de la Unión Europea como un elemento imprescindible para la estabilidad mundial y para la prosperidad de España. Es verdad que el líder socialista llega al Consejo Europeo en unas circunstancias muy difíciles, con las negociaciones sobre la Constitución europea rotas, y que no bastará con que flexibilice la postura del Gobierno. Necesitará también la comprensión y la flexibilidad del resto de la vieja Europa a la que quiere reincorporar a España.
EL PAÍS
El socialismo libertario encuentra escasa resistencia en el PSOE
Sólo Izquierda Socialista pide un debate ideológico sobre el proyecto de Zapatero
ANABEL DÍEZ - Madrid - 22/10/2000
Sólo Izquierda Socialista pide un debate ideológico sobre el proyecto de Zapatero
ANABEL DÍEZ - Madrid - 22/10/2000
No hay revuelo en el PSOE, acaso perplejidad en algunos dirigentes y militantes, por la apuesta de su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, por un "socialismo libertario", expuesta el viernes en el Club Siglo XXI. Desde que el secretario general de los socialistas salió a la palestra pública en el proceso congresual de su partido, le ha acompañado el vocablo liberal que sirvió en ese momento para que los compañeros que tenían sus mismas aspiraciones, es decir, conseguir el poder del PSOE, le situaran en la derecha del partido.
Schröder, solidaridad sin paternalismo
Gore, contra el intervencionismo
Thatcherismo de rostro humano
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En realidad, él y su grupo, Nueva Vía, no escurrieron el bulto y afirmaron ser de izquierdas al defender al individuo frente al Estado y a los grandes monopolios y echaron mano de toda la tradición liberal del socialismo, de los anarquistas españoles, de los comunitaristas norteamericanos contemporáneos y de los nuevos teóricos socialdemócratas que dieron a luz la Tercera Vía, asumida por el primer ministro británico, Tony Blair. El líder del PSOE afirma que su proyecto de "izquierdas" pasa por "defender más libertad para llegar a más igualdad". "El centro de mi proyecto es la libertad frente a los poderes económicos". Nadie ha replicado.Sólo la corriente Izquierda Socialista demanda un debate para que explique qué quiere decir. Nadie más pide explicaciones. "Entre otras cosas, porque no se le eligió por sus ideas, sino porque los militantes vieron en él la oportunidad de desbloquear una situación cerrada y una esperanza de recuperación del partido ante la sociedad", señala uno de los más activos dirigentes en el 35º congreso, que estuvo a favor de otro candidato y que se ha sumado, como la mayoría, a apoyar a la nueva dirección. Pero nadie se llama a engaño, y aunque no fue precisamente el ideario de cada uno de los cuatro candidatos a la Secretaría General del PSOE lo que suscitó el debate, todo está escrito. "El mejor socialismo arranca de la corriente liberal del partido", dijo Rodríguez Zapatero tres meses antes de que le eligieran secretario general. Su grupo, Nueva Vía, defendía "un nuevo socialismo". A todos les sonaba la Tercera Vía de Tony Blair y su nuevo laborismo. Hoy no se apea de lo dicho: "Defendemos la libertad para una sociedad más igualitaria; más libertad para más igualdad".
Tres meses atrás, el debate ideológico sólo lo suscitó la candidata Matilde Fernández, que confrontó una ponencia socialdemócrata, cuya autoría se debió al diputado Francisco Fernández Marugán, nombrado ahora portavoz parlamentario en la Comisión de Presupuestos. Hubo dos manifiestos de Nueva Vía, y en el segundo se ponía mucho énfasis en las políticas sociales, pero la ideología se perdió ante la caza del voto del delegado.
En la noche del pasado jueves, Zapatero volvió sobre sus pasos con su conferencia Una política al servicio del cambio. "El problema no es el mercado, sino el falso mercado, la concentración de los grupos económicos, que de una u otra forma fomenta y protegen éste y otros Gobiernos. El socialismo será profunda y auténticamente liberal, o, si se prefiere, libertario, y radicalmente promotor de la igualdad del individuo". El Gobierno, con cierto tono de mofa, se interesó por el significado de esos conceptos. El vicepresidente primero, Mariano Rajoy, se disculpó el viernes desde la mesa del Consejo de Ministros. "No sé qué es eso del socialismo libertario", dijo. El secretario general del PP, Javier Arenas, apostilló: "Estamos esperando su tesis doctoral sobre el socialismo liberal o libertario; la esperamos con urgencia". Esa misma noche, Rodríguez Zapatero reconoció que llamar "libertario" al socialismo que propugna, en vez de liberal, fue a modo de "provocación" para enfatizar su idea de libertad del individuo.
"No hacen falta tesis doctorales inmediatas porque hay mucho publicado al respecto", afirma el responsable de Economía del PSOE, Jordi Sevilla, considerado "el culpable" de los afanes liberales de Zapatero, sin olvidar la influencia, dicen en el PSOE, del ex ministro de Economía Carlos Solchaga. Pero Zapatero y los suyos quieren convencer, primero, a su partido, y después, a la sociedad, de que su proyecto contiene altísimas dosis de "solidaridad", al tiempo que se defiende el desarrollo del individuo, aunque precise "un gasto previo del Estado a espuertas", señala un dirigente socialista. "Es un objetivo de la izquierda conseguir la igualdad de todos ante el sistema de enseñanza, sin distinción de sexo, edad, raza , clase o religión", fue otro postulado de Zapatero. De acuerdo, dicen los izquierdistas de su partido.
