sábado, 18 de abril de 2009

100 años de Satyagrara

LA JORNADA

Gustavo Iruegas
Satyagraha no se olvida
La semana pasada, los 192 estados miembros de las Naciones Unidas determinaron dedicar el 2 de octubre de cada año a preconizar la no violencia, y con ello promover una cultura de paz, seguridad, tolerancia y entendimiento.
Mohandas Karamchand Gandhi, renombrado también como Mahatma (Alma Grande), habría cumplido el próximo 2 de octubre 138 años. También en este año 2007 se cumplen cien años de que Gandhi inició en Sudáfrica, y continuó después en su patria, la lucha contra los colonialistas ingleses, que él mismo llamó Satyagraha, una modalidad de la resistencia pacífica que descansa conceptualmente en la fuerza de la verdad. El Congreso de India, presidido por Sonia Gandhi -viuda de Rajiv, nuera de Indira-, convocó a una Conferencia Internacional por la Paz, la No Violencia y el Empoderamiento: La Filosofía Gandhiana en el Siglo XXI, encuentro que, con este largo nombre, se realizó a finales de enero último en Nueva Delhi. Asistieron representaciones partidarias de 90 naciones (por México, una del PRD) y 122 organizaciones de la sociedad civil. Fueron los participantes en esta conferencia quienes tomaron la iniciativa de celebrar los 100 años de la Satyagraha como método de lucha y consagrar la fecha del nacimiento de Gandhi a la promoción de la no violencia. El gobierno de India llevó el proyecto a las Naciones Unidas e impulsó el apoyo internacional para la idea. Entre los respaldos que recibió estuvo el del gobierno legítimo de México, que actuó como parte interesada. La ministra del Exterior de India, Anand Sharma, promovió su aprobación por la Asamblea General y consiguió su aceptación unánime.
Mahatma Gandhi, un abogado formado en el University College de Londres, logró conformar su determinación de lucha con la motivación y la inspiración necesarias para alcanzar la victoria. La motivación le llegó directamente de la brutalidad policiaca y del ejército inglés, tanto en Sudáfrica como en India. La inspiración la encontró en antiguas tradiciones indias de no violencia y en pensadores como Henry David Thoreau, el estadunidense que apelaba a la desobediencia civil ante su gobierno por la persistencia de la esclavitud en su país y por la guerra de agresión de su gobierno contra México en 1847; y en Liev Tolstoi, el literato inconforme que buscó tenazmente los valores morales y sociales fundamentales, mismos que finalmente identificó como el amor a la humanidad y la resistencia al mal.
Quizá en nuestro medio la expresión "la fuerza de la verdad" pueda ser leída como "la fuerza de la razón" sin modificar profundamente el sentido de la idea. En nuestros días y nuestra tierra la verdad, siendo unívoca, está vulnerada por la perversión de aquellos encargados de transmitirla. Nos venden una verdad torcida y tortuosa que, mirada de cerca es siempre una mentira. Los dueños de la televisión dan a los ciudadanos en resistencia el trato de "intocables" que Gandhi aborrecía en su sociedad de castas y desvanecen en el espectro televisivo la noticia de la lucha. A ello se suma ahora la banca extranjera, que tanto dinero le ha sustraído al pueblo de México y cínicamente nos niega el servicio público al que se comprometió ("por así convenir a sus intereses"). Por sí o por encargo, esa banca mezquina y avarienta está determinada a hacer todo el daño posible al pueblo resistente. Por su parte, el usurpador, la oligarquía a la que sirve y el imperio al que obedece disponen de la información, del dinero y de las armas; pero la verdad está de nuestro lado y es muy poderosa. Nosotros tenemos la razón, instrumento formidable capaz de forzar el necesario cambio. La determinación y la tenacidad con que defendemos la verdad conforman a la vez la estrategia y el instrumento capaz de forzar, paso a paso, el necesario tránsito hacia una nueva república. La razón nos asiste, la verdad nos respalda y la ética nos guía.
