martes, 17 de marzo de 2009

Vidas y Muertes de Luis Martín Santos, de José Lazaro




LA NUEVA ESPAÑA
12 de marzo de 2009
LUIS M. ALONSO


Retrato íntimo del autor de una novela rompedora
Escribe José Lázaro en su biografía de Luis Martín-Santos (1924-1964) que la palabra que mejor define al autor de Tiempo de silencio es «relámpago» por la rapidez con que vivió. «Como un relámpago atravesó la psiquiatría, la política, la literatura y la vida. Como un relámpago brilló de forma súbita, cruzó el firmamento y desapareció». Añade Lázaro para ilustrar la fugacidad de su personaje que los cronistas oficiales de la historia del PSOE, Carlos y José Martínez-Cobo, describen su paso por el partido con el siguiente enunciado: «Ejecutivo, al año de militancia». Y tiene su explicación. Como se cuenta en el libro, Luis Martín-Santos ingresó en el PSOE en 1957 y apenas un año más tarde había sido elegido miembro de la ejecutiva. En el tiempo que va de noviembre de 1958 a mayo de 1959 fue detenido y encarcelado dos veces. En 1960, dimitió formalmente de su cargo en la comisión ejecutiva. Al igual que lo era en otras facetas por la capacidad que tenía de deslumbrar a cuantos le rodeaban, el escritor y psiquiatra donostiarra podría haber sido el líder del socialismo español sin necesidad de que los socialistas tuviesen que recurrir al famoso «clan de la tortilla». Los militantes más veteranos, como es el caso de Ramón Rubial, solían asumir lo que decía el compañero Martín-Santos.
La peripecia de su paso por aquel partido clandestino que era el PSOE revela no sólo la fascinación y la seguridad en sí mismo que desprendía Luis Martín-Santos, sino lo fácilmente que se divertía con cualquier cosa. Por ejemplo, consciente de que lo podían detener, había ensayado una forma de comportarse en los interrogatorios de la Policía, que consistía en hacer del interrogador el interrogado. Su amigo el director de cine Mario Camus recuerda cómo el propio Martín-Santos le contaba que el turno de respuestas cambiaba después de la décima pregunta. Un día, sin embargo, decidió superarse negándolo todo delante del inspector que le interrogaba.
-¿Es usted socialista?
-No.
-¿Viajó usted a Vitoria para entrevistarse con Antonio Amat, alias Guridi?
-No.
-¿Cruzó usted la frontera con pasaporte falso?
-No.
Y así hasta catorce «noes» seguidos. Y en un momento dado, el policía, ya harto, le pregunta:
-Pero ¿es usted el doctor Martín-Santos?
Y sin pensarlo un segundo, Luis le responde:
-¡No!
Niño bien, antifranquista por estrictos criterios de libertad, fue un seguidor apasionado de Jean Paul Sartre. No por azar a uno de sus hijos lo bautizó Juan Pablo en homenaje al existencialista francés. Devoto de las conversaciones inteligentes, amigo de las noches de farra, arrogante y afectuoso, su muerte prematura, en un inexplicable accidente de carretera en Vitoria, sólo un año después del absurdo accidente doméstico que le costó la vida a su mujer, ha dejado el terreno sembrado de incógnitas sobre adónde podía haber llegado en la literatura. En cuanto a la política, tuvo tiempo de explicarse en vida.
Autor de una sola novela memorable –la segunda, Tiempo de destrucción, no la pudo acabar-, Martín-Santos urdió y plasmó en Tiempo de silencio un baile de máscaras que los especialistas han destripado durante años. Se trata de una obra rompedora, llena de recovecos, que ha mantenido entretenidos a los analistas de la literatura. Pero de su vida, corta pero intensa, nadie se había ocupado hasta el momento, en que a Lázaro le dio por preparar una historia de la psiquiatría y decidió finalmente profundizar en la figura del médico donostiarra. Lo que ha logrado es un retrato íntimo del personaje y de su entorno, por medio de entrevistas y versiones contrastadas.
Tiempo de silencio fue la novela que trastocó el panorama narrativo español, anclado en Galdós y en Baroja. Los críticos coinciden en calificarla como una obra maestra por su feliz irrupción literaria, además de su estilo y lenguaje. «Si se compara con ilustres antigüedades como La colmena o El Jarama, puede decirse que supuso la verdadera entrada de la literatura española en el siglo XX: Martín-Santos la hizo pasar con décadas de retraso de la narrativa de Galdós y Baroja a la de Joyce y Faulkner».
Hubo, sin embargo, un escritor, Juan Benet, que habiendo dedicado su obra a imitar tediosamente a Faulkner, sólo tuvo desdén hacia la novela de Martín-Santos. El libro de Lázaro trae a colación, por medio de varios testimonios de amigos comunes, la «amistad ambivalente» que se profesaban. Carlos Castilla del Pino sostiene que «el éxito de Martín-Santos había cogido a Benet con el pie cambiado: le irritaba la resonancia que en los ambientes intelectuales había alcanzado Tiempo de silencio». Blanca Andreu, mujer de Benet, lo atribuye a la falsa recreación que Martín-Santos hizo de él en Matías, uno de los personajes de la novela.
Cosas de la vida después de muerto.




