martes, 17 de marzo de 2009

Julián Besteiro, de Andres Saborit


Andrés Saborit y la memoria de Besteiro, por Abdón Mateos

A menudo se ha caracterizado a Saborit como un destacado besteirista, ya que ocupó la secretaría general del PSOE con Besteiro de Presidente hasta 1931, y le acompañó en la vicepresidencia de UGT hasta la crisis que condujo a la dimisión de ambos a comienzos de 1934. El abnegado militante y líder socialista que fue Saborit, con una biografía dentro de las organizaciones socialistas que abarca un periodo de casi 80 años, entre 1902 y 1980, aceptó, además, el criterio de Don Julián para que renunciara a ocupar la alcaldía de Madrid en 1931, cediéndosela al republicano Pedro Rico. Sin embargo, el cronista de las organizaciones socialistas que fue Saborit nunca hubiese aceptado que se le encasillara con el calificativo de besteirista y ni siquiera se consideró nunca su discípulo. Siempre defendió su fidelidad a las ideas socialistas más que a sus hombres. En todo caso, Saborit rindió una veneración casi filial a la personalidad de Pablo Iglesias. Durante los años diez y veinte coincidió, a menudo, en diversas posiciones políticas con Largo Caballero como, por ejemplo, el rechazo hacia la conjunción con los republicanos o el internacionalismo neutralista. No en vano, ambos pertenecían a la rama obrerista del socialismo, a la corriente sindical. Eso no fue óbice para que Saborit, solamente seis años más joven que Indalecio Prieto, respetara la oratoria del tribuno socialista, su intuición y capacidad política. Saborit terminó apoyando el liderazgo de Prieto tras el fin de la guerra civil, ocupando la vicesecretaría del partido y la dirección de El Socialista cuando Don Inda accedió a la presidencia entre 1948 y 1950. A partir de entonces, Saborit, retirado con su familia en Ginebra, se convirtió en el cronista del socialismo, publicando folletones en la prensa como, por ejemplo, la serie “Recuerdos del tiempo joven” (1953) y preparando diversos libros. La recuperación de Julián Besteiro fue, quizá, su principal contribución escrita a lo largo de dos décadas. Saborit reconocía que no era historiador ni siquiera biógrafo, señalando su formación tipográfica, -había estudiado en la Escuela de aprendices de la Asociación del Arte de Imprimir-, y la pretensión de escribir sobre lo que había vivido, entrelazando la semblanza biográfica con la historia de los primeros tiempos del socialismo español. La exaltación y veneración de Julián Besteiro, al mismo tiempo que la del abuelo fundador Pablo Iglesias, respondía al propósito de refundar las organizaciones socialistas volviendo a unos orígenes que hicieran superar las divisiones de los años treinta. La muerte en prisión de Besteiro en septiembre de 1940 añadía, además, una ejemplaridad moral, simbolizando su “martirio”, con setenta años de edad, a todas las víctimas de la guerra civil y del franquismo. Por ello, con ocasión del traslado de sus restos desde Carmona al cementerio civil de Madrid, a los veinte años de su muerte, las organizaciones socialistas intentaron organizar un gran homenaje. Además de la publicación de artículos y folletos, diversos intelectuales residentes en el interior de España suscribieron un manifiesto en memoria de Besteiro. La iniciativa corrió a cargo de jóvenes socialistas como Josefina Arrillaga, colaboradora cercana de Antonio Amat, encabezando el profesor Enrique Tierno Galván el manifiesto que condenaba la violencia en política, acompañado de personalidades de significación muy diversa como, por ejemplo, Menéndez Pidal, Gabriel Maura, Ridruejo, Pérez de Ayala, Azorín, Carande, Marías, Laín, Gil Robles, Joaquín Garrigues y Aranguren. Después de varios años de trabajo y de ajustes del manuscrito, Saborit pudo entregar a imprenta su biografía titulada Figuras del socialismo español. Julián Besteiro. La obra fue dedicada por Saborit y su esposa María Rojo a la viuda de Besteiro, Dolores Cebrián. El libro fue publicado en 1961 por Impresiones Modernas de México, una editorial en la que participaban antiguos jóvenes socialistas como Julián Lara o Eulalio Ferrer. El coste de la edición de 2.300 ejemplares fue sufragado por el primero y el producto de su venta fue destinado al Fondo Pro-España dedicado a los presos y los militantes del interior. Saborit renunció a los derechos de autor, dado el destino de la venta del libro y el carácter de encargo oficial de las Ejecutivas. Enseguida, además, la editorial Losada de Buenos Aires mostró interés por una nueva edición retocada del libro. La nueva edición que contó con los buenos oficios