Nos congratulamos por la decisión de la Asamblea General de consagrar un día a patrocinar la no violencia, porque es la manera en que nuestro movimiento ha decidido resistir la imposición, la explotación y la fuerza. Al mismo tiempo, celebramos que ese día sea el 2 de octubre, porque esa fecha está impresa en nuestra memoria y en nuestra conciencia para recordarnos la potente consigna del 68 universal: no tenemos la fuerza pero tenemos la razón. Ahora sabemos que tenemos también la fuerza de la razón.
Es evidente que no se trata de que la comunidad internacional se haya inspirado en esa fecha trágica de nuestra epopeya nacional para impulsar un método universal de lucha contra la opresión de los pueblos. Tampoco es una mera casualidad. Es, sí, una feliz coincidencia, porque vincula el aciago episodio de nuestra historia reciente con la actualidad de la resistencia pacífica que el pueblo de México hace al gobierno espurio, a la oligarquía extranjerizante y a la hegemonía imperial.
El día primero de julio estaremos celebrando en el Zócalo de la ciudad de México un año del triunfo electoral, recordando el despojo a la voluntad popular y dando una muestra de fuerza al gobierno espurio. Necesitamos la presencia y la participación de todos.
LA NACIÓN
La India hoy
Gandhi: la actualidad de un ícono
A cien años del inicio del movimiento de resistencia pacíficacon el que Gandhi lideró la lucha contra la dominación británica, la figura despojada del Mahatma vuelve a seducir a los jóvenes en un país moderno, en pleno auge económico y donde triunfa el consumismo
Domingo 1 de octubre de 2006
NUEVA DELHI .- El Museo Nacional Gandhi en Delhi tiene dos cosas memorables. La primera es una vitrina de vidrio que contiene un par de dientes de Mahatma Gandhi, un escarbadientes de marfil ("utilizado ocasionalmente por Gandhiji") junto con su dentadura postiza. Es algo emocionante para aquellos que se emocionan con reliquias dentales; un poco repelente para todos los demás.
La segunda es una cita del Mahatma pintada en un gran cartel junto a la entrada del museo, que describe la India de sus sueños.
"Trabajaré por una India en la que los más pobres sientan que éste es su país, donde su voz sea escuchada; una India en la que no haya clase alta ni clase baja; una India en la que todas las comunidades vivan en perfecta armonía", escribió en septiembre de 1931.
En esa India no habría lugar "para la maldición de ser intocable o la maldición de bebidas y drogas intoxicantes. Las mujeres tendrían los mismos derechos que los hombres".
Es una síntesis ajustada de todo lo que India hoy no es.
La total ausencia de visitas a este museo deprimente, con su luz fluorescente que zumba, su personal triste y sus paredes manchadas por la humedad, aumenta la impresión de que Mahatma Gandhi se ha convertido en alguien totalmente irrelevante para la India moderna.
No sorprende que Bill Gates fuera más votado que Gandhi como el "mayor ícono de nuestros tiempos" en una reciente encuesta de estudiantes de carreras empresarias y CEO realizada por el Economic Times.
Pero este mes el luchador por la libertad de pronto parece haberse puesto de moda nuevamente.
En momentos en que el resto del mundo recordaba a las víctimas del atentado contra el World Trade Center, el 11 de septiembre, la India celebró con poca bambolla el centenario del inicio del movimiento de resistencia no violenta de Gandhi, la satyagraha , para combatir el racismo en Sudáfrica, campaña que luego adaptó a la lucha contra el dominio británico de la India.
Para celebrar el aniversario, los depositarios de su legado están haciendo un esfuerzo concertado por presentarlo nuevamente como modelo para los jóvenes indios, actualizándolo y tratando de destilar los elementos de su ideología que no se perciben como demasiado arcaicos para los gustos modernos.
En ceremonias en todo el país, los políticos hacen declaraciones predeciblemente pías acerca de la importancia de adherir a los valores gandhianos ("El verdadero desafío es vivir a la altura de sus enseñanzas, decir lo que pensamos y pensar lo que decimos", señaló la presidenta del Partido del Congreso en el poder, Sonia Gandhi). Estas palabras fueron rápidamente olvidadas: lo que realmente entusiasmó fue una película india estrenada ese mismo día, que rápidamente se convirtió en un inesperado éxito de taquilla.
