La vida del estadista alemán y premio Nobel de la Paz fue de importancia capital para el desarrollo de la República Federal de Alemania. El verdadero nombre de Brandt era Herbert Karl Frahm. Nació en Lübeck el 18 de diciembre de 1913, hijo ilegítimo y se afiló a las Juventudes Socialistas con 16 años.
En 1933 adoptó el nombre de Willy Brandt y huyó a Noruega para escapar de la persecución por parte de los nazis, a quienes se oponía abiertamente. Al terminar la Guerra Mundial regresó a Alemania e ingresó en el Partido Socialdemócrata (SPD).
Nuevos caminos
En 1969 se convirtió en el primer socialdemócrata en encabezar un gobierno en la Alemania de la postguerra, destacándose en especial la política de distensión que propagó en plena Guerra Fría hacia el bloque de países socialistas.
Esa política, conocida como ‘Ostpolitik’, condujo a la firma de acuerdos de no agresión entre Alemania Occidental, la URSS y Polonia en 1970.
La imagen de un canciller hincado ante el monumento para los judíos asesinado por los nazis en el ghetto de Varsovia (un gesto completamente espontaneo) dio la vuelta al mundo y ayudó a crear la imagen de una Alemania, dispuesta a reconciliarse con sus vecinos y a integrarse plenamente en la comunidad de naciones.
En 1971 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, por su papel en la definición de la política de Alemania Occidental hacia la Alemania Oriental.
Tuvo que renunciar como canciller alemán en 1974 al descubrirse que uno de sus más estrechos colaboradores era un espía al servicio de Alemania Oriental. Nadie pensó que Brandt fuera un espía, ni que conociera la condición de su empleado, pero asumió su error de confiar en alguien en quien no se podía confiar.
Vida ejemplar
Incansable como fue, siguió activo y dirigió la ‘Comisión Norte-Sur’, preparó junto con el canciller austríaco, Bruno Kreisky, un plan de paz para el Medio Oriente, se entrevistó con Yassir Arafat, lo mismo que con Fidel Castro, Deng Xiaoping y Michail Gorbatschow. En 1979 asumió la presidencia de la Internacional Socialista, cargo que ejerció hasta su muerte en 1992.
"Fue un hombre que demostró que la política no perjudica el carácter", dijo una vez su compañero político Egon Bahr.
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