y el prólogo de Luis Jiménez de Asúa, por entonces Presidente de la república en el exilio, se demoró hasta su aparición en la simbólica fecha del 18 de julio de 1967. El editor español Gonzalo Losada, emigrado a Argentina en 1928, había publicado diversos libros de exiliados o sobre España en la colección Cristal del tiempo, entre los que cabe destacar: El pensamiento español contemporáneo de Luis Araquistain, La faz actual de España de Gerald Brenan, Una mujer por los caminos de España de María Martínez Sierra, Cartas a un escultor de Indalecio Prieto, y Escrito en España de Dionisio Ridruejo. Aunque el libro de Saborit en Losada, sobre el que se basa la presente edición, gozó de mejor circulación que la edición de 1961 en México, al final de los años sesenta no se encontraban ejemplares en las oficinas de la editorial en Madrid. Más adelante, parece ser que la editorial Edaf de Madrid obtuvo el permiso de importación y muchos de ellos llegaron a bibliotecas públicas. De hecho, esta excelente biografía nunca llegó a ser bien conocida ni publicada en España. En 1970 se conmemoró el centenario del nacimiento de Besteiro con diversos homenajes en el exilio. Para entonces, la Ley de prensa de Manuel Fraga permitió la publicación de algunos artículos de jóvenes investigadores en memoria de Besteiro en revistas minoritarias como Cuadernos para el Diálogo, Hispania, Índice o Revista de Occidente. Durante el tardofranquismo, la aparición de estudios de historiadores, politólogos o filósofos como Marta Bizcarrondo, Manuel Espadas, Fermín Solana, Alberto Míguez o Emilio Lamo de Espinosa en torno a la figura de Julián Besteiro perjudicó la difusión de la biografía del, por entonces, octogenario Saborit. Por aquel entonces, al comienzo de los años setenta, Saborit estaba empeñado en la redacción de una especie de enciclopedia de los primeros tiempos de las organizaciones socialistas, de cerca de 2.000 folios, titulada Apuntes históricos. Pablo Iglesias, PSOE, UGT, que finalizaría en 1978 con la ayuda de su hijo Francisco. Al mismo tiempo, Saborit albergaba la ilusión de recoger los escritos de Besteiro en una trilogía. En 1974 apareció en España un libro de bolsillo, debido a la pluma de Saborit, titulado El pensamiento político de Julián Besteiro, con el prólogo de un antiguo dirigente de las Juventudes Socialistas de los años veinte, Emiliano Aguilera, que había sido discípulo de Besteiro. Ya antes, en 1971, se había publicado en España el libro de Saborit, Joaquín Costa y el socialismo, por la editorial ZERO, vinculada a las Hermandades Obreras de Acción Católica. Poco después, y todavía en plena agonía del franquismo, fueron publicadas la tesis de Emilio Lamo de Espinosa, Política y Filosofía en Julián Besteiro (Cuadernos para el Diálogo, 1973) y una antología de discursos parlamentarios de Besteiro a cargo de Fermín Solana, Historia parlamentaria del socialismo. Julian Besteiro (Taurus, 1975). El primero se haría cargo de la edición de las obras completas de Besteiro a cargo del Centro de Estudios Constitucionales (1983) y vio reeditado en 1990 su tesis por la editorial Sistema. Por lo que se refiere a la antología de Solana, antiguo ridruejista y entonces militante del PSOE, la presentación del libro en Madrid a comienzos de 1976 contó con la presencia de Felipe González, donde coincidió con personalidades políticas e intelectuales como Polanco, Jiménez de Parga, Ruiz Jiménez, Aguirre, Fernández Ordóñez y Claudín. El joven primer secretario del PSOE reivindicó el legado de todas las personalidades históricas del socialismo español, destacando de Besteiro su condición de marxista y la experiencia parlamentaria. Al mismo tiempo, el sector histórico del PSOE reivindicó la memoria de Besteiro constituyendo una fundación de escasa proyección dedicada a su memoria a comienzos de 1976, y organizando un homenaje ese año con ocasión del aniversario de su muerte, con presencia de José Prat. En ese momento anterior a las primeras elecciones democráticas y a la unificación de los socialistas en el PSOE, hubo una cierta competencia por la apropiación simbólica y política del pasado. Al mismo tiempo que los históricos conmemoraban a Besteiro durante 1976, el PSOE renovado organizaba, encabezado por Alfonso Guerra con el apoyo del veterano Alfonso Fernández Torres, un mitin de tinte andalucista en Carmona dedicado a la memoria de Besteiro y a la de Largo Caballero, que tuvo que reunirse en un teatro ante la prohibición de la concentración en la calle. Por su lado, los seguidores de Tierno Galván en el PSP se acercaban también al cementerio