lunes, 27 de abril de 2009

Tarso Genro


EL PAÍS
TARSO GENRO Ministro de Justicia de Brasil
"El gran obstáculo de Dilma Rousseff es el apoyo de Lula"
JAVIER LAFUENTE - Madrid - 19/02/2009


El ministro de Justicia de Brasil, Tarso Genro (1947), suspira cuando se para a pensar en los dos intensos años de actividad política que se le vienen encima. A los acontecimientos previstos, como las elecciones presidenciales de 2010 o la reforma política que le encargó el pasado año el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se le ha unido la crisis económica global y, entre otros asuntos espinosos, el conflicto diplomático que mantienen con Italia, después de que Roma llamase a consultas a su embajador en Brasil por conceder asilo y no extraditar al escritor y ex terrorista Cesare Battisti.

Lula da Silva
A FONDO
Nacimiento:
27-10-1945
Lugar:
(Garanhuns)

Brasil
A FONDO
Capital:
Brasilia.
Gobierno:
República Federal.
Población:
191,908,598 (2008)
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Célebre por crear, como alcalde de Porto Alegre, el presupuesto participativo; histórico líder del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), del que llegó a ser presidente, Tarso Genro se reunió ayer en Madrid con su homólogo Mariano Fernández Bermejo, con quien firmó un acuerdo para agilizar la extradición de delincuentes, un texto que también respaldaron los Gobiernos de Argentina y Portugal.
Pregunta. El próximo año habrá elecciones en su país. ¿Qué Brasil le espera al primer presidente de la era post-Lula?
Respuesta. Una gran conquista del presidente Lula es haber conseguido que todo el mundo comprenda que las decisiones democráticas están consolidadas. Difícilmente, hoy, una persona comprometida con la democracia, con la transparencia, que no esté comprometida en la lucha contra la corrupción, que tenga una visión personalista, es muy difícil que llegue a la magistratura de la república.
P. Usted, durante mucho tiempo, ha estado situado como posible candidato a suceder a Lula. ¿Cómo recibió la decisión de nombrar a Dilma Rousseff como candidata del PT?
R. Me sentó normal. Soy un político con cierta experiencia. Yo sé que estas cuestiones no se resuelven por una relación personal. En los últimos 15 meses he verificado que Lula pretendía una candidatura que no supusiera una polarización dentro del PT. Y yo, junto a cuatro o cinco compañeros, tuvimos una oposición muy fuerte a la anterior dirección del partido. Entiendo perfectamente su opción; nunca hago una romantización de las posiciones políticas a partir de relaciones personales de amistad. Yo me siento muy valorado por el presidente. He ocupado cuatro ministerios, ocupé la presidencia del PT en un momento de crisis...
P. ¿Le hubiese gustado optar a la presidencia?
R. Cualquier político con prestigio nacional, que tenga amor por su país, tiene la aspiración, un día, de ser presidente.
P. ¿Ha desistido entonces de lograrlo?
R. No es una cuestión, sinceramente, a la que dedique mucho tiempo. Estoy pensando mucho más en cómo afrontar las decisiones y las tareas pendientes en el Ministerio de Justicia.
P. ¿Cómo ve a Dilma Rousseff en la carrera hacia la presidencia?
R. Es una buena candidata, tiene buena capacidad de gestión, pero, sobre todo, tiene el obstáculo más grande que pueda poseer alguien que opte a la presidencia: el apoyo del presidente Lula. Creo que le va a afectar mucho. Además, la oposición tiene constancia de eso. Ninguno de los candidatos que se presentan dicen que lo hacen contra Lula, sino que lo hacen para gobernar post-Lula. Es una señal de la importancia que tiene el presidente.
P. ¿Qué posibilidades tiene entonces para convertirse en presidenta?
R. Hay que tener un respeto por nuestros rivales, porque tienen un candidato fuerte que es el senador Jose Serra [actual gobernador del Estado de São Paulo, y uno de los pesos pesados del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB)], una persona que, por su visión, se encuadra en lo que siempre se ha considerado como el sector más de centro izquierda del anterior Gobierno de Fernando Henrique Cardoso, que, por cierto, tuvo el mérito de dar solidez a la democracia en Brasil, pero que en el terreno de reconstrucción de proyectos de desarrollo, en el terreno del reforzamiento de las políticas públicas, no tuvo éxito.
P. El pasado fin de semana, una menor brasileña estuvo retenida más de 29 horas en el aeropuerto de Barajas; el número de brasileños expulsados no ha cesado. ¿Teme que se vuelva a repetir el conflicto diplomático con España del pasado año?
R. Es un asunto que depende más del Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero son cuestiones muy fáciles de resolveR. No creo que éste sea un problema político entre los dos Estados; es más una cuestión puntual.
P. ¿No le dan entonces mucha importancia a lo sucedido?
R. Esperemos que no. Pero, por si acaso, nuestra Cancillería está hablando nuevamente para verificar por qué se ha dado esta nueva situación, que no es buena ni para Brasil ni para España.
P. ¿Cómo le han sentado las críticas, por parte de Italia, al no extraditar a Césare Battisti?
R. No voy a responder a las críticas que parten de algunos ministros italianos, como el de Defensa. No estamos acostumbrados, en nuestras relaciones internacionales, a utilizar cierto tipo de lenguaje; tenemos una educación política en América Latina que no nos permite dirigirnos a un ministro de otro país de una manera desairosa, maleducada. El caso Battisti es una cuestión jurídico política y de soberanía. En última instancia se trata de verificar si los delitos imputados a Battisti en Italia son aceptados en Brasil como delito político. Yo creo que sí, en base a cuatro decisiones del Tribunal Supremo, que puede ahora cambiar su posición. No hay ningún interés en Brasil en elevar la temperatura de las relaciones con Italia.
P. ¿Les ha sorprendido la actitud de Roma?
R. A mí sí me sorprendió su actitud. No creo que sean lenguajes adecuados para el entendimiento entre naciones. Estamos acostumbrados, insisto, en América Latina, a tener relaciones entre Gobiernos y ministros de distintas ideologías políticas un nivel mucho más elevado que la forma con la que lo han tratado algunos ministros italianos.

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