FELICIANO FIDALGO, - París - 16/02/1983
Durante el último fin de semana, cerca de 400 celebridades del planeta de la creación, pertenecientes a todos los países más o menos importantes del globo, fueron reunidos en París por los responsables del socialismo a la francesa. En un multicoloquio, bautizado por el ministro de Cultura, Jack Lang, La creación y el desarrollo, esta especie de internacional de la inteligencia, reunida en la histórica universidad de La Soborna, discurrió, más o menos alborotadamente, sobre las posibilidades de la incidencia de la cultura en la búsqueda de una solución de la crisis económico-social que azota al mundo presente.El presidente de la República, François Mitterrand, pronunció un discurso sobre el tema. Ningún resultado concluyó el certamen y, mientras unos celebran el hecho, es decir, la reunión en sí, otros se burlan.
Artistas de cine, como la Italiana Sofía Loren; directores teatrales o cinematográficos, como el italiano Giorgio Strehler y el norteamericano Coppola; economistas de talla universal, como Galbralth; escritores como William Styron, Susan Sontag, Mary MeCarthy, Norman Mailer, Graham Greene y muchos otros. Primeras figuras de todos los continentes y de todas las manifestaciones del que hacer más específicamente creador, durante unas horas, en La Soborna, invitados por el ministro galo de la Cultura, Lang, improvisaron, o teorizaron, para afrontar el tema genérico de la reunión: ¿Cómo ven los hombres y las mujeres del arte la eventual solución de la crisis económica del mundo? Es de anotar que la URSS no estaba representada porque las "cinco personalidades independientes invitadas no asistieron". Estuvieron los españoles José Vidal Beneyto, comunicólogo; Ricardo Bofill, arquitecto; Luis de Pablo, músico; José Luis Sampedro, economista y escritor; José Antonio Maravall, historiador, y Eduardo Arroyo, pintor.
Para tan poco tiempo, el tema era amplio. Parece ser que en algo coincidieron la mayoría de los artistas de la Soborna: que los economistas liberales han fracasado, y que hay que buscar otras soluciones. Como lo diría la filosofía del socialismo a la francesa, es cuestión de una "tercera vía", ni dirigista, ni liberal. Queda por realizar el empeño. El consejero de Mitterrand, Jacques Attali, reconoció que, por ahora, los representantes del arte no ofrecen soluciones, sino que, en el mejor de los casos, "confrontan sus dudas".
Mitterrand, en su discurso de cierre, antes de invitar a sus huéspedes a almorzar al Palacio del Elíseo, vino a decir que la tecnología y la economía han adelantado a la cultura. Y, para salir de la crisis actual, es necesario superar ese retraso. "La innovación es un deber", "la creación es un factor de desarrollo", "el liberalismo y el dirigismo de estado no hacen más que repetir, sin fin, las nociones marchitas del siglo pasado". Pero, al margen de estas frases-mimbres de la "tercera vía" del mitterrandismo, el presidente hizo la apología de lo que ha sido el diablo de la temática progresista francesa, al rehabilitar "las industrias de la cultura, que son industrias de futuro. Invertir en la cultura es invertir en la economía".
Esta cumbre artística se perfila como el precedente de los estados federales de la cultura que, en 1984, proyecta celebrar el Gobierno francés en París, reuniendo a los representantes gubernamentales de la Cultura de todos los países del mundo. Nunca se habían visto tantos , genios" juntos, de tan distintos países y razas. El ministro Lang, como algunos de sus invitados, estimó que sólo esto, la mezcla de tantas personas diferentes que, en muchos casos, jamás se habían visto, ya es un hecho "fecundo". Alguien le preguntó a Mitterrand por la utilidad de la reunión, y el presidente respondió: "Juzgue usted".
En Francia, el acontecimiento no ha sido valorado como lo deseaban sus iniciadores. Una mayoría de la inteligencia gala aborrece todas las derivaciones del lema mitterrandista, "nuestro proyecto político es, sobre todo, un proyecto cultural". Y el cónclave de la Soborna, para dichos intelectuales, "olía" a eso.
