sábado, 1 de mayo de 2010

Memoria de Largo Caballero en Sachsenhausen - 2009

LA VANGUARDIA
Rafael Polch
Memoria de Largo Caballero en Sachsenhausen
El presidente del gobierno republicano tenía 74 años cuando, en 1943, ingresó en el campo nazi más próximo a Berlín. Pasó sus dos años de cautiverio en la enfermería

Se estima que casi doscientos presos españoles, de los 8.000 internados en campos nazis, pasaron por el de Sachsenhausen, donde el martes la embajada española colocó una placa en su memoria. El socialista Francisco Largo Caballero (1869-1946), uno de los líderes más notables de la izquierda española en los años veinte, treinta y cuarenta del siglo XX, ministro y presidente del gobierno de la II República, fue seguramente el preso más notable de aquel campo, próximo a Berlín. ¿Cómo sobrevivió a sus 74 años, tan penosa experiencia?. ¿Por qué no fue extraditado a la España de Franco por los nazis, como lo fueron tantos otros antifascistas españoles?.

Largo Caballero (a la derecha) en París, tras su salida del campo de concentración de Sachsenhausen (1945) / Fundación Francisco Largo Caballero
"Quizá para los nazis fuera un rehén" aventura Günther Morsch, uno de los historiadores alemanes vinculados al memorial de Sachsenhausen, que confiesa carecer de pistas al respecto. La simple explicación es otra: Franco no se lo pidió a los nazis, y Largo, que falleció a un año de su salida de Sachsenhausen, pasó sus dos años allá en la enfermería, beneficiado por el apoyo de sus compañeros de infortunio. El dictador español había solicitado y obtenido de Francia las extradiciones de republicanos como Lluis Companys y Julian Zugazagoitia, en 1940. Ambos fueron deportados a España y fusilados. A través del fiscal Blas Pérez González, Franco también solicitó la extradicción de Largo Caballero, así como la de Federica Montseny, a la Francia de Vichy, pero el Mariscal Petain se la negó. En sus "notas históricas de la guerra de España", el propio Largo Caballero comenta que con aquella negativa Petain, en el fondo, le hizo un favor a Franco. "Si me hubieran entregado, Franco me habría hecho fusilar, lo que podría haberse vuelto en su contra", pone en su boca el biógrafo de Largo Caballero, Julio Aróstegui, que cita de memoria. Según Aróstegui, tras las peticiones de extradición a Vichy que cursaba Madrid, "estaba, naturalmente, Serrano Súñer". De la reclusión y confinamiento en la Francia de Petain, Largo Caballero pasó a ser detenido por la Gestapo, en febrero de 1943. Largo explica en sus escritos autobiográficos que fue llevado a Lyon donde fue interrogado personalmente "por el jefe de la Gestapo en la ciudad", que seguramente era el siniestro Klaus Barbie. Largo Caballero lo describe como rubio y bien parecido. De Lyon pasó a París, y de la capital fue llevado al campo de concentración de los alrededores de Berlín a finales de 1943. La reclusión en Sachsenhausen evitó muchos problemas a Franco, que pudo pensar que Largo Caballero, que era muy mayor, sucumbiría allá. Franco nunca solicitó la extradicción de Largo Caballero a los alemanes, como había hecho con los franceses. Entre 1940 y 1943 hay un mundo de diferencia: en 1943 la guerra estaba perdida para Alemania. "A Franco, que era de todo menos tonto, le venía bien no menear el asunto". Largo Caballero escribió una detallada memoria sobre su reclusión en Sachsenhausen, que envió al Ministro del Interior de Francia tras la liberación. "En ella habla de malos tratos, de exterminio, de presos que morían por falta de tratamiento médico, pero reconoce que se le trató con extrema cautela", dice Aróstegui. "Lo tuvieron en la enfermería la mayor parte del tiempo". Cuando se supo de su llegada, los presos españoles de Sachsenhausen se unieron en su ayuda. Largo Caballero tenía entonces 74 años y su salud era quebradiza. En su confinamiento francés, cerca de Albi, había sufrido un desafortunado accidente al caerse por la trampilla de un desván y romperse la cadera. Cuando llegó a Sachsenhausen estaba cojo, y, además, tenía problemas de corazón. Un preso de Lleida que trabajaba en las cocinas, llamado Josep Carabasa, le ayudó mucho, explica la historiadora Rosa Torán, Presidenta de la asociación "Amical de Mauthausen". Pese a esa circunstancia, que Largo Caballero sobreviviera al campo tuvo algo de prodigio. En abril de 1945, ante la inminencia de la llegada de los soviéticos, los nazis evacuaron a 30.000 prisioneros de Sachsenhausen hacia el oeste de Alemania. Entre ellos estaba Francisco Largo Caballero. Marchaban a pie, pero el veterano socialista español, cojo y maltrecho, no podía aguantar la marcha, se sentó en el camino y dijo que allí se quedaba. En sus memorias explica que los soldados de la escolta dispararon, pero fallaron. Por eso sobrevivió. Pocos días después, cuando las tropas polacas del ejército soviético habían liberado el campo, Largo Caballero aparece posando, flaco y con su uniforme de rayas, junto a dos oficiales polacos y dos presos. Los soviéticos lo retuvieron en Berlín hasta septiembre y le pusieron como "cuidador" y acompañante a José Uribes, un comunista español exiliado en la URSS, explica Aróstegui. Largo Caballero narró que los rusos le trataron estupendamente pero que no le dejaban marchar de Berlín, sin explicar por qué. El motivo, dice su biógrafo, era, probablemente, la sesión de las Cortes españolas celebradas aquel otoño en México bajo Negrín. El PCE no quería que Largo asistiera a aquello. Entre septiembre de 1945 y su muerte, el 23 de marzo de 1946, el ex Presidente del gobierno español desempeñó una enorme actividad en París. Las fotos de la Fundación Largo Caballero lo muestran en aquella ciudad, con aspecto saludable y acompañado de su hija Carmen. Según Torán, Carmen se encontraba en Londres cuando su padre fue detenido en Francia por la Gestapo. Ella fue la que advirtió a la BBC, que radió la noticia, lo que contribuyó a preservar su vida en Sachsenhausen. El entierro del socialista español en París, en el cementerio de Père Lachaise, frente a los mártires de la Comuna, fue multitudinario. En abril de 1978, sus restos fueron trasladados a Madrid, en un acto al que acudieron medio millón de personas.

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