Largo Caballero: el Lenin español
Juan Francisco Fuentes
Síntesis. Madrid, 2005. 432 páginas, 2350 euros
La figura de Francisco Largo Caballero (Madrid, 1869- París, 1946) aparece ligada, en la imagen que muchos han forjado a través de la memoria o de la lectura, al calificativo de “Lenin español”, que sugiere una identificación profunda con la revolución soviética, especialmente durante los críticos años de la guerra civil.El autor ha utilizado ese calificativo como elemento identificador del personaje, pero ha insistido en el carácter relativamente efímero que esa denominación tuvo, ha modificado sensiblemente la cronología de su utilización y, en definitiva, ha señalado la impropiedad de esa etiqueta para dar cuenta cabal de quien fue su biografiado.En realidad, Francisco Largo Caballero fue un socialista de larga trayectoria, pues ingresó en el partido en 1893 y llegó a su comité nacional en 1899. Se inició allí una carrera política que tuvo su primer hito importante en la huelga general de 1917, que le valió una prisión de nueve meses en compañía de Saborit, Anguiano y Besteiro. Salió de allí porque fue elegido diputado y, al proclamarse la segunda República, fue ministro de Trabajo en los gobiernos que se sucedieron hasta septiembre de 1933.Desencadenada la guerra, fue jefe de Gobierno desde primeros de septiembre de 1936 hasta mediados de mayo de 1937 y, terminado el conflicto, se exiliaría a Francia, en donde fue detenido por la Gestapo, en 1943, y conducido al campo de concentración de Oranienburg. Allí le liberarían los rusos en la primavera de 1945, pero no le permitieron volver a París hasta finales del verano, para morir en la capital francesa en la primavera siguiente. Sus restos fueron trasladados a Madrid, siguiendo sus indicaciones terminantes: “quiero volver a España, aunque sea muerto”.Los escritos que dejó tuvieron una edición muy deficiente -y alguna vez malintencionada- aunque instituciones culturales socialistas se han hecho cargo, en los últimos años, de la edición de sus obras completas y de la correspondencia de sus años de guerra y exilio. Su figura histórica, aunque presente en todos los estudios relacionados con la España de los primera mitad del siglo XX, no había recibido una atención adecuada, salvo en los valiosos estudios de Aróstegui, en la edición de textos de Santos Juliá y en algunos trabajos de divulgación procedentes de entidades socialistas.Juan Francisco Fuentes tiene el mérito de haber propuesto un Largo Caballero completo, con una excelente movilización de literatura histórica y el conocimiento profundo de una documentación que, por lo demás, no es precisamente abrumadora. De ella surge un personaje que representa, de la forma más acabada, un socialismo obrerista alejado de las posiciones, más “políticas”, de un Indalecio Prieto con el que mantendría una rivalidad permanente desde que, en la época de Primo de Rivera, se discutió la conveniencia de que los socialistas colaborasen con las instituciones de la Dictadura, que fue el parecer de Largo.Con todo, el argumento de mayor peso del libro es el de adelantar el “giro bolchevique” (comillas del autor) de Largo a comienzos del verano de 1933 y situar en la campaña electoral del otoño siguiente la acuñación de la imagen de un “Lenin español” que sería expresión de una actitud política que habría que situar entre el jacobinismo o la opción abierta por una revolución que desbordaría al régimen republicano. La interpretación de Fuentes dejará, sin duda, la puerta abierta al debate sobre el significado de esa actitud y, por extensión, sobre el comportamiento del PSOE en aquellos años. Un debate que aún sigue más abierto que nunca.El libro forma parte de una nueva colección -“Nuestro ayer”- que dirige Rafael Núñez Florencio y trata de hacer llegar una divulgación de alta calidad científica y literaria a los lectores amantes de la historia. Este volumen, que ha aparecido a la vez que una biografía de Alejandro Lerroux en la que álvarez Junco adapta a las características de la colección su imponente trabajo de 1990, alcanza todos esos objetivos sobradamente.
Octavio RUIZ-MANJÓN
Octavio RUIZ-MANJÓN
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