Francisco Largo Caballero
GREGORIO PECES-BARBA MARTINEZ 06/04/1978
Diputado del PSOE por Valladolid
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Nuestro país va a realizar un acto de justicia trayendo los restos de Francisco Largo Caballero para que reposen en el cementerio civil de Madrid junto a su esposa y a sus compañeros socialistas y ugetistas, como Pablo Iglesias y Julián Besteiro. La Unión General de Trabajadores y el Partido Socialista Obrero Español, las dos organizaciones para las que vivió Largo Caballero, han hecho posible esta primera repatriación «post mortem» de uno de los más ilustres exiliados que produjo el franquismo.
Me gustaría, como ejemplo de que este país ha alcanzado un grado de madurez democrática, que hombres no socialistas cogieran la pluma para hacer su elogio en este momento solemne, y que su retrato no estuviera solamente en las Casas del Pueblo, sino en los edificios del Estado donde su gestión honesta y al servicio de los trabajadores agotó años de su vida. También me gustaría que las interpretaciones sectarias y partidistas sobre su obra, explicables en momentos más próximos, cediesen paso a visiones más globales, más objetivas. En definitiva, me gustaría que Francisco Largo Caballero, secretario general de la Unión General de Trabajadores, presidente del Partido Socialista Obrero Español, ministro de Trabajo, presidente del Consejo de Ministros, ocupase el lugar que le corresponde en la historia de nuestro país. Ese sería el mejor homenaje en el traslado de sus restos. Cuando pido y sueño todo esto no estoy soñando imposibles. Estoy seguro de que nuestra democracia consolidada hará justicia en esta línea.
Nosotros los socialistas tenemos, en ese sentido, la obligación de iniciar el camino. Largo Caballero no puede ser instrumento arrojadizo entre socialistas. Cuando algunos que se quieren denominar socialistas rechazan lo que llaman la línea caballerista no están entendiendo, en absoluto, lo que significa el Partido Socialista Obrero Español. Lo mismo ocurre con aquellos que en nombre de lo que él representó quieren excomulgar a los más moderados. También entre los socialistas Francisco Largo Caballero es patrimonio de todos, y el Partido Socialista Obrero Español, representante histórico y actual del socialismo democrático, se honra en todos sus sectores con la biografía de nuestros hombres, entre ellas la de Largo Caballero, no queremos hacerlo de una manera triunfalista ni crítica. Somos conscientes de que en el peso de nuestros cien años de historia hay errores. Por eso, como en el reglamento de nuestros Congresos, donde la gestión de la Comisión ejecutiva no puede ser apoyada por turnos a favor de los congresistas, sino por turnos en contra, estamos en disposición de hacer autocrítica, único camino para superar el pasado en lo que tenga de negativo.
También hay que hacerlo con la obra de Francisco Largo Caballero. Pero lo más ejemplar es que no necesitamos reflexiones de otros. El propio Largo Caballero ha realizado una síntesis ejemplar del camino adecuado del socialismo democrático. Su último escrito, la «Carta a los trabajadores», escrita recién liberado del campo nazi de Oraniemburgo, es un ejemplo admirable de la capacidad de ese gran socialista para entender con sentido prospectivo el socialismo y para intuir posiciones socialistas en 1978.
«Socialista convencido, cada día más socialista, si cabe, con una experiencia adquirida en la convivencia constante con los de mi clase, y al mismo tiempo, en el desempeño de funciones gubernamentales, todas mis ideas han cristalizado en la convicción absoluta del error de los que creen en la inmutabilidad del régimen capitalista actual; de los que piensan que es la meta del desarrollo político y económico de la Humanidad, pero, al mismo tiempo, del error de los que imaginan que el socialismo es un régimen de implantación fácil y súbita; del error de los ingenuos que se imaginan el socialismo como un remedio de venta en cualquier farmacia y de virtudes terapéuticas parejas a las de la célebre purga de Benito, que hacía efecto antes de salir de la botica.
El socialismo se realizará por una evolución progresiva de la Humanidad, pero que debe ser dirigida consciente e inteligentemente.»
Parece increíble, cómo Francisco Largo Caballero presiente el sentido central de nuestro lema «Socialismo es libertad» y también cómo quita, en ese escrito, importancia al problema de las formas de Gobierno.
«Hace algunos años, en un mitin celebrado en el cine Pardiñas, de Madrid, hablamos Besteiro, Saborit y yo. En mi peroración dije: "Si me preguntan qué es lo que quiero, contestaré ¡República! ¡República! ¡República!". Hoy, si se me hiciera la misma pregunta respondería: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!. Pero libertad efectiva; después, póngase al régimen el nombre que se quiera.»
Su sentido de la libertad es el de la libertad política de la tradición liberal que el socialismo democrático asume.
«A fin de que los derechos individuales no sean simple letra muerta, no se podrán suprimir o suspender, total o parcialmente, las libertades de reunión, asociación, pensamiento, religiosa, de palabra, de manifestación pública, prensa e inviolabilidad del domicilio, salvo por sentencia firme de tribunal competente, y la última citada, por auto judicial.»
La necesidad de un Estado regional, como el que ve configurarse en la Constitución de 1978, intuida en 1945, el rechazo de la pena de muerte, «reminiscencia de la barbarie y un desprestigio para un país civilizado», y la necesidad de una profunda reforma penitenciaria, «porque a los penados se les castiga con la falta de libertad, y ya es bastante, pero no a recibir un trato inhumano ... », son otros tantos signos de la intuición del pensamiento último de Francisco Largo Caballero, y una muestra más de la coherencia histórica de los socialistas, por encima de superficiales discrepancias.
El respeto que en todos los momentos de su vida y de su acción política hay que tener por Largo Caballero se acrecienta con esta posición última, refrendo sin condiciones y toma de conciencia del verdadero socialismo democrático, en la, línea que hoy, más de treinta años después, defendemos los socialistas.
El 23 de marzo de 1946 murió en la clínica Liautey, de París, y el 27 del mismo mes era enterrado en el cementerio del Père Lachaise ese hombre íntegro, socialista y ugetista ejemplar, ciudadano y hombre de Estado, que en estos días devolvemos a la tierra española de su querido Madrid, para que repose entre sus amigos y compañeros.
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