El responsable de Economía del PSOE, Jordi Sevilla, se ve en la necesidad de citar múltiples autores para justificar tanta defensa del individuo. "Reconocemos la tradición de la Revolución Francesa y conectamos con la mejor escuela del socialismo español, que tenía mucho de liberalismo político". Sevilla aprovecha el reconocimiento del vicepresidente Rajoy respecto a que nunca ha oído hablar del socialismo liberal o libertario para abrumar con autores y corrientes.
"Me gustaría recomendarle al vicepresidente algunas lecturas. Por ejemplo, Desarrollo y libertad, del premio Nobel indio de 1998, Amartya Sen". Los estudiosos ya pueden saber, y sacar conclusiones, de qué nutrientes se sirve la nueva dirección del PSOE. Sevilla sigue con sus recomendaciones y precisa que las tesis de Sen son la versión socialdemócrata de otro autor que revolucionó hace 20 años la teoría de la justicia social. Se trata de John Rawls en su obra El liberalismo político. "Quizá el vicepresidente Rajoy sí conoce la versión de derechas que se extrajo de Rawls, elaborada por los norteamericanos anarcocapitalistas, como es Robert Nozick en su obra Anarquía, Estado y Utopía". Aclara que su "libertarismo" no tiene nada que ver con el que defiende el autor citado. "Hay una tradición propia, española, de anarquismo, los libertarios frente al Estado, que no hay que menospreciar", señala. Este dirigente sigue abrumando con obras, aunque le va a la zaga el portavoz de Presupuestos, Francisco Fernández Marugán, quien se limita al contexto erudito de citar autores y unirse a Jordi Sevilla en la recomendación de libros al Gobierno. Casualmente, el pasado jueves, Marugán sostuvo en los pasillos del Congreso, según apreciaron muchos diputados, una conversación doctrinal con el ex secretario general del PSOE Joaquín Almunia, que también sabe lo que quiere decir eso del socialismo liberal. "Tiene mucho que ver lo que dice Zapatero con los comunitaristas progresistas norteamericanos, tales como Michael Walzer". Pero el mejor comunitarismo está en el socialdemócrata y profesor norteamericano, fallecido en 1994, Cristopher Lasch con su Rebelión de las élites, concluye Marugán.
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En realidad, él y su grupo, Nueva Vía, no escurrieron el bulto y afirmaron ser de izquierdas al defender al individuo frente al Estado y a los grandes monopolios y echaron mano de toda la tradición liberal del socialismo, de los anarquistas españoles, de los comunitaristas norteamericanos contemporáneos y de los nuevos teóricos socialdemócratas que dieron a luz la Tercera Vía, asumida por el primer ministro británico, Tony Blair. El líder del PSOE afirma que su proyecto de "izquierdas" pasa por "defender más libertad para llegar a más igualdad". "El centro de mi proyecto es la libertad frente a los poderes económicos". Nadie ha replicado.Sólo la corriente Izquierda Socialista demanda un debate para que explique qué quiere decir. Nadie más pide explicaciones. "Entre otras cosas, porque no se le eligió por sus ideas, sino porque los militantes vieron en él la oportunidad de desbloquear una situación cerrada y una esperanza de recuperación del partido ante la sociedad", señala uno de los más activos dirigentes en el 35º congreso, que estuvo a favor de otro candidato y que se ha sumado, como la mayoría, a apoyar a la nueva dirección. Pero nadie se llama a engaño, y aunque no fue precisamente el ideario de cada uno de los cuatro candidatos a la Secretaría General del PSOE lo que suscitó el debate, todo está escrito. "El mejor socialismo arranca de la corriente liberal del partido", dijo Rodríguez Zapatero tres meses antes de que le eligieran secretario general. Su grupo, Nueva Vía, defendía "un nuevo socialismo". A todos les sonaba la Tercera Vía de Tony Blair y su nuevo laborismo. Hoy no se apea de lo dicho: "Defendemos la libertad para una sociedad más igualitaria; más libertad para más igualdad".
Tres meses atrás, el debate ideológico sólo lo suscitó la candidata Matilde Fernández, que confrontó una ponencia socialdemócrata, cuya autoría se debió al diputado Francisco Fernández Marugán, nombrado ahora portavoz parlamentario en la Comisión de Presupuestos. Hubo dos manifiestos de Nueva Vía, y en el segundo se ponía mucho énfasis en las políticas sociales, pero la ideología se perdió ante la caza del voto del delegado.
En la noche del pasado jueves, Zapatero volvió sobre sus pasos con su conferencia Una política al servicio del cambio. "El problema no es el mercado, sino el falso mercado, la concentración de los grupos económicos, que de una u otra forma fomenta y protegen éste y otros Gobiernos. El socialismo será profunda y auténticamente liberal, o, si se prefiere, libertario, y radicalmente promotor de la igualdad del individuo". El Gobierno, con cierto tono de mofa, se interesó por el significado de esos conceptos. El vicepresidente primero, Mariano Rajoy, se disculpó el viernes desde la mesa del Consejo de Ministros. "No sé qué es eso del socialismo libertario", dijo. El secretario general del PP, Javier Arenas, apostilló: "Estamos esperando su tesis doctoral sobre el socialismo liberal o libertario; la esperamos con urgencia". Esa misma noche, Rodríguez Zapatero reconoció que llamar "libertario" al socialismo que propugna, en vez de liberal, fue a modo de "provocación" para enfatizar su idea de libertad del individuo.