LA NUEVA ESPAÑA


El hombre que pudo ser Felipe González


La revisión de la vida de Luis Martín-Santos revela que el escritor iba a asumir el liderazgo del PSOE


JUAN JOSÉ MARTÍNEZ JAMBRINA Es frecuente leer que la novela «Tiempo de silencio» (1962) ha sido una de las obras que más ha influido en la cultura española de los últimos cuarenta años. Su autor, el psiquiatra Luis Martín-Santos, se transformó de la noche a la mañana en uno de los iconos de la literatura patria. Puede que también la prematura muerte del escritor donostiarra haya contribuido a perpetuar ese éxito y a que su figura siga produciendo un intenso magnetismo entre quienes se acercan a su obra. Es el caso del médico y escritor José Lázaro. Hace más de una década que Lázaro, uno de los más brillantes historiadores de la medicina española, comenzó a imaginar esta obra titulada «Las vidas y las muertes de Luis Martín-Santos», que acaba de ver la luz en la editorial Tusquets y que ha recibido el premio «Comillas» de biografía de 2008. Por el camino, Lázaro ha publicado varios artículos y un recopilatorio sobre el trabajo de Martín-Santos como psiquiatra. No es sencilla la tarea que Lázaro encara en su libro: enhebrar una de las novelas más conocidas en la oscura biografía de un hombre que al morir era la gran esperanza blanca de la psiquiatría, de la literatura y del socialismo en la clandestinidad. Y que, por avivar el folletín, acababa de perder a su esposa en un extraño accidente doméstico. De ahí que José Lázaro haya tenido que mantener a raya su fascinación por el personaje y haya evitado los artificios de la ficción narrativa para inventariar una biografía que en demasiadas ocasiones se ha descrito como novelesca. La opción que elige parece muy acertada: ahí entrego los hechos, también están mis dudas, pero que sea el lector quien resuelva. Esta obra de José Lázaro saca a la luz dos vertientes, dos vidas, hasta ahora poco conocidas de Luis Martín-Santos: su estrecha relación con Juan Benet y su pasión por la política. El epistolario inédito que se aporta sobre la relación entre Benet y Martín-Santos abre nuevas vías de trabajo para comprender la evolución de la novela española contemporánea. Dos genios mano a mano, influyéndose, complementándose, temiéndose. Fascinante. Tal vez más sorprendente aún sea la profunda implicación política del psiquiatra donostiarra. A juzgar por los numerosos testimonios personales que comparecen en este libro, en los días previos a su muerte Martín-Santos estaba preparándose para asumir el liderazgo del PSOE en la clandestinidad. De no haberse producido el accidente de tráfico que truncó su vida en 1964 probablemente Luis Martín-Santos hubiese llegado al congreso de Suresnes (1973) como secretario general del PSOE. Falleció sin poder dar el relevo a un hombre tan digno y maltratado como Antonio Amat, al que llamaban «Guridi». Pero el hombre que pudo ser Felipe González era Luis Martín-Santos.

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