jueves, 26 de marzo de 2009

El socialismo humanista de Enrique Miret


EL PAÍS

ENTREVISTA
El socialismo humanista es el mejor camino para el futuro del español
Nuevo libro de Miret Magdalena
JOSE F. BEAUMONT 19/05/1976
España, destino: el socialismo es el último libro -próximo a aparecer- de Enrique Miret Magdalena. En él se defiende el socialismo humanista como el mejor camino para, construir una sociedad española más justa, más libre y más humana. Católico de izquierdas -«como yo me titularía si se pudiera titular así»-, seglar, profesor de Etica en el Instituto Universitario de Teología de Madrid, ha publicado ya una docena de libros sobre temas de actualidad moral y religiosa, en un infatigable intento de aportar, desde la posición de intelectual comprometido con su fe, claridad y orden a los fenómenos religiosos, políticos y sociales. Sin desviarse de una perspectiva abierta y pluralista, el señor Miret ha situado estos fenómenos en la actualidad.
-Señor Miret, ¿cuál es el camino hacia ese futuro socialista?-El camino es difícil, debido a la barrera institucional del poder establecido y, sobre todo, a las motivaciones egoístas de las masas. A la vez que la estructuración del socialismo habría que conseguir un cambio en las actitudes de los españoles, para entender y secundar el nuevo fenómeno. Si la Iglesia quiere perdurar en el futuro, no tendrá más remedio que romper muchas de las estructuras institucionales de tipo burocrático y ser mucho más un movimiento vital con tadas las características plurales necesarias para incluir a todos los grupos cristianos, a pesar de sus diferentes orientaciones.
-Al hacer este pronóstico de futuro, ¿cuenta usted con cambios reales en las estructuras religiosas y sociales en la España postfranquista?
-Aunque el cambio venía operándose poco a poco, en estos breves meses desde la muerte de Franco - hemos pasado de una situación de dictadura a otra situación, no muy distinta de la anterior, pero por lo menos de cierta tolerancia. Esto se ha notado también en el aspecto religioso. Por ejemplo, se han permitido reuniones de cristianos para el socialismo, grupo de cristianos influidos por la ideología marxista que pretenden una transformación radical de las estructuras sociales e incluso políticas del país. En una perspectiva más general, hay que destacar, respecto a la educación y religión de la postguerra, el aspecto político-patriótico, la educación sexual y el aspecto social. Respecto al tema patriótico, en los catecismos se tenía una confusión total en cuanto a los valores religiosos y profanos, hasta el punto de decir que no se podía ser patriota ni español si no se era católico. En el plano político, en uno de esos catecismos se dice que el Estado español es el estado totalitario cristiano, lo cual se justificaba añadiendo que todas las cosas venían de la autoridad civil y de la religiosa al mismo tiempo.
En cuanto al problema sexual, estamos tratando de salir de esos conceptos decimonónicos de la moralidad y del sexo. El maniqueísmo sexual era exasperante en algunos ambientes, como, por ejemplo, en una playa de Santander, dividida en dos sectores, una para católicos y otra para civiles. En la de los católicos existía, a su vez, una subdivisión por sexos. A una parte, las mujeres, y a otra, los hombres. Este tipo de prejuicios han impedido una sana educación. En el aspecto social se está cambiando en el sentido de que los problemas, por ejemplo, de insuficiencia de recursos se tienden a resolver por justicia y no ya por paternalismo.
Influencia
-En esta fase de transición, ¿cuáles pueden ser las relaciones entre religión y política?-En este nuevo período se está abandonando progresivamente la política clericalista. La Iglesia ya no puede pretender ningún triunfo en conexión con la política. Lo que va a decidir la estructura humana de la Iglesia en España en los próximo tiempos va a ser precisamente su no intervención en la política. La sociedad española, e incluso el Gobierno, se han despreocupado de los temas que afectan a la religión. La Iglesia ya no tiene en la actualidad esa gran influencia que tuvo en otros tiempos. Un punto crítico actual en estas relaciones es el del concordato. Ni el Gobierno ni la Iglesia, ni la izquierda ni la derecha, están de acuerdo con el concordato de 1953, porque ya no sirve ni para establecer las relaciones más fundamentales. Lo justo sería, la mutua independencia plena Iglesia-Esiado, en donde la Iglesia, sin ningún privilegio, se acogiese a la legislación civil para todo. Ello le daría mayor libertad de movimiento y una imagen más accesible al pueblo, sobre todo a la hora de enjuiciar cualquier problema, grave de tipo social en el país.