"No hacen falta tesis doctorales inmediatas porque hay mucho publicado al respecto", afirma el responsable de Economía del PSOE, Jordi Sevilla, considerado "el culpable" de los afanes liberales de Zapatero, sin olvidar la influencia, dicen en el PSOE, del ex ministro de Economía Carlos Solchaga. Pero Zapatero y los suyos quieren convencer, primero, a su partido, y después, a la sociedad, de que su proyecto contiene altísimas dosis de "solidaridad", al tiempo que se defiende el desarrollo del individuo, aunque precise "un gasto previo del Estado a espuertas", señala un dirigente socialista. "Es un objetivo de la izquierda conseguir la igualdad de todos ante el sistema de enseñanza, sin distinción de sexo, edad, raza , clase o religión", fue otro postulado de Zapatero. De acuerdo, dicen los izquierdistas de su partido.
El responsable de Economía del PSOE, Jordi Sevilla, se ve en la necesidad de citar múltiples autores para justificar tanta defensa del individuo. "Reconocemos la tradición de la Revolución Francesa y conectamos con la mejor escuela del socialismo español, que tenía mucho de liberalismo político". Sevilla aprovecha el reconocimiento del vicepresidente Rajoy respecto a que nunca ha oído hablar del socialismo liberal o libertario para abrumar con autores y corrientes.
"Me gustaría recomendarle al vicepresidente algunas lecturas. Por ejemplo, Desarrollo y libertad, del premio Nobel indio de 1998, Amartya Sen". Los estudiosos ya pueden saber, y sacar conclusiones, de qué nutrientes se sirve la nueva dirección del PSOE. Sevilla sigue con sus recomendaciones y precisa que las tesis de Sen son la versión socialdemócrata de otro autor que revolucionó hace 20 años la teoría de la justicia social. Se trata de John Rawls en su obra El liberalismo político. "Quizá el vicepresidente Rajoy sí conoce la versión de derechas que se extrajo de Rawls, elaborada por los norteamericanos anarcocapitalistas, como es Robert Nozick en su obra Anarquía, Estado y Utopía". Aclara que su "libertarismo" no tiene nada que ver con el que defiende el autor citado. "Hay una tradición propia, española, de anarquismo, los libertarios frente al Estado, que no hay que menospreciar", señala. Este dirigente sigue abrumando con obras, aunque le va a la zaga el portavoz de Presupuestos, Francisco Fernández Marugán, quien se limita al contexto erudito de citar autores y unirse a Jordi Sevilla en la recomendación de libros al Gobierno. Casualmente, el pasado jueves, Marugán sostuvo en los pasillos del Congreso, según apreciaron muchos diputados, una conversación doctrinal con el ex secretario general del PSOE Joaquín Almunia, que también sabe lo que quiere decir eso del socialismo liberal. "Tiene mucho que ver lo que dice Zapatero con los comunitaristas progresistas norteamericanos, tales como Michael Walzer". Pero el mejor comunitarismo está en el socialdemócrata y profesor norteamericano, fallecido en 1994, Cristopher Lasch con su Rebelión de las élites, concluye Marugán.
EL MUNDO
Lunes, 30 de octubre de 2000
ANTONIO GARCIA SANTESMASES
Socialismo liberal y libertario
a mayor virtud del discurso de Rodríguez Zapatero ha sido propiciar durante unas horas la discusión sobre las señas de identidad de la izquierda. Agobiados como estamos por el dramatismo de la ofensiva terrorista, pensar que podemos razonar acerca de cuáles son las fuentes doctrinales en las que bebe el nuevo secretario general del PSOE es un ejercicio intelectual que nos devuelve, siquiera sea por un momento, a la dialéctica derecha-izquierda constitutiva del juego político en cualquier democracia.
Para que el debate pueda avanzar lo primero es evitar las declaraciones altisonantes y estridentes que a nada conducen. La reacción de los dirigentes del Partido Popular es de las que hacen época. Unos están a la espera de la tesis doctoral del secretario general del PSOE; otros afirman que se le han cruzado los archivos en el ordenador. A los primeros hay que decirles que la bibliografía sobre el tema es amplia y no hay que esperar a una tesis doctoral de Zapatero para conocerla. Más curiosa es la apreciación de los segundos, que afirman que Zapatero trata de mezclar en el mismo discurso a Romanones, Durruti y Largo Caballero. La afirmación de este dirigente del Partido Popular (Rafael Hernando) permite, sin embargo, encontrar un punto de partida para poder analizar el tema. Comencemos, pues, con una breve mirada a la Historia.