En general, los medios informativos tampoco se han entusiasmado. Varios comentaristas favorables al Gobierno socialista se preguntan si la "misa mayor" de la cultura ha dado algo más que palabras. Otros califican de ridículo el que el Gobierno de hoy imite el "Estado espectáculo" que él mismo denunciaba cuando estaba en la oposición para criticar la vanidad giscardiana.
Artistas de cine, como la Italiana Sofía Loren; directores teatrales o cinematográficos, como el italiano Giorgio Strehler y el norteamericano Coppola; economistas de talla universal, como Galbralth; escritores como William Styron, Susan Sontag, Mary MeCarthy, Norman Mailer, Graham Greene y muchos otros. Primeras figuras de todos los continentes y de todas las manifestaciones del que hacer más específicamente creador, durante unas horas, en La Soborna, invitados por el ministro galo de la Cultura, Lang, improvisaron, o teorizaron, para afrontar el tema genérico de la reunión: ¿Cómo ven los hombres y las mujeres del arte la eventual solución de la crisis económica del mundo? Es de anotar que la URSS no estaba representada porque las "cinco personalidades independientes invitadas no asistieron". Estuvieron los españoles José Vidal Beneyto, comunicólogo; Ricardo Bofill, arquitecto; Luis de Pablo, músico; José Luis Sampedro, economista y escritor; José Antonio Maravall, historiador, y Eduardo Arroyo, pintor.
Para tan poco tiempo, el tema era amplio. Parece ser que en algo coincidieron la mayoría de los artistas de la Soborna: que los economistas liberales han fracasado, y que hay que buscar otras soluciones. Como lo diría la filosofía del socialismo a la francesa, es cuestión de una "tercera vía", ni dirigista, ni liberal. Queda por realizar el empeño. El consejero de Mitterrand, Jacques Attali, reconoció que, por ahora, los representantes del arte no ofrecen soluciones, sino que, en el mejor de los casos, "confrontan sus dudas".
Mitterrand, en su discurso de cierre, antes de invitar a sus huéspedes a almorzar al Palacio del Elíseo, vino a decir que la tecnología y la economía han adelantado a la cultura. Y, para salir de la crisis actual, es necesario superar ese retraso. "La innovación es un deber", "la creación es un factor de desarrollo", "el liberalismo y el dirigismo de estado no hacen más que repetir, sin fin, las nociones marchitas del siglo pasado". Pero, al margen de estas frases-mimbres de la "tercera vía" del mitterrandismo, el presidente hizo la apología de lo que ha sido el diablo de la temática progresista francesa, al rehabilitar "las industrias de la cultura, que son industrias de futuro. Invertir en la cultura es invertir en la economía".
Esta cumbre artística se perfila como el precedente de los estados federales de la cultura que, en 1984, proyecta celebrar el Gobierno francés en París, reuniendo a los representantes gubernamentales de la Cultura de todos los países del mundo. Nunca se habían visto tantos , genios" juntos, de tan distintos países y razas. El ministro Lang, como algunos de sus invitados, estimó que sólo esto, la mezcla de tantas personas diferentes que, en muchos casos, jamás se habían visto, ya es un hecho "fecundo". Alguien le preguntó a Mitterrand por la utilidad de la reunión, y el presidente respondió: "Juzgue usted".
En Francia, el acontecimiento no ha sido valorado como lo deseaban sus iniciadores. Una mayoría de la inteligencia gala aborrece todas las derivaciones del lema mitterrandista, "nuestro proyecto político es, sobre todo, un proyecto cultural". Y el cónclave de la Soborna, para dichos intelectuales, "olía" a eso.
En general, los medios informativos tampoco se han entusiasmado. Varios comentaristas favorables al Gobierno socialista se preguntan si la "misa mayor" de la cultura ha dado algo más que palabras. Otros califican de ridículo el que el Gobierno de hoy imite el "Estado espectáculo" que él mismo denunciaba cuando estaba en la oposición para criticar la vanidad giscardiana.
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