OJOS de PAPEL
Reseñas de libros/No ficciónShashi Tharoor: Nehru. La invención de la India (Tusquets, 2009)
Por Rogelio López Blanco, miércoles, 01 de abril de 2009
La India ha venido ocupando cada vez más la atención internacional y está llamada a desempeñar una posición preeminente en el concierto mundial. Este rango tiene una historia detrás que se origina en su fundación como país independiente y durante las tres siguientes décadas. Si en la emancipación de 1947 la figura central fue el Mahatma Gandhi, en la configuración del país que ha llegado a nuestros días la intervención fundamental ha corrido a cargo de una de las figuras más sobresalientes del siglo XX, Jawaharlal Nehru (1889-1964). Con todos sus aciertos y errores, que no fueron ni pocos ni escasos en magnitud, el sucesor de Gandhi logró que su país mantuviera la unidad y llegara al siglo XXI siendo la mayor democracia del mundo.
Son estas dos características, pues, las que llaman poderosamente la atención en la historia de la India desde su independencia. La primera plantea la cuestión de cómo un país tan diverso, cruzado por complejas y multiformes líneas de fractura, religiosas, étnicas, linguísticas, de rango social (castas) y de clase, ha sido capaz de mantenerse unido, sobre todo después del trauma de la independencia y la partición de Pakistán en 1947, fenómeno marcado por grandes matanzas y masivos desplazamientos de población. En estrecha relación con el proceso anterior, el segundo factor que fascina es la pervivencia del sistema democrático durante todos estos años (con la salvedad del estado de excepción decretado en 1975-77 por Indira, la hija de Nehru), cuando la pobreza y al analfabetismo se enseñoreaban del país y la tentación dictatorial fue el polo magnético que atrajo prácticamente a la totalidad de los países poscoloniales después de la Segunda Guerra Mundial. Para el autor, gran parte de las respuesta a estos interrogantes se encuentran en la personalidad política de Jawaharlal Nehru, un vástago de una familia patricia, educado en Gran Bretaña de 1905 a 1912, que, pese a sus convicciones radicales, cuando llegó su momento como primer ministro del país, optó por la integración y la conciliación. Porque en los instantes o fases críticas y encrucijadas políticas, en particular relacionadas con sus discrepancias con Gandhi y pese a sus simpatías con el ala izquierdista del partido, Nehru siempre antes y después de 1947, antepuso el nacionalismo integrador a cualquier otra opción ideológica.
Nehru, un laico confeso, por encima de todo actuó como “la figura unificadora del país”, ejerció de vínculo entre las clases medias y el pueblo llano, convirtió a individuos muy distintos en conciudadanos al liberarlos de las disputas identitarias, proteger la pluralidad y los derechos de las minorías étnicas, culturales y religiosasDurante el proceso anterior a la emancipación, en el que pasó un total de diez años de prisión en distintos períodos de encarcelamiento por acciones no violentas y desobediencia civil, ya se había consagrado como uno de los grande hombres de la casa madre del nacionalismo indio, el Partido del Congreso, sólo por debajo en categoría política del astuto Gandhi, considerado por la población un hombre santo. Asesinado éste por un fanático hindú en 1948, Nehru lo relevó en la condición de padre de la patria, reinventando la India desde su tradición pero, debe subrayarse este aspecto, con la vista puesta en el futuro, nunca en el pasado. Por sus orígenes, formación y convicciones Jawaharlal Nehru fue el “hombre de Estado que personificaba el maridaje entre la formación política británica, el refinamiento estético musulmán y la tolerancia cultural hindú”. Los cuatro pilares básicos de su legado lo constituyeron la creación de instituciones democráticas, el secularismo panindio, la economía socialista (o más propiamente, estatalista) y la política exterior de no alineamiento. Frente a las tentaciones dictatoriales de la época postcolonial, Nehru veló por la división de poderes, mantuvo y fomentó las prácticas democráticas y respetó la distribución territorial del poder. Pero el sustrato de la democracia, el pueblo, fue lo fundamental. Nehru, un laico confeso, por encima de todo actuó como “la figura unificadora del país”, ejerció de vínculo entre las clases medias y el pueblo llano, convirtió a individuos muy distintos en conciudadanos al liberarlos de las disputas identitarias, proteger la pluralidad y los derechos de las minorías étnicas, culturales y religiosas (lo que curiosamente conduciría ulteriormente al efecto no deseado del actual multiculturalismo fragmentador).