¿Era Romanones liberal? Para muchos de los historiadores que tratan de rescatar el periodo de la restauración es evidente que Romanones es una de las grandes figuras del pensamiento liberal-conservador. Cuando en la historia del socialismo español se estudia a las figuras que trataron de encontrar un camino entre el liberalismo y el socialismo, observamos que no pensaron en Romanones como símbolo del liberalismo. Para Fernando de los Ríos o para Indalecio Prieto, el liberalismo confluye con el republicanismo y es Azaña la gran figura que representa el esfuerzo por ir del liberalismo a la democracia. En el esfuerzo por consolidar una democracia republicana estuvieron unidos socialistas y liberales democráticos. Enfrente tuvieron a los que combatieron desde el primer momento la experiencia republicana.
El socialismo liberal tiene una historia importante con nombres no sólo españoles. Baste citar a Carlos Rosellí, a Norberto Bobbio o a Renato Treves. Es una tradición que recoge los valores del laicismo, del republicanismo, de lo mejor del humanismo liberal. Es una tradición trágica porque se encuentra en medio de la polarización que provocan nazismo y estalinismo.
Hasta aquí no habría mucha novedad en las palabras de Zapatero. De Bernstein a Bobbio, toda una tradición socialista se ha reclamado partidario de lo mejor del liberalismo político. El debate se ha suscitado cuando al apelativo liberal se ha añadido sorpresivamente el adjetivo libertario. Esta doble caracterización es la que ha provocado el estupor de muchos. Creo que se puede hacer alguna luz en el asunto.
El socialismo liberal era fundamentalmente humanista. La socialdemocracia liberal hoy, sin embargo, en muchas de sus formulaciones, es un proyecto básicamente economicista. No trata de reivindicar el Estado de Derecho, el respeto a la ley, la laicidad o la tolerancia. No apuesta por una nueva idea de ciudadanía. O si lo hace, en muchas ocasiones, es como retórica para adornar un discurso que trata de reducir la capacidad expansiva del Estado del bienestar. La socialdemocracia liberal habla mucho del mercado, de la iniciativa privada, de la capacidad de innovación, del papel de los emprendedores y trata de reducir el papel del Estado disminuyendo la presión fiscal. Es un discurso que sabe lo difícil que es conseguir mayorías electorales apostando por una presión fiscal sostenida. Es cierto que siempre se matiza que se trata de evitar la carga fiscal que sufren los profesionales, los agricultores o los trabajadores autónomos, de combatir el fraude fiscal y de gravar los grandes beneficios. Pero es también cierto que los grandes poderes económicos se encargan hábilmente de difundir el mensaje de que no podrán competir sin tener garantizados grandes beneficios. Para ellos el Estado ha llegado demasiado lejos.
Si por liberal se entendiera el esfuerzo por reivindicar la autonomía de la conciencia, la libertad de disentir, la tolerancia, la democracia frente al etnicismo o la laicidad frente al fundamentalismo, todo socialista es o debería ser liberal. Si por liberal se entiende ir reduciendo el Estado del bienestar hasta ser únicamente una red de salvamento para los desahuciados, muchos socialistas no queremos ser liberales. El liberalismo económico se ha transformado en un ataque contundente al Estado social, a las garantías laborales y a los derechos económico-sociales.
El planteamiento de Zapatero quiere aunar las dos dimensiones, pero sólo el futuro dirá si ello es posible. Por un lado, es cierto que pone una vela al mercado, a la iniciativa privada, a los emprendedores y a la capacidad de innovación. Por otro, quiere que los creadores culturales sean los grandes referentes, desea que la educación sea la palanca del cambio y apuesta por fomentar la libertad, la creatividad y la autonomía personal. ¿Cómo combinar ambas perspectivas? Los emprendedores, en muchas ocasiones, so capa de la competitividad, exigen unas condiciones económicas que imponen la precariedad laboral, la exclusión social, la inseguridad y la incertidumbre. ¿Se podrán desarrollar las nuevas fronteras de la democracia y la nueva etapa del Estado del bienestar con las reglas marcadas por la Globalización?
Mantener lo mejor del liberalismo político cuando unos apostaban por la destrucción de las instituciones democráticas representativas y otros aspiraban al caudillaje fue la difícil tarea del socialismo liberal de los años 30. Defender las conquistas del Estado social y universalizar el modelo europeo es la tarea tan o más difícil del socialismo del siglo XXI. Para este nuevo socialismo, el componente libertario no es en absoluto desdeñable. Estamos lejos de Durruti, de Romanones y de Largo Caballero. Pienso que por libertaria deberíamos entender la perspectiva que se suscita a partir de 1968. Los acontecimientos de aquellos años: el mayo francés y la invasión de las tropas soviéticas de Checoslovaquia van auspiciando la aparición de un nuevo socialismo. Era un socialismo que recogía lo mejor de la Nueva izquierda de los años 60, de la aparición del movimiento estudiantil, de la lucha contra la Guerra de Vietnam. Va apareciendo una nueva forma de entender la política donde el papel central del partido político y del sindicato va siendo sustituido por unos, completado por otros, por la aparición de los nuevos movimientos sociales. Son movimientos en muchas ocasiones monotemáticos (ecologismo, feminismo, pacifismo) que incluyen nuevas reivindicaciones en los programas políticos y que apuestan por formas de organización no centralizadas, no jerárquicas, que demandan una nueva forma de democracia. Hace más de 20 años, Javier Muguerza publicó el excelente trabajo Entre el liberalismo y el libertarismo, donde se analiza con gran rigor la doble crítica al Estado del bienestar desde postulados anarco-capitalistas y desde la defensa de una democracia deliberativa. Es una lástima que en España no se conozca suficientemente el pensamiento de nuestros mejores filósofos.