civil con ocasión del aniversario de la muerte de Pablo Iglesias. La figura de Besteiro en la democracia española ha tendido a convertirse en el tercer referente simbólico más importante en la conciencia histórica de los españoles solamente aventajado por Manuel Azaña e Indalecio Prieto, y ya a mucha distancia, por Juan Negrín y Francisco Largo Caballero. A pesar de haber sido objeto de críticas por muchos de sus coetáneos, entre las que destacan sus propios correligionarios negrinistas Julián Zugazagoitia, Max Aub o Fernando Vázquez Ocaña, debido a su actuación al final de la guerra, la memoria de Besteiro ha tendido a situarse entre una representación como “mártir del antifranquismo” y la desvirtuada imagen de una figura equidistante del drama de las dos Españas. Ajeno a la España democrática, quedaba el juicio coetáneo de Antonio Ramos de Oliveira acerca de Besteiro como un “político divorciado de la realidad española”. Para Juan Marichal, Besteiro representaría a “una Tercera España y cabe conjeturar una acción mediadora suya que hubiera impedido la magna catástrofe (El Pais, 14.7.1988). En esa misma línea de reivindicación del Besteiro alienado respecto a la guerra civil y la revolución de Octubre de 1934, su antiguo discípulo Julián Marías presentaba a Besteiro, antes de las elecciones de 1977, como un “símbolo del intento de que la guerra hubiese tenido un desenlace civilizado” (El País, 8.5.1977). Del mismo modo, los historiadores Carlos Seco y Javier Tusell utilizaron a menudo el ejemplo de Besteiro para criticar la evolución del PSOE en el gobierno o en la oposición. Javier Tusell reivindicó también su figura como un patrimonio común para todos los españoles y, más recientemente, como referente para una adecuada política de la memoria. En 1990 se conmemoró por tercera vez a Besteiro con ocasión del cincuentenario de su muerte. Una cincuentena de políticos e intelectuales suscribieron un manifiesto de homenaje que condujo a que el vicepresidente del gobierno, Alfonso Guerra, organizara a través de las fundaciones Sistema y Jaime Vera, un homenaje a Besteiro en torno al tema de los intelectuales y la política. En plena batalla mediática contra el líder del PSOE, Guerra pidió a los intelectuales una crítica constructiva en democracia, lo que provocó cierta polémica en la que participaron, entre otros, Savater y Goytisolo. A pesar de que Besteiro era reconocido como ejemplo moral para todos, el PP no apoyó una declaración institucional del Congreso a quien había sido Presidente de las Cortes en 1931. Ese fue uno de los momentos de mayor polémica en torno a Besteiro durante la actual democracia pues poco antes su sobrina, Carmen Zulueta, había publicado el epistolario de Besteiro en prisión en 1917 y 1939, y Ricardo de la Cierva había recibido un polémico premio Espejo de España de Planeta por su Agonía y victoria en la que presentaba al profesor socialista casi como un colaborador de la Quinta Columna franquista. La concesión del Premio provocó la retirada del ministro de Justicia, Enrique Múgica, y del historiador Javier Tusell, al considerar poco serio el ensayo tanto por las fuentes utilizadas como por la valoración de la actitud de Besteiro en el final ante la guerra. En definitiva, la memoria de Besteiro fue sobre todo realzada con motivo del cincuentenario del comienzo y del final de la guerra civil. En ese momento se estrenó la obra de teatro Proceso a Besteiro, que había obtenido el premio Tirso de Molina, presentándole como una especie de santón laico. Esta “canonización” o “beatificación” de Besteiro fue criticada por un sector de la intelectualidad y de la política que exigía, en cambio, un paralelo homenaje a Juan Negrín. La figura de Besteiro fue divulgada, además, en la Televisión Española en varios programas documentales. Hay que recordar el enorme impacto de la televisión pública sobre la conciencia histórica de los españoles hasta la mitad de los años ochenta, dada su exclusividad. Además de la emisión del Proceso a Besteiro, otros programas como Informe semanal o La noche del cine español, de Méndez Leite, que incluía documentales de contexto del año de la película emitida, recordaron el “martirio” de Besteiro. Por último, cabe señalar que la memoria de Besteiro ha dado nombre a multitud de calles, colegios, centros culturales, monumentos e, incluso, una estación de metro en Madrid. Su figura, alejada de las polémicas, se ha convertido en ejemplo moral y un referente común para la conciencia histórica de los españoles.Madrid, mayo de 2008

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