La vertiente visionaria de Nehru impulsó las infraestructuras industriales y, muy crucialmente, intelectuales que han colocado a la India en la avanzada posición que hoy ocupa en el panorama científico-tecnológicoLos errores fundamentales los cometió en relación con la política económica, deudora de prejuicios anticapitalistas, fruto de sus concepciones antiimperialistas, de su fervor socialista y de la admiración por el efecto modernizador inicial del experimento soviético. El resultado del estatismo, la autosuficiencia y la planificación fue nefasto al provocar la ineficacia del sistema, la corrupción masiva, el estancamiento y la consiguiente perpetuación de la pobreza durante tres décadas. Paradójicamente lo positivo es que ese modelo impuso una pauta de cambios sociales pacíficos y que la vertiente visionaria del estadista impulsó las infraestructuras industriales y, muy crucialmente, intelectuales que han colocado a la India en la avanzada posición que hoy ocupa en el panorama científico-tecnológico. En cuanto a la política de no alineamiento de Nehru, se conservó al dignidad de la nación y fomentó el prestigio internacional, aunque no supuso ningún beneficio concreto para el pueblo. La amena biografía de Nehru elaborada por Shashi Tharoor no pretende aportar novedades ni descubrir ningún aspecto oculto, se basa en la bibliografía conocida, en los textos del estadista y en conversaciones con personajes que le trataron. Sin embargo, tiene un notable interés porque el análisis del legado de Nehru se efectúa desde la perspectiva del siglo XXI, cuando la India ha experimentado una extraordinaria transformación, panorámica que brinda una visión original e instructiva de la historia del país desde principios del siglo XX.
Por Rogelio López Blanco, miércoles, 01 de abril de 2009
La India ha venido ocupando cada vez más la atención internacional y está llamada a desempeñar una posición preeminente en el concierto mundial. Este rango tiene una historia detrás que se origina en su fundación como país independiente y durante las tres siguientes décadas. Si en la emancipación de 1947 la figura central fue el Mahatma Gandhi, en la configuración del país que ha llegado a nuestros días la intervención fundamental ha corrido a cargo de una de las figuras más sobresalientes del siglo XX, Jawaharlal Nehru (1889-1964). Con todos sus aciertos y errores, que no fueron ni pocos ni escasos en magnitud, el sucesor de Gandhi logró que su país mantuviera la unidad y llegara al siglo XXI siendo la mayor democracia del mundo.
Son estas dos características, pues, las que llaman poderosamente la atención en la historia de la India desde su independencia. La primera plantea la cuestión de cómo un país tan diverso, cruzado por complejas y multiformes líneas de fractura, religiosas, étnicas, linguísticas, de rango social (castas) y de clase, ha sido capaz de mantenerse unido, sobre todo después del trauma de la independencia y la partición de Pakistán en 1947, fenómeno marcado por grandes matanzas y masivos desplazamientos de población. En estrecha relación con el proceso anterior, el segundo factor que fascina es la pervivencia del sistema democrático durante todos estos años (con la salvedad del estado de excepción decretado en 1975-77 por Indira, la hija de Nehru), cuando la pobreza y al analfabetismo se enseñoreaban del país y la tentación dictatorial fue el polo magnético que atrajo prácticamente a la totalidad de los países poscoloniales después de la Segunda Guerra Mundial. Para el autor, gran parte de las respuesta a estos interrogantes se encuentran en la personalidad política de Jawaharlal Nehru, un vástago de una familia patricia, educado en Gran Bretaña de 1905 a 1912, que, pese a sus convicciones radicales, cuando llegó su momento como primer ministro del país, optó por la integración y la conciliación. Porque en los instantes o fases críticas y encrucijadas políticas, en particular relacionadas con sus discrepancias con Gandhi y pese a sus simpatías con el ala izquierdista del partido, Nehru siempre antes y después de 1947, antepuso el nacionalismo integrador a cualquier otra opción ideológica.