¿Es compatible la apuesta por los nuevos movimientos sociales y la defensa de una socialdemocracia liberal centrista, atlantista, institucional? Como el lector intuirá, es difícilmente compatible. Lo es si se quiere en el papel, pero cuando llega la prueba de los hechos, defender el nuevo papel de la OTAN y ser libertario es como ser verde y belicista. Claro está que unos prefieren jugar el papel de Fischer y muy pocos se atreven a mantener la coherencia de Lafontaine. El futuro dirá si Zapatero logra mantener lo mejor del liberalismo político o sucumbe al neoliberalismo económico; si se abre al viento libertario de los nuevos movimientos sociales o queda atrapado por los requerimientos de la política de poder. Por el momento, hay que reconocer que ha logrado remover el alicaído retablo político.
Antonio García Santesmases es profesor de Filosofía Política de la UNED y miembro de la corriente Izquierda Socialista.
ANTONIO GARCIA SANTESMASES
Socialismo liberal y libertario
a mayor virtud del discurso de Rodríguez Zapatero ha sido propiciar durante unas horas la discusión sobre las señas de identidad de la izquierda. Agobiados como estamos por el dramatismo de la ofensiva terrorista, pensar que podemos razonar acerca de cuáles son las fuentes doctrinales en las que bebe el nuevo secretario general del PSOE es un ejercicio intelectual que nos devuelve, siquiera sea por un momento, a la dialéctica derecha-izquierda constitutiva del juego político en cualquier democracia.
Para que el debate pueda avanzar lo primero es evitar las declaraciones altisonantes y estridentes que a nada conducen. La reacción de los dirigentes del Partido Popular es de las que hacen época. Unos están a la espera de la tesis doctoral del secretario general del PSOE; otros afirman que se le han cruzado los archivos en el ordenador. A los primeros hay que decirles que la bibliografía sobre el tema es amplia y no hay que esperar a una tesis doctoral de Zapatero para conocerla. Más curiosa es la apreciación de los segundos, que afirman que Zapatero trata de mezclar en el mismo discurso a Romanones, Durruti y Largo Caballero. La afirmación de este dirigente del Partido Popular (Rafael Hernando) permite, sin embargo, encontrar un punto de partida para poder analizar el tema. Comencemos, pues, con una breve mirada a la Historia.
¿Era Romanones liberal? Para muchos de los historiadores que tratan de rescatar el periodo de la restauración es evidente que Romanones es una de las grandes figuras del pensamiento liberal-conservador. Cuando en la historia del socialismo español se estudia a las figuras que trataron de encontrar un camino entre el liberalismo y el socialismo, observamos que no pensaron en Romanones como símbolo del liberalismo. Para Fernando de los Ríos o para Indalecio Prieto, el liberalismo confluye con el republicanismo y es Azaña la gran figura que representa el esfuerzo por ir del liberalismo a la democracia. En el esfuerzo por consolidar una democracia republicana estuvieron unidos socialistas y liberales democráticos. Enfrente tuvieron a los que combatieron desde el primer momento la experiencia republicana.
El socialismo liberal tiene una historia importante con nombres no sólo españoles. Baste citar a Carlos Rosellí, a Norberto Bobbio o a Renato Treves. Es una tradición que recoge los valores del laicismo, del republicanismo, de lo mejor del humanismo liberal. Es una tradición trágica porque se encuentra en medio de la polarización que provocan nazismo y estalinismo.
Hasta aquí no habría mucha novedad en las palabras de Zapatero. De Bernstein a Bobbio, toda una tradición socialista se ha reclamado partidario de lo mejor del liberalismo político. El debate se ha suscitado cuando al apelativo liberal se ha añadido sorpresivamente el adjetivo libertario. Esta doble caracterización es la que ha provocado el estupor de muchos. Creo que se puede hacer alguna luz en el asunto.
El socialismo liberal era fundamentalmente humanista. La socialdemocracia liberal hoy, sin embargo, en muchas de sus formulaciones, es un proyecto básicamente economicista. No trata de reivindicar el Estado de Derecho, el respeto a la ley, la laicidad o la tolerancia. No apuesta por una nueva idea de ciudadanía. O si lo hace, en muchas ocasiones, es como retórica para adornar un discurso que trata de reducir la capacidad expansiva del Estado del bienestar. La socialdemocracia liberal habla mucho del mercado, de la iniciativa privada, de la capacidad de innovación, del papel de los emprendedores y trata de reducir el papel del Estado disminuyendo la presión fiscal. Es un discurso que sabe lo difícil que es conseguir mayorías electorales apostando por una presión fiscal sostenida. Es cierto que siempre se matiza que se trata de evitar la carga fiscal que sufren los profesionales, los agricultores o los trabajadores autónomos, de combatir el fraude fiscal y de gravar los grandes beneficios. Pero es también cierto que los grandes poderes económicos se encargan hábilmente de difundir el mensaje de que no podrán competir sin tener garantizados grandes beneficios. Para ellos el Estado ha llegado demasiado lejos.