Política
-La Iglesia sigue siendo un terreno muy codiciado por ciertas tendencias políticas, ¿en qué medida estos grupos se apoyan en su condición de católicos o cristianos para desarrollar su política?-La ultraderecha sigue el mismo esquema que hemos vivido durante estos últimos años, un proceso histórico de siglos, es decir, ese nacionalcatolicismo cerrado que no distingue entre los campos religioso y político. Por suerte, las altas esferas de la Jerarquía española ya no están en esa línea, aunque todavía no hayan comprendido el criterio de la independencia total. En cuanto a los católicos. que van hacia la izquierda, también pretenden una total separación de las mutuas dependencias. El campo religioso no debe invadir al profano. El cristianismo tiene una gran impronta sobre el mundo, pero nunca una impronta dominadora. No obstante, hoy tenemos el peligro de un clericalismo de izquierdas, promovido por las posturas de ideologías de izquierda que quieren dominar el mundo seglar o que buscan el apoyo concreto de la Iglesia.
En cuanto al proceso de la democracia cristiana, hay que decir que aunque esos grupos se fijan más en los valores humanos que en lo cristiano, el hecho de que lleven el nombre cristiano da lugar a confusión. El nombre cristiano ya no debe estar adscrito a ningún grupo político. Esta misma confusión podría venir también por parte de los cristianos por el socialismo.
-El matrimonio es una institución social muy arraigada en España, ¿tendemos hacia la plena admisión del matrimonio civil y, por consiguiente, del divorcio civil?
-La Iglesia, sobre todo a partir de Pío IX ha mantenido que el matrimonio Civil es un concubinato, pero hay muchos españoles católicos y no católicos que creen que tiene que llegar de una vez la situación del matrimonio civil. En los siete primeros siglos de la Iglesia no existía el matrimonio eclesiástico. En la actualidad la Iglesia podría caminar perfectamente por la misma dirección que en los primeros tiempos del cristianismo en lo que al matrimonio se refiere. En algunas diócesis francesas los obispos invitan a los católicos que quieren casarse y que no tienen una práctica de su fe fuertemente desarrollada, es decir, que son católicos sólo por estar bautizados, les invitan, digo, a que se casen sólo civilmente, y cuando tengan una inquietud religiosa, entonces que se casen por lo eclesiástico. Este antecedente nos puede servir de pauta.
Ante el divorcio
«Muy en conexión con el matrimonio civil está el problema del divorcio civil. Ha habido oposición en algunos sectores católicos, pero no hay más que pensar en lo que ha pasado en Italia, en donde, a pesar de la oposición de la Santa Sede, los católicos lo aprobaron. A la hora de discutir la actualidad del divorcio civil, se ha de tener presente la doctrina de los grandes teólogos juristas Soto, Vitoria... que mantenían que las leyes deben ir en consonancia con la convivencia social, pero no en el sentido de que tuviera que asimilar las normas de tipo católico, ni religiosas ni, morales. Si la mayoría de los ciudadanos quisieran el divorcio, los poderes públicos tendrían que concederlo, porque entonces el, divorcio sería un elemento de la convivencia humana.Otro problema es el de si él católico puede o no divorciarse. La Iglesia tendrá que considerar. su postura antidivorcista. Ella misma ya ha aceptado el divorcio en algunos casos. Sólo que quiere que no se generalice. Hay muchos teólogos y canonistas actuales que piensan que no existe absolutamente ningún inconveniente en que la autoridad eclesiástica, puesto que concede el divorcio en algunos casos, pudiera generalizar esa práctica.

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