Nehru, un laico confeso, por encima de todo actuó como “la figura unificadora del país”, ejerció de vínculo entre las clases medias y el pueblo llano, convirtió a individuos muy distintos en conciudadanos al liberarlos de las disputas identitarias, proteger la pluralidad y los derechos de las minorías étnicas, culturales y religiosasDurante el proceso anterior a la emancipación, en el que pasó un total de diez años de prisión en distintos períodos de encarcelamiento por acciones no violentas y desobediencia civil, ya se había consagrado como uno de los grande hombres de la casa madre del nacionalismo indio, el Partido del Congreso, sólo por debajo en categoría política del astuto Gandhi, considerado por la población un hombre santo. Asesinado éste por un fanático hindú en 1948, Nehru lo relevó en la condición de padre de la patria, reinventando la India desde su tradición pero, debe subrayarse este aspecto, con la vista puesta en el futuro, nunca en el pasado. Por sus orígenes, formación y convicciones Jawaharlal Nehru fue el “hombre de Estado que personificaba el maridaje entre la formación política británica, el refinamiento estético musulmán y la tolerancia cultural hindú”. Los cuatro pilares básicos de su legado lo constituyeron la creación de instituciones democráticas, el secularismo panindio, la economía socialista (o más propiamente, estatalista) y la política exterior de no alineamiento. Frente a las tentaciones dictatoriales de la época postcolonial, Nehru veló por la división de poderes, mantuvo y fomentó las prácticas democráticas y respetó la distribución territorial del poder. Pero el sustrato de la democracia, el pueblo, fue lo fundamental. Nehru, un laico confeso, por encima de todo actuó como “la figura unificadora del país”, ejerció de vínculo entre las clases medias y el pueblo llano, convirtió a individuos muy distintos en conciudadanos al liberarlos de las disputas identitarias, proteger la pluralidad y los derechos de las minorías étnicas, culturales y religiosas (lo que curiosamente conduciría ulteriormente al efecto no deseado del actual multiculturalismo fragmentador).
La vertiente visionaria de Nehru impulsó las infraestructuras industriales y, muy crucialmente, intelectuales que han colocado a la India en la avanzada posición que hoy ocupa en el panorama científico-tecnológicoLos errores fundamentales los cometió en relación con la política económica, deudora de prejuicios anticapitalistas, fruto de sus concepciones antiimperialistas, de su fervor socialista y de la admiración por el efecto modernizador inicial del experimento soviético. El resultado del estatismo, la autosuficiencia y la planificación fue nefasto al provocar la ineficacia del sistema, la corrupción masiva, el estancamiento y la consiguiente perpetuación de la pobreza durante tres décadas. Paradójicamente lo positivo es que ese modelo impuso una pauta de cambios sociales pacíficos y que la vertiente visionaria del estadista impulsó las infraestructuras industriales y, muy crucialmente, intelectuales que han colocado a la India en la avanzada posición que hoy ocupa en el panorama científico-tecnológico. En cuanto a la política de no alineamiento de Nehru, se conservó al dignidad de la nación y fomentó el prestigio internacional, aunque no supuso ningún beneficio concreto para el pueblo. La amena biografía de Nehru elaborada por Shashi Tharoor no pretende aportar novedades ni descubrir ningún aspecto oculto, se basa en la bibliografía conocida, en los textos del estadista y en conversaciones con personajes que le trataron. Sin embargo, tiene un notable interés porque el análisis del legado de Nehru se efectúa desde la perspectiva del siglo XXI, cuando la India ha experimentado una extraordinaria transformación, panorámica que brinda una visión original e instructiva de la historia del país desde principios del siglo XX.
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