Si por liberal se entendiera el esfuerzo por reivindicar la autonomía de la conciencia, la libertad de disentir, la tolerancia, la democracia frente al etnicismo o la laicidad frente al fundamentalismo, todo socialista es o debería ser liberal. Si por liberal se entiende ir reduciendo el Estado del bienestar hasta ser únicamente una red de salvamento para los desahuciados, muchos socialistas no queremos ser liberales. El liberalismo económico se ha transformado en un ataque contundente al Estado social, a las garantías laborales y a los derechos económico-sociales.
El planteamiento de Zapatero quiere aunar las dos dimensiones, pero sólo el futuro dirá si ello es posible. Por un lado, es cierto que pone una vela al mercado, a la iniciativa privada, a los emprendedores y a la capacidad de innovación. Por otro, quiere que los creadores culturales sean los grandes referentes, desea que la educación sea la palanca del cambio y apuesta por fomentar la libertad, la creatividad y la autonomía personal. ¿Cómo combinar ambas perspectivas? Los emprendedores, en muchas ocasiones, so capa de la competitividad, exigen unas condiciones económicas que imponen la precariedad laboral, la exclusión social, la inseguridad y la incertidumbre. ¿Se podrán desarrollar las nuevas fronteras de la democracia y la nueva etapa del Estado del bienestar con las reglas marcadas por la Globalización?
Mantener lo mejor del liberalismo político cuando unos apostaban por la destrucción de las instituciones democráticas representativas y otros aspiraban al caudillaje fue la difícil tarea del socialismo liberal de los años 30. Defender las conquistas del Estado social y universalizar el modelo europeo es la tarea tan o más difícil del socialismo del siglo XXI. Para este nuevo socialismo, el componente libertario no es en absoluto desdeñable. Estamos lejos de Durruti, de Romanones y de Largo Caballero. Pienso que por libertaria deberíamos entender la perspectiva que se suscita a partir de 1968. Los acontecimientos de aquellos años: el mayo francés y la invasión de las tropas soviéticas de Checoslovaquia van auspiciando la aparición de un nuevo socialismo. Era un socialismo que recogía lo mejor de la Nueva izquierda de los años 60, de la aparición del movimiento estudiantil, de la lucha contra la Guerra de Vietnam. Va apareciendo una nueva forma de entender la política donde el papel central del partido político y del sindicato va siendo sustituido por unos, completado por otros, por la aparición de los nuevos movimientos sociales. Son movimientos en muchas ocasiones monotemáticos (ecologismo, feminismo, pacifismo) que incluyen nuevas reivindicaciones en los programas políticos y que apuestan por formas de organización no centralizadas, no jerárquicas, que demandan una nueva forma de democracia. Hace más de 20 años, Javier Muguerza publicó el excelente trabajo Entre el liberalismo y el libertarismo, donde se analiza con gran rigor la doble crítica al Estado del bienestar desde postulados anarco-capitalistas y desde la defensa de una democracia deliberativa. Es una lástima que en España no se conozca suficientemente el pensamiento de nuestros mejores filósofos.
¿Es compatible la apuesta por los nuevos movimientos sociales y la defensa de una socialdemocracia liberal centrista, atlantista, institucional? Como el lector intuirá, es difícilmente compatible. Lo es si se quiere en el papel, pero cuando llega la prueba de los hechos, defender el nuevo papel de la OTAN y ser libertario es como ser verde y belicista. Claro está que unos prefieren jugar el papel de Fischer y muy pocos se atreven a mantener la coherencia de Lafontaine. El futuro dirá si Zapatero logra mantener lo mejor del liberalismo político o sucumbe al neoliberalismo económico; si se abre al viento libertario de los nuevos movimientos sociales o queda atrapado por los requerimientos de la política de poder. Por el momento, hay que reconocer que ha logrado remover el alicaído retablo político.
Antonio García Santesmases es profesor de Filosofía Política de la UNED y miembro de la corriente Izquierda Socialista.
EL MUNDO
Viernes, 20 de octubre de 2000
Zapatero propugna «un socialismo libertario, profundamente liberal»
MANUEL SANCHEZ
Anuncia que «el PSOE trabajará por disminuir el poder y la prepotencia de los grupos económicos y del Estado» - Pide que «los burócratas dejen paso a los emprendedores» - Defiende que «cada individuo tenga derecho a llegar tan lejos como pueda, en igualdad de condiciones de salida»
MADRID.- El secretario general socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, escenificó ayer el nacimiento de un nuevo PSOE en la conferencia inaugural del ciclo 2000/2001 del Club Siglo XXI. En su presentación en sociedad, Zapatero anunció las claves de lo que él mismo definió como un nuevo socialismo, una nueva forma de hacer política y un nuevo modelo de actuación de los partidos.
Rodríguez Zapatero desveló que el PSOE que empieza a construir va a ser «profunda y auténticamente liberal o, si prefieren, libertario, y radicalmente promotor de la igualdad del individuo», dijo, y desarrolló un discurso fiel a esta declaración de principios.
Así, el secretario general del PSOE defendió que el siglo XXI, «debe ser el inicio de una era de individuos soberanos, de una ciudadanía verdaderamente poderosa, capaz de elegir y construir su destino».
Zapatero reivindicó la hora de abordar «una forma distinta de hacer política» y, sobre todo, «de crear una relación distinta entre las gentes de este país y los partidos democráticos».