El film, Lage Raho Munnabhai ("Adelante Munnabhai") narra las desventuras de un gangster simpático, de Dubai, que trata de hacerse pasar por un profesor de estudios gandhianos para conquistar a una locutora de radio. El fantasma de Gandhi, invisible para todos excepto para él, comienza a perseguirlo, persuadiéndolo de que abandone el crimen y lleve una vida gandhiana. Pronto el matón está predicando el mensaje de la no violencia a sus confundidos asociados criminales.
El filme, con su sonido y sus danzas a lo Bollywood, logra presentar a Gandhi al gusto de los indios, y los cines se siguen llenando después de varias semanas.
El Partido del Congreso recomendó que todos los miembros del partido vean la película. Las autoridades de Delhi anunciaron que las entradas para la película se venderían libres de impuestos por su promoción de los valores gandhianos.
Los consejos prácticos del filme respecto de cómo aplicar la filosofía de Gandhi a los problemas modernos han encantado al público. ¿La mejor manera de lograr que un funcionario corrupto le pague su jubilación sin darle una coima? Quitarse la ropa en la oficina del funcionario y avergonzarlo hasta que se vea obligado a pagar. ¿Quiere que su vecino deje de escupir en la puerta de su casa? Limpie usted mismo su vereda.
El éxito del filme sorprendió incluso a su director, Rajkumar Hirani, que reconoce que dudaba de que en la India moderna una película sobre Gandhi pudiera ser viable comercialmente. "Estaba muy preocupado. La generación más joven apenas sabe quién es Gandhi y quienes sí saben piensan que es un ícono histórico aburrido", dijo.
Savita Singh, directora del segundo mayor museo de Gandhi en Delhi, Gandhi Smriti, instalado en la casa en la que fue asesinado, reconoce que a menudo la mirada de los niños en las escuelas se vuelve hostil cuando llega para hablarles de Gandhi. "Puedo ver por sus rostros que están pensando ´¡Ay no!, otra vez nos va a hablar sobre Gandhi", dijo.
La conciencia de este creciente rechazo fue uno de los motivos para un rediseño radical y peculiar en el museo, que ha introducido una colección confusa de aparatos multimedia con la esperanza de atraer un mayor interés.
Los visitantes se enfrentan con un enredo de caleidoscopios, instalaciones de video y ruecas de alta tecnología, que proyectan fotos de Gandhi en el techo. Todo lo que uno toca se enciende y emite música espiritual; inmensos retratos de Gandhi muestran videos de su vida a través de sus ojos; una gran urna emite nubes de vapor de agua que burbujea a su interior y salen rayos de luz azul que deletrean las palabras "Sé Honesto".
"El mensaje de Gandhi era que la ´verdad es buena ", explica un guía a un grupo de turistas japoneses. El resultado es una pesadilla de frases huecas y nada sustancial.
Pero el experimento, con su torpe intento de apelar a una nueva generación sofisticada, que domina la computación, revela una profunda ansiedad de parte de sus organizadores. ¿Cómo va a resultar relevante un hombre que creía en la supremacía de la aldea, que rechazaba la revolución industrial, desconfiaba del automóvil y renunciaba a las posesiones materiales, en la India moderna, que es el mercado de más rápido crecimiento de la telefonía celular en el mundo, en medio de un boom industrial en el que se adora los automóviles y en el que la población rural abandona el campo para concentrarse en las grandes ciudades?
Entre los herederos de Gandhi hay escasas esperanzas de que el afecto nostálgico sea duradero. "Gandhi se ha vuelto especialmente irrelevante para la gente joven urbana y en ascenso, esclavizada por las marcas y las modas materialistas", observó Tushar Gandhi, el bisnieto del Mahatma. "Una película no va a cambiar esto. Necesitamos trabajar más duro para llevar su mensaje a las masas".
Por Amelia Gentleman
Traducción: Gabriel Zadunaisky
International Herald Tribune y LA NACION

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