En este aspecto, indicó que el PSOE buscará una mayor apertura a los ciudadanos, «y fórmulas para dar presencia a todos, también a los que no están afiliados, en las discusiones, en las decisiones, sobre el programa y sobre quiénes deben representarles».
Incluso, criticó con dureza el poder del Estado, que consideró que debe ser disminuido, comparándolo con el que tienen los grupos oligárquicos.
«La izquierda y el socialismo trabajarán por democratizar, es decir, por disminuir el poder y la prepotencia de los grupos económicos y del Estado», afirmó Zapatero, para añadir que es hora de que se impulsen «mayores cotas de libertad y autonomía personal, de iniciativa y responsabilidad, de igualdad de oportunidades desde la cuna, pero no sólo en la educación, también en la economía».
En esta parte del discurso, en la que Zapatero hizo una encendida defensa de los emprendedores y de las políticas de innovación, el recuerdo de Felipe González flotó por la sala.
Propuestas políticas
Pero el líder del PSOE pasó en breve a temas de actualidad. Así, defendió la necesidad de un pacto de Estado sobre inmigración y la renuncia del PSOE a entrar en confrontación con el Gobierno: «La inmigración es una realidad que seguirá presente en las próximas décadas y, por lo mismo, requiere un acuerdo amplio».
Zapatero indicó que el reto del PSOE es conseguir que se sienten las bases de una política migratoria, «que, de un lado, cuente con instrumentos adecuados para la canalización de los flujos de entrada y, por otro, promueva con políticas activas la integración plena de todos los que venga a vivir y trabajar entre nosotros».
También volvió a reiterar la lealtad al Gobierno en política antiterrorista, y dijo que le resulta «duro» escuchar ciertas críticas cuando no hay coincidencia plena, pero afirmó: «Si no coincidimos, no es por culpa nuestra».
Sin embargo, el secretario de los socialistas advirtió que seguiría sin entrar en la polémica: «Sería mucho más duro e inútil que nos enzarzáramos en un debate con el Gobierno. No es eso lo que debemos hacer, y no lo vamos a hacer».
En el coloquio posterior a su discurso, que giró casi monográficamente sobre el tema vasco y la manifestación de mañana, Zapatero reiteró su deseo de «jamás» censurar al Ejecutivo su política antiterrorista y, adelantó su intención de acudir a la convocatoria del lehendakari si su agenda se lo permite. «Mañana (por hoy) veré si puedo acudir, mi deseo es hacerlo».
Además, aseguró que los socialistas estarán siempre detrás de una pancarta en favor de la paz, aunque indicó que ni le gusta la manifestación de Bilbao ni le gustó la pasada en San Sebastián, «porque nosotros aspiramos a una manifestación en la que estemos todos los demócratas juntos, nacionalistas y no, claro está, a excepción de EH».
No obstante, confió en que la manifestación de mañana sea, como han dicho algunos dirigentes de EH, «el entierro del Pacto de Lizarra».
Zapatero insistió, tanto en su discurso como en el coloquio, que el estilo del PSOE de hacer oposición también será diferente.
Aseguró que «la descalificación del adversario», los «malos modos» y la «dureza formal» serán desterrados del modo de hacer política, «y aunque, sin duda es necesario señalar los errores del Gobierno, es más necesario aportar soluciones practicables y ser creíbles».
Al ser cuestionado en el coloquio este nuevo estilo de oposición, Zapatero fue rotundo: «Nosotros no vamos a responder al PP con la misma moneda. A ellos, con ese estilo, les costó 9 años llegar al poder, y soy de los convencidos de que, con otra actitud, hubieran llegado antes. Yo no lo voy hacer».
Viernes, 20 de octubre de 2000
Zapatero propugna «un socialismo libertario, profundamente liberal»
MANUEL SANCHEZ
Anuncia que «el PSOE trabajará por disminuir el poder y la prepotencia de los grupos económicos y del Estado» - Pide que «los burócratas dejen paso a los emprendedores» - Defiende que «cada individuo tenga derecho a llegar tan lejos como pueda, en igualdad de condiciones de salida»
MADRID.- El secretario general socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, escenificó ayer el nacimiento de un nuevo PSOE en la conferencia inaugural del ciclo 2000/2001 del Club Siglo XXI. En su presentación en sociedad, Zapatero anunció las claves de lo que él mismo definió como un nuevo socialismo, una nueva forma de hacer política y un nuevo modelo de actuación de los partidos.
Rodríguez Zapatero desveló que el PSOE que empieza a construir va a ser «profunda y auténticamente liberal o, si prefieren, libertario, y radicalmente promotor de la igualdad del individuo», dijo, y desarrolló un discurso fiel a esta declaración de principios.
Así, el secretario general del PSOE defendió que el siglo XXI, «debe ser el inicio de una era de individuos soberanos, de una ciudadanía verdaderamente poderosa, capaz de elegir y construir su destino».
Zapatero reivindicó la hora de abordar «una forma distinta de hacer política» y, sobre todo, «de crear una relación distinta entre las gentes de este país y los partidos democráticos».
En este aspecto, indicó que el PSOE buscará una mayor apertura a los ciudadanos, «y fórmulas para dar presencia a todos, también a los que no están afiliados, en las discusiones, en las decisiones, sobre el programa y sobre quiénes deben representarles».
Incluso, criticó con dureza el poder del Estado, que consideró que debe ser disminuido, comparándolo con el que tienen los grupos oligárquicos.
«La izquierda y el socialismo trabajarán por democratizar, es decir, por disminuir el poder y la prepotencia de los grupos económicos y del Estado», afirmó Zapatero, para añadir que es hora de que se impulsen «mayores cotas de libertad y autonomía personal, de iniciativa y responsabilidad, de igualdad de oportunidades desde la cuna, pero no sólo en la educación, también en la economía».
En esta parte del discurso, en la que Zapatero hizo una encendida defensa de los emprendedores y de las políticas de innovación, el recuerdo de Felipe González flotó por la sala.
Propuestas políticas
Pero el líder del PSOE pasó en breve a temas de actualidad. Así, defendió la necesidad de un pacto de Estado sobre inmigración y la renuncia del PSOE a entrar en confrontación con el Gobierno: «La inmigración es una realidad que seguirá presente en las próximas décadas y, por lo mismo, requiere un acuerdo amplio».
Zapatero indicó que el reto del PSOE es conseguir que se sienten las bases de una política migratoria, «que, de un lado, cuente con instrumentos adecuados para la canalización de los flujos de entrada y, por otro, promueva con políticas activas la integración plena de todos los que venga a vivir y trabajar entre nosotros».
También volvió a reiterar la lealtad al Gobierno en política antiterrorista, y dijo que le resulta «duro» escuchar ciertas críticas cuando no hay coincidencia plena, pero afirmó: «Si no coincidimos, no es por culpa nuestra».
Sin embargo, el secretario de los socialistas advirtió que seguiría sin entrar en la polémica: «Sería mucho más duro e inútil que nos enzarzáramos en un debate con el Gobierno. No es eso lo que debemos hacer, y no lo vamos a hacer».
En el coloquio posterior a su discurso, que giró casi monográficamente sobre el tema vasco y la manifestación de mañana, Zapatero reiteró su deseo de «jamás» censurar al Ejecutivo su política antiterrorista y, adelantó su intención de acudir a la convocatoria del lehendakari si su agenda se lo permite. «Mañana (por hoy) veré si puedo acudir, mi deseo es hacerlo».
Además, aseguró que los socialistas estarán siempre detrás de una pancarta en favor de la paz, aunque indicó que ni le gusta la manifestación de Bilbao ni le gustó la pasada en San Sebastián, «porque nosotros aspiramos a una manifestación en la que estemos todos los demócratas juntos, nacionalistas y no, claro está, a excepción de EH».
No obstante, confió en que la manifestación de mañana sea, como han dicho algunos dirigentes de EH, «el entierro del Pacto de Lizarra».
Zapatero insistió, tanto en su discurso como en el coloquio, que el estilo del PSOE de hacer oposición también será diferente.
Aseguró que «la descalificación del adversario», los «malos modos» y la «dureza formal» serán desterrados del modo de hacer política, «y aunque, sin duda es necesario señalar los errores del Gobierno, es más necesario aportar soluciones practicables y ser creíbles».
Al ser cuestionado en el coloquio este nuevo estilo de oposición, Zapatero fue rotundo: «Nosotros no vamos a responder al PP con la misma moneda. A ellos, con ese estilo, les costó 9 años llegar al poder, y soy de los convencidos de que, con otra actitud, hubieran llegado antes. Yo no lo voy hacer».
EL MUNDO
Lunes, 30 de octubre de 2000
El «profesor» de Zapatero
Torres Mora le escribió la conferencia en la que habló de «socialismo libertario»
FERNANDO GAREA
MADRID.- José Luis Rodríguez Zapatero hizo el 19 de octubre su definición ideológica en una polémica conferencia en el Club Siglo XXI, titulada Una política al servicio del cambio. En la conferencia se incluía su muy comentada etiqueta del «socialismo liberal y libertario».
Nada se sabe oficialmente del origen de dicha definición o de la identidad del inspirador. Pero la página de Internet del PSOE www.psoe.es aporta una pista sobre el origen de ese texto.
Así, al entrar en esa web se encuentra una referencia a la conferencia de Rodríguez Zapatero, con una fotografía de él. Al pinchar se llega al icono del texto en Microsoft Word. Se abre el procesador de textos y aparece el texto de la conferencia. Pero si se pincha en propiedades aparece una ventana que señala que el autor de la conferencia es José Andrés Torres Mora. Y añade, en el apartado organización, las siglas UCM, es decir, Universidad Complutense de Madrid.
Como mínimo, esto significa que el texto pasó desde el ordenador de Torres Mora, en la Universidad Complutense de Madrid, hasta la página del PSOE, sin pasar por otro ordenador.
Torres Mora es jefe del Gabinete del secretario general del PSOE y profesor titular en la Facultad de Políticas y Sociología de la Universidad Complutense. Dirige la asignatura Fuentes y Técnicas para el Análisis Empírico de la Sociedad Española.
Comenzó a trabajar con Zapatero en Nueva Vía meses antes del Congreso de julio pasado. En ese equipo, Torres Mora se encargó desde el principio del área de prospectiva electoral, poniendo a disposición del candidato sus conocimientos de sociología.
Ahora es uno de los hombres de confianza de Zapatero y uno de los ideólogos del nuevo